Warren Buffett siempre ha defendido que Estados Unidos es el mejor país para nacer, para vivir y para invertir. El Oráculo de Omaha se enorgullece de la enorme cantidad de impuestos que paga su empresa, Berkshire Hathaway, a las arcas públicas. En tiempos de guerra comercial, Buffett ha hecho una velada enmienda a la totalidad a la política de Donald Trump: “El comercio no debería ser un arma”, ha dicho este sábado en la junta anual de accionistas de Berkshire Hathaway.
Como cada primer sábado de mayo, Warren Buffett, de 94 años, se somete a las preguntas de los miles de asistentes a la junta de accionistas, que se celebra en un pabellón cubierto con capacidad para más de 17.000 personas en el centro de Omaha (Nebraska), la sede de la empresa. Al abrirse las puertas, a las 7.00 de la mañana, los asistentes han emprendido una carrera al esprint para tratar de situarse lo más cerca posible del austero escenario desde el que contesta Buffett a las preguntas. Los primeros de la fila habían pasado allí la noche.
Aunque las reglas de cortesía de la junta prohíben expresamente preguntar sobre política, hablar de economía es hoy también hablar de política. Y al Oráculo de Omaha no le gusta morderse la lengua.
“En Estados Unidos, deberíamos buscar comerciar con el resto del mundo. Nosotros deberíamos hacer lo que mejor sabemos hacer y ellos lo que mejor saben hacer”, ha dicho Buffett, provocando los aplausos de los entregados asistentes a la junta, dispuestos a ovacionarle en cada ocasión. “El comercio no debería ser un arma. Estados Unidos ha ganado. Quiero decir, nos hemos convertido en un país increíblemente importante, partiendo de la nada hace 250 años, no hay nada que se le pueda comparar”, ha razonado el inversor en la primera pregunta que le han planteado, relativa precisamente a los aranceles. Ese mensaje contrasta de lleno con el de Trump, según el cual Estados Unidos es víctima de que todos los países del mundo le estafan.
“En mi opinión, es un gran error tener 7.500 millones de personas que no te aprecian mucho y 300 millones que se jactan de lo bien que les ha ido. No creo que sea correcto ni sensato”, ha añadido Buffett, en referencia a la población mundial y de Estados Unidos, respectivamente.
Berkshire Hathaway nació como una compañía textil y su negocio fue víctima de la globalización que hizo que las fábricas estadounidenses de la empresa dejasen de ser competitivas. Buffett fusionó la empresa con una compañía de seguros en lo que fue el germen del éxito de un conglomerado que se ha convertido en la empresa más valiosa de Estados Unidos con la excepción de los gigantes tecnológicos (Microsoft, Apple, Nvidia, Amazon, Google y Meta).
El grupo tiene entre sus negocios actuales la firma de calzado y ropa deportiva Brooks, cuyos productos se fabrican en China, Vietnam, Taiwán, Indonesia, El Salvador y México, entre otros países. También es dueña de Fruit of the Loom, que tiene fábricas en Australia, El Salvador, Haití, Honduras, México, Marruecos y Vietnam. Hasta su filial Justin, que produce sus botas vaqueras más icónicas en El Paso (Texas), importa materiales y calzado terminado de países como China, Vietnam y México. Y así con muchas otras de sus empresas. Y eso por no hablar de Apple, la principal inversión de su cartera.
Antes de la junta, Berkshire Hathaway presntó las cuentas del primer trimestre de este año, que muestran que Warren Buffett, siguió acumulando liquidez en el primer trimestre del año, mientras la Bolsa sufría un severo castigo por la errática política económica y comercial de Trump. Berkshire Hathaway mantenía 347.771 millones de dólares (unos 308.000 millones de euros) en caja y títulos del Tesoro de Estados Unidos a corto plazo el pasado 31 de marzo, justo antes de que Trump declarase la guerra comercial al mundo, según los resultados publicados por el conglomerado.
De esa cifra, 305.501 millones de dólares estaban invertidos en títulos del Tesoro a corto plazo (unos 19.000 millones más que a cierre de año), mientras que 36.682 millones eran caja o equivalentes de caja de su rama de seguros y 5.288 de sus negocios de energía, servicios y ferrocarriles. A cierre de año, la posición total de liquidez era de 334.200 millones, así que ha aumentado en unos 13.600 millones en el primer trimestre.
A Buffett le han preguntado en la junta cuándo piensa invertir ese dinero. “Es muy poco probable que suceda mañana. No es improbable que suceda en cinco años”, ha contestado lacónicamente. “El único problema del negocio de la inversión es que las cosas no suceden de forma ordenada”, ha argumentado. Las “probabilidades” de encontrar una buena oportunidad de compra “aumentan a medida que pasa el tiempo”. “Algo así como la muerte”, ha apostillado con ese humor negro al que tan aficionado era su socio y amigo Charlie Munger, fallecido en 2023 a los 99 años.
Buffett ha bromeado también con la teoría de que quiere conservar esa inmensa cantidad de dinero hasta que deje de ser el primer ejecutivo de Berkshire (por jubilación o fallecimiento), lo que permitiría a su sucesor, Greg Abel, disponer de una gran potencia de disparo al llegar al cargo. “No haría nada tan noble como dejar de invertir solo para que Greg quedara bien más adelante”, ha dicho, provocando las risas de Abel y del público.
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