En Aragón todo se hace a lo grande o no se hace. La comunidad espera una lluvia de millones tan alta como la basílica del Pilar, tan larga como el río Ebro o tan insistente como el frío cierzo. Así son los megaproyectos que han convertido a esta región en la primera de España por captación de inversiones en 2024, con 40.000 millones de euros comprometidos. Una cuantía que se ha colocado en 44.000 millones en los primeros meses de este año, según el presidente del Gobierno aragonés, Jorge Azcón (PP), y que supone un hito histórico. No hay más que comparar esas cifras (que se desembolsarán en varios años) con el conjunto de la riqueza que genera la autonomía: 46.673 millones de euros en 2023 con el último dato del INE. “Aragón vive un momento espectacular que no debemos desaprovechar”, considera el expresidente del Gobierno regional, Javier Lambán (PSOE), que allanó el camino a las multinacionales.
Gigantes empresariales como Amazon, Microsoft, Blackstone o Stellantis pretenden hacer de este territorio, de apenas 1,3 millones de habitantes, una de sus piezas clave para la economía del futuro: aquella que habla de monumentales centros de datos para procesar la información digital y de gigafactorías de baterías para alimentar los coches eléctricos. En esta misión han puesto el foco igualmente otras empresas nacionales como Azora o Box2bit. Y algunas más planean grandes plantas de hidrógeno verde o de reciclado de baterías con las que potenciar la descarbonización, como el fondo danés CIP o las españolas Alkeymia o Refinasol.
Todo empezó gracias a la energía renovable, que se convirtió en motor de desarrollo de la comunidad después del impulso del sector logístico (con Inditex a la cabeza), en un territorio donde la agricultura y la ganadería (amén de la fábrica de coches de Opel en Figueruelas y las industrias agroalimentaria, papelera y química) eran una de las bases de la economía regional. Sólo en parques eólicos la región contaba en 2024 con 5.700 megavatios de potencia instalada, siendo la segunda autonomía del país por generación (17% del total), por detrás de Castilla y León. Y desde 2019 es la que más crece, según Juan Virgilio Márquez, director general de la Asociación Empresarial Eólica. Se ha multiplicado por 2,44. Y hoy tiene proyectos en tramitación por 7.714 Mw.
La energía renovable es uno de los factores más destacados para que las multinacionales hayan elegido Aragón como punto de destino de sus megainversiones europeas. Así lo confirman Microsoft y Amazon Web Services (AWS). También el motivo fundamental por el que la china CATL desembarca en España de la mano de Stellantis. Todas necesitan grandes cantidades de energía para alimentar sus instalaciones y la industria energética aragonesa representa un 8% del PIB frente al 4% nacional. Pero no es el único motivo. La abundancia de terrenos disponibles, la localización estratégica de Zaragoza, entre Madrid y Barcelona y con buenas conexiones con Europa y, sobre todo, la agilización en la tramitación de los grandes desarrollos que promueve el Gobierno aragonés a través de las declaraciones de interés general o DIGA son otras de las claves para estos movimientos. “Es un mito que el inversor se implante en un territorio por la baja fiscalidad, eso es irrelevante en sus decisiones, lo fundamental es la agilidad administrativa”, sostiene Lambán, que considera que los megaproyectos en marcha van a ser un revulsivo para la economía regional cuando estén terminados.
La comunidad autónoma aspira a convertirse en el hub europeo de los centros de datos, “en la Virginia española”, en palabras de Azcón, por ello concentran 37.000 de los 44.000 millones de euros comprometidos. Sin embargo, la aportación de estos proyectos a la riqueza de la región y al empleo no es tan elevada como pueda ser la de la fábrica de baterías de Stellantis, indica Santiago Martínez Morando, jefe de análisis económico y financiero de Ibercaja: “En cualquier caso, el impacto no alcanzará las cifras anunciadas (por las empresas). La inversión, que empleará cuatro o cinco años, se destinará en una primera fase a la construcción, como ya se ha visto con las renovables, y a la maquinaria, que en su mayoría procede del extranjero y no supone aportación al PIB de Aragón. En una segunda fase, cuando las instalaciones estén construidas, se producirá un incremento del crecimiento duradero”. El analista prevé que el PIB aragonés crecerá del orden del 3% ya este año, 0,9 puntos por encima de lo previsto inicialmente y una vez contabilizado el efecto provisional de las inversiones. La generación de empleo pasará de los 12.000 puestos de trabajo de 2024 a los 15.000 este ejercicio, añade.
