La psicóloga social argentina Dolores Albarracín recibió esta semana el prestigioso Premio Fronteras del Conocimiento en Ciencias Sociales, que otorga la Fundación BBVA y que está dotado con 80.000 euros en Madrid. Y esta misma semana, también se enteró de manera extraoficial de que su proyecto de cinco años para identificar maneras de aumentar las tasas de vacunación junto a la Universidad de Pensilvania (EE UU) era uno de los 33 afectados por los recortes de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), la agencia principal del gobierno de los Estados Unidos responsable de la investigación biomédica.
“Un periodista me contó que yo estaba incluida en una lista”, cuenta a EL PAÍS la recién galardonada. Sus sospechas se hicieron realidad cuando el 11 de marzo recibió una carta del Departamento de Salud y Servicios Humanos, ―cuyo secretario es Robert F. Kennedy Jr., un firme opositor del uso de las vacunas―, que alegaba que la investigación financiada por cuatro millones de dólares ya no sea alinea con las prioridades del gobierno de Donald Trump. “El NIH está obligado a administrar cuidadosamente las subvenciones concedidas para garantizar que el dinero de los contribuyentes se utilice de forma que beneficie al pueblo estadounidense y mejore su calidad de vida. Su proyecto no satisface estos criterios”, se lee en el documento, al que tuvo acceso este periódico.
Las subvenciones canceladas en EE UU ascienden a millones de dólares en fondos perdidos para estudiar la reticencia a vacunarse y otros aspectos. Sin embargo, no ha sido la única área de estudio afectada, pues la semana pasada se enviaron al menos 16 cartas de término sobre investigaciones relacionadas con poblaciones transgénero, diversidad e inclusión, según publicaciones en las redes sociales del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) liderado por Elon Musk. Para Albarracín lo que está sucediendo es “algo sin precedentes” y su beca, que estaba vigente desde 2023, es el primer grant revocado a esta universidad.
Las cartas de rescisión que han recibido Albarracín y otros científicos en el país llegan en medio de un brote de sarampión en curso, originado en el oeste de Texas, que ha afectado principalmente a niños no vacunados, a pesar de que esta enfermedad se declaró erradicada en Estados Unidos en el año 2000. “Lo que está ocurriendo ahora desgraciadamente ya viene con un trasfondo de bastantes años. Desde el 2018, mi equipo ya ha estado reportando que los conservadores están en contra de la vacunación más que otros grupos por distintas razones”, explica la experta sobre los hallazgos de su trabajo, que ha tenido implicaciones en la salud y que ha sido clave para definir estrategias para evitar los comportamientos de riesgo.
Ya sea por motivos religiosos, indica Albarracín, porque creen que vacunar es “interferir con la santidad de la Creación” o porque consideran que el gobierno no se tiene que entrometer en la vida privada de los ciudadanos. Cada Estado se encarga de definir las políticas de vacunación y los de tendencia conservadora se han dedicado a limitar la obligación a vacunar a los niños. Según Albarracín, las políticas varían por condados y justamente quería indagar los impactos de estas medidas.
Hace más de una década que Albarracín llegó desde Argentina a Estados Unidos y se incorporó a la universidad, y desde 2021 dirige el Laboratorio de Acción Social y el Grupo de Salud y Medios Sociales en la Escuela de Comunicación Annenberg. La Teoría de las Actitudes, que es su campo de trabajo, puede ayudar a predecir qué tipo de desinformación es prioritario atajar. Por ejemplo, tener la creencia de que la Tierra es plana no tiene un impacto directo sobre una conducta, mientas que considerar que las vacunas son dañinas provoca que un individuo no se vacune.
“Yo he estudiado la persuasión en el laboratorio, pero también con aplicaciones a la salud, porque son conocimientos fundamentales para por ejemplo poder cambiar conductas. Y ahora, bueno, veremos qué pasa en el futuro”, se lamenta.
Más recortes a la ciencia
La administración Trump está recortando áreas de investigación financiadas por el NIH desde hace años. De hecho, también se está analizando modificar las subvenciones relacionadas con las vacunas de ARN mensajero, una tecnología incorporada en la vacuna contra el coronavirus.
El director interino de los NIH, el doctor Matthew Memoli, solicitó información sobre la financiación de la agencia destinada a la investigación de vacunas de ARNm, según un correo electrónico publicado por el medio NPR. Esto incluye iniciativas para desarrollar vacunas contra diversas enfermedades, como la enfermedad de Lyme o el dengue.
“Vendría otra lista con un componente internacional. Eso sería desastroso porque por ejemplo, toda la investigación del sida, la mayor parte se hace en África”, agrega Dolores Albarracín. La psicóloga social no sabe muy bien en qué puede terminar esto, por la “cantidad de medidas ilegales” que ha tomado el gobierno. “Desde cierres a de universidades o hasta perseguir investigadores… Cualquier cosa me parece que puede ocurrir porque vamos en un sentido claramente fascista y autoritario. Esto ya lo vi en mi país”, reflexiona.
Hace tan solo una semana, se produjeron una serie DE manifestaciones contra las políticas de Trump en materia de ciencia en decenas de ciudades estadounidenses. Bajo el grito “en defensa de la ciencia”, miles de personas salieron a las calles para oponerse a los recortes y los despidos masivos de funcionarios llevados a cabo por DOGE.