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Un asesor de Trump que pidió a EE UU ocupar Gaza asume el mando del plan israelí de reparto de comida

La Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), la controvertida organización privada que pretende desplazar a las Naciones Unidas y asegura combatir la inminente hambruna que sofoca a la Franja, tiene nuevo jefe. Se trata del reverendo Johnnie Moore, un pastor evangélico y empresario estadounidense, asesor de Donald Trump y seguidor de la idea del presidente estadounidense de que EE UU ocupe Gaza y la convierta en una “Riviera de Oriente Próximo”.

El nombramiento de Moore, oficializado la noche del martes, sigue a dimisiones destacadas en el equipo directivo de la FHG. La más importante, la del anterior director ejecutivo, Jake Wood. Este marine estadounidense, cuya experiencia en el sector humanitario apuntalaba la fachada de credibilidad de una fundación sin trayectoria en ese campo, abandonó el proyecto justo cuando la organización iniciaba su reparto de cajas con comida en Gaza. Wood alegó que la empresa, impulsada por EE UU y por Israel, no cumplía con los principios de independencia, neutralidad y humanidad que el trabajo humanitario exige, especialmente en zonas de conflicto.

El perfil de su nuevo jefe no indica que esa falta de neutralidad e independencia vaya a cambiar. Moore, un pastor evangélico de 37 años que Trump ha nombrado como asesor interreligioso durante sus dos mandatos, se presenta en la web de su firma de consultoría como “un amigo evangélico del Estado de Israel”. Según esa misma biografía, desempeñó “un papel importante” durante la negociación para que los Emiratos Árabes Unidos establecieran relaciones con Israel en 2020, en el marco de los Acuerdos de Abraham impulsados por Trump para acercar el Estado judío al mundo árabe.

En una entrevista con el medio israelí The Jerusalem Post en mayo, Moore declaró: “el 80 o 90% de los evangélicos en todo el mundo tienen el pueblo judío e Israel en buena consideración”. “Desde el 7 de octubre [cuando Hamás penetró en el sur de Israel en unos ataques en los que murieron casi 1200 personas y 251 fueron secuestradas], la comunidad evangélica ha asumido la responsabilidad de alzar la voz”. Preguntado por ese medio israelí sobre la “presión considerable” que pesa sobre quienes se manifiestan a favor de Israel durante el último año, Moore contestó: “No conozco a ningún evangélico que se haya inmutado ante eso”.

El nuevo responsable del proyecto que lucha por monopolizar la distribución de alimentos en el territorio palestino ocupado también ha mostrado su apoyo a la iniciativa que pretende deportarlos de Gaza. En febrero, Trump anunció el plan para la creación de una “Riviera de Oriente Próximo” en la Franja. Durante aquella rueda de prensa junto con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, el presidente comentó “el increíble potencial” de la zona y la oportunidad que existía para construir algo “fenomenal” y “magnífico”.

Según la visión de Trump, Gaza sería a partir de entonces “para la gente del mundo” después de que los gazatíes, “que están viviendo en un infierno”, encuentren “un lugar mejor”. “El rey de Jordania y Egipto”, anticipó confiado, “abrirán sus corazones y nos darán los territorios que necesitamos para que la gente pueda vivir en armonía y paz”. Ambos países han reiterado desde entonces su negativa a aceptar lo que ellos mismos y las organizaciones internacionales definen como una limpieza étnica.

El reverendo Moore aplaudió la iniciativa, que implicaba el control de la Franja por parte de EE UU. El pastor evangélico afirmó entonces: “El presidente siempre termina las guerras y construye la paz (…) EE UU asumirán plena responsabilidad sobre el futuro de Gaza, dando esperanza y futuro para todo el mundo”.

El comunicado de la FHG que anuncia el nombramiento de su nuevo jefe celebra “el impulso” que, sostienen, está tomando el proyecto: “Hemos repartido 7 millones de comidas mediante un sistema seguro sin que ocurran incidentes”. El anuncio va en línea con los anteriores comunicados del grupo, que niegan ninguna responsabilidad en el baño de sangre de los pasados días en sus centros de distribución.

Durante los 8 días de actividad que acumula la fundación, más de 100 personas han muerto tiroteadas en el interior o en las cercanías de esos puntos de reparto, custodiados por mercenarios extranjeros y soldados israelíes. Los balazos también han alcanzado y herido a centenares de personas más. Testimonios y víctimas acusan el ejército israelí de abrir fuego contra las multitudes, pero tanto Israel como la propia FHG se desmarcan de los disparos mortales, reconociendo como mucho tiros de advertencia.

A pesar de negar estos incidentes, la fundación ha anunciado el miércoles que suspende su actividad hasta el jueves, deteniendo el ya escasísimo suministro de comida al enclave durante al menos 24 horas. Después de que el martes 27 personas más murieran acercándose a sus instalaciones, el grupo afirma que la suspensión temporal es necesaria para “trabajar en la renovación, la reorganización y la eficiencia” de su labor. Hasta nuevo aviso, indica la institución, los caminos que llevan hacia sus instalaciones serán considerados “zonas de combate”.

El lunes, el secretario general de la ONU, António Guterres, denunció que es “inaceptable que los palestinos se jueguen la vida por comida”, y exigió una investigación “inmediata e independiente” sobre los episodios de violencia en esos puntos de reparto.

El nuevo jefe de la FHG, muy activo en redes sociales, ha apuntado contra Guterres acusándolo de propagar noticias falsas en relación con las muertes durante la distribución de ayuda. “Señor secretario general, fue una mentira… divulgada por terroristas, y usted la está esparciendo”. Moore acompaña la crítica con el enlace a una investigación de la BBC. El reportaje desmiente que un vídeo en particular que Al Jazeera había relacionado con una matanza la refleje realmente, aunque no niega la matanza en sí.

Durante las últimas 48 horas, el reverendo ha compartido varias publicaciones en la red social X, propiedad de Elon Musk, que acusan a los “grandes medios de comunicación estadounidenses” -como The New York Times, la agencia Associated Press o la CNN- de informar utilizando a Hamás como única fuente, y de contribuir a un clima “antisemita” que ha resultado, según estas publicaciones, en el asesinato días atrás de dos trabajadores de la embajada de Israel en Washington.

En otro comentario, que responde a una congresista republicana que acusa a Guterres de “antisemita”, Moore anima a EE UU a “examinar cada céntimo” que el país aporta a la ONU, el principal actor humanitario durante décadas en Gaza.

Un caos aún no resuelto

En el comunicado de la FHG que anuncia su fichaje, el reverendo afirma que esta institución “está demostrando que es posible mover grandes cantidades de comida hacia la Franja de manera segura, eficiente y efectiva”. Los gazatíes, sin embargo, opinan lo contrario.

El proyecto, que dice tener como principal razón de ser que Hamás no desvié la ayuda humanitaria -una acusación que ni la ONU ni ninguna asociación humanitaria presente