Efecto Amazon
En Villanueva de Gállego, un municipio de 4.800 habitantes a 16 kilómetros de Zaragoza y uno de los núcleos de la mayor red de centros de datos de Europa que está construyendo Amazon con una inversión de 15.700 millones (la más grande comprometida en España), la mayoría de los ciudadanos consultados en una tarde lluviosa de marzo, no sienten los efectos del gigante tecnológico en el día a día de su localidad. AWS está allí desde 2022 y ahora amplía sus instalaciones con una obra gigantesca, que no es más que el aperitivo de lo que vendrá de aquí a 2033. Sin embargo, sí aprecian la apertura el año pasado de la Universidad San Jorge, que ha dotado de vida al pueblo y encarecido los alquileres, como se prevé ocurra en otros lugares con las macroinversiones.
Hay que ir a un establecimiento, el Bar Hotel Nuevo Norte, para encontrar una respuesta distinta: “Estamos dando más de 300 comidas diarias gracias a la obra de Amazon. Y ampliando el hotel de 60 a 120 habitaciones”, dicen sus trabajadores. Algunos vecinos del polígono donde la multinacional duplica su centro de datos sin ningún logo o señal que identifique que los enormes cajones que se asientan sobre el terreno le pertenecen (“por motivos de seguridad”, según AWS) están molestos por los ruidos y el polvo, pero también valoran que haya llevado agua potable a esta zona industrial separada del centro. La planta de tratamiento de aguas se entregará en agosto y el resto a principios del año que viene, confirman los empleados de la constructora.
El alcalde de Villanueva ha declinado participar en este reportaje, y la nueva presidenta del PSOE en Aragón, Pilar Alegría, no ha respondido a la petición de EL PAÍS para conocer su opinión. Al contrario que José Luis Moreno, regidor por el CHA del Ayuntamiento de Villamayor de Gállego, donde Microsoft pretende construir uno de sus cuatro centros de datos aragoneses (con 356 hectáreas en total en esta localidad, Zaragoza y La Muela y 9.300 millones de euros de inversión), Azora levantará otro por un montante inicial de 1.100 millones que en una segunda fase llegará a 2.000 y Grupo Costa desarrollará el denominado Centro Logístico Agroalimentario del Valle del Ebro con 469 millones. De momento, solo hay terreros agrícolas. “Que una empresa como Microsoft venga a instalarse aquí te pone en el mapa”, asegura Moreno. El empleo que generará su centro de datos, dice, no será tan importante como el del proyecto de Grupo Costa: unos 3.200 puestos de trabajo frente a los 300 de la tecnológica. En cualquier caso, “son oportunidades de futuro para que los jóvenes se queden en un municipio de 2.900 habitantes”. Algo muy apreciado en una comunidad envejecida.
Aunque reconoce que “una cosa es lo que dicen las empresas y otra la que acaba materializándose”, el alcalde de Villamayor espera como agua de mayo “unos ingresos importantes con el IBI, las licencias de apertura, de instalación de negocios… Y se harán infraestructuras nuevas, como el vial que comunica el municipio con la autopista del que ya se encarga Microsoft”. La pega es, destaca, que como los proyectos se tramitan vía proyecto de interés general (PIGA) no pagan el impuesto por las obras (ICIO).
Al otro lado de la carretera que va de Villamayor a Zaragoza, unos 14 kilómetros mayoritariamente de tierras de labor y sin apenas construcciones, la nota dominante del viaje por la poco poblada comunidad, se alza el polígono industrial de Malpica, a las afueras de la capital. Allí es Inditex el protagonista. En los terrenos de la antigua Universidad Laboral, la multinacional española tiene en marcha a un ejército de obreros que se afanan para poder entregar este año su quinto centro logístico y segundo en Zaragoza, de más de 286.000 metros cuadrados. Grúas, camiones, hormigoneras y excavadoras trabajan intensamente en un megacomplejo en el que invertirá 680 millones de euros y con el que habla de generar 1.500 puestos de trabajo.
Una cifra que la joint venture entre Stellantis y CATL prevé duplicar. En la fábrica de Figueruelas del grupo automovilístico, de tres millones de metros cuadrados que hay que recorrer en coche, tienen disponibles 800.000 metros para construir la futura planta de baterías. Un proyecto de 4.100 millones de euros que se acometerá en dos fases y que incluye una nueva subestación eléctrica y otro parque de energía renovable. “La producción de baterías (que podría alcanzar un millón de unidades cuando esté a pleno rendimiento) da seguridad a la planta de cara al futuro”, indican sus portavoces, conscientes de la necesidad de abaratar los precios del vehículo eléctrico.
Subvenciones
Como la mayoría de los macrodesarrollos en Aragón, están recibiendo subvenciones (en este caso 190 millones del Perte del vehículo eléctrico) y planean conseguir también incentivos regionales. “En el segundo trimestre de este año iniciaremos los trabajos y está previsto que la gigafactoría esté operativa al completo en 2028, si bien podría empezar a producir en 2026″, declara Raúl Sánchez, responsable del proyecto de Stellantis, cómodo con “tener a la Administración cerca, lo que nos aporta seguridad para que no haya sorpresas”. Él espera que la planta atraíga a proveedores de materiales químicos, componentes de aluminio y electrónicos.
Donde sí están notando ya la afluencia de nuevas empresas a rebufo de los grandes desarrollos de Amazon es en Huesca, en el Parque Tecnológico Walqa. Con 67 compañías instaladas, Carlos Ortas, su director general, señala que “el anuncio de la llegada de AWS a nuestro parque ha generado movimiento alrededor. Se han instalado 15 empresas nuevas y dos compañías han comprado terrenos, algo que no se veía desde hace diez años. Notamos más interés por Walqa. Amazon nos ha puesto en el mapa y actualmente tenemos 17 consultas comerciales abiertas”, admite.
El nuevo centro de datos de la empresa de Jeff Bezos (enfrente del actual, en proceso de ampliación) propiciará que el parque tecnológico se multiplique por cuatro, indica Ortas. Aunque esto no ha supuesto un encarecimiento de los precios de los terrenos, de 60 euros por metro cuadrado para las parcelas urbanizadas, y tampoco una rebaja para la multinacional, afirma.
Ni siquiera en los polígonos de Zaragoza, que concentra más de la mitad de la población de Aragón, se aprecia una subida de los precios industriales, confirma Alberto Larranzabal, director de Industrial y Logística de la consultora CBRE. Y eso que la capital ha cerrado en 2024 un año histórico en la contratación de espacios logísticos, con un aumento del 46% sobre el ejercicio precedente, el doble del registrado en el conjunto de España. Claro que la operación de Inditex tiene mucho que ver en ello, pues por sí misma acapara la tercera parte. En Zaragoza, prosigue este profesional, la demanda de data centers es muy elevada, pero en la Plataforma Logística Plaza, uno de los cinco mejores polígonos de Europa, a su juicio, no queda espacio y se está trasladando sobre todo a La Muela.
Terreno es justamente lo que sobra en el camino que va de la capital hasta Caspe, un municipio de poco más de 10.000 habitantes atravesado por el río Guadalope antes de llegar al embalse de Mequinenza. En el suelo donde pretende instalar Alkeymia (vinculada a los propietarios de Capital Energy) su planta de hidrógeno verde y de amoniaco alimentada por dos parques eólicos con una inversión de 700 millones, un gran rebaño de ovejas pasta ajeno al futuro. La firma ha reservado el suelo (mayoritariamente público, como en casi todos los megadesarrollos) . “Nos atrae mucho situar a Caspe como una ciudad sostenible europea, un proyecto que traerá empresa y empleo”, señala la alcaldesa Ana Jarque (PP). La gente de la localidad está contenta, dice, pero a la expectativa “porque muchas veces nos dijeron que iba a llegar algo que finalmente no llegó”.
Según Lambán, que trabajó en su día en el aterrizaje de Amazon, de Cotsco o de Inditex en Aragón, “a veces se caen algunos proyectos, pero suele ser antes de que se sepa quién es el inversor que está detrás. Una vez conocido, salen adelante la mayoría. Salvo excepciones como la de Intu Tata o Becton Dickinson”.
Alkeymia ha conseguido la conexión a la red eléctrica (imprescindible para todos los inversores) y el Ayuntamiento se comprometido a la aportación de agua: “No habrá problemas de suministro”, dice la alcaldesa. También subvenciones, indican sus responsables. El consistorio señala que este plan ya ha atraído a “tres empresas al municipio para la producción de biogás y tenemos consultas de más de una decena de compañías”.
Consumo de agua
Y topamos con el agua, uno de los quebraderos de cabeza que traen estos desarrollos debido a su alto consumo, sobre todo en el caso de los centros de datos, que necesitan refrigerarse. El gasto de agua y de electricidad ha puesto a múltiples asociaciones de ciudadanos y de ecologistas en pie de guerra contra las granjas de servidores. Ecologistas en Acción ha alertado sobre los altísimos consumos “no verificables” previstos por estas instalaciones, señala Luis García, activista de la organización. En el caso de AWS, que se encarga de pregonar que todas sus centros aragoneses necesitarán 800.000 metros cúbicos de agua al año cuando estén terminados, igual que el consumo de energía, que cifra en 10.500 gw/hora anuales (el consumo actual de todo Aragón es de 9.500), ya ha solicitado a las autoridades una ampliación del 48% de la disponibilidad de agua sobre la estimada inicialmente: de un máximo de 36,4 a 53,9 millones de litros anuales en cada uno de sus tres complejos en Villanueva, El Burgo de Ebro y Huesca.
“Nos preocupa la opacidad de los centros de datos. Es un sector que se está aprovechando de la simplificación administrativa de Aragón y la falta de legislación en España”, dice García, que pone como ejemplo la moratoria a estas instalaciones en Irlanda, tras comprobar que el consumo eléctrico suponía el 20% de toda la energía del país. Ecologistas en Acción junto a un nutrido grupo de organizaciones han presentado alegaciones al PIGA de AWS, el único en tramitación, y pide supervisión por parte del Parlamento regional, pues se trata de “una actividad extractivista que no redunda en beneficio de los territorios donde se establece. Para las inversiones descomunales con que se promueven generan muy pocos puestos de trabajo y tienen un impacto medioambiental muy fuerte”, apoya Mariano Pérez, miembro del grupo de energías renovables y de centros de datos creado por Ecologistas en Acción.
La contestación ciudadana a estos complejos tecnológicos se suma a las protestas ante muchos parques eólicos y fotovoltaicos, “una enorme cantidad de infraestructuras que no responden a las necesidades del territorio, por lo que debería haber un equilibrio entre el beneficio y el coste social y ambiental que representan”, prosigue Pérez.
Desde Forestalia, la mayor promotora de parques renovables en Aragón, con 6 gigavatios desarrollados con una inversión de 6.000 millones de euros y otros tantos en cartera, su director general, Carlos Reyero, cree que va a haber un pinchazo en el sector, pues “es materialmente imposible que todos los proyectos en curso que existen en la región sean exitosos”. Entre otras cosas porque la red de conexión en ocasiones ya no admite toda la energía que se genera y se desperdicia. Los puntos de acceso son lititados, dice Reyero, y están aprovechados todo lo que se pueden aprovechar. Y eso sin contar los megaproyectos de granjas de servidores anunciadas.
“Los centros de datos consumen mucha agua y mucha energía. Habría que mirar si conviene seguir avanzando en su dessarrollo o si han dejado de ser rentables para la comunidad. Tenemos que ir hacia la diversificación de actividades”, plantea el expresidente aragonés Javier Lambán, quien resalta que su Gobierno dejó algo pendiente tras la implantación de Amazon: “Y es que las empresas deben implicarse más en el desarrollo del territorio. Hay que exigirles mayor corresponsabilidad”.
Sin embargo, Elena Alconchel, jefa de obra en el parque eólico Las Canteras III, que Forestalia entregará en junio, cree que las granjas de servidores, como las renovables, darán vida a los pueblos envejecidos. Ella se ha mudado desde Zaragoza a su municipio natal, cerca de Belchite, donde han regresado o se han quedado a vivir decenas de menores de 40 años gracias a las inversiones, asegura. “Las necesidades de mano de obra para acometerlas en una región donde escasea y la falta de vivienda, un mercado que se puede tensionar aún más, van a poner a prueba la capacidad de Aragón para atraer población”, concluye Santiago Martínez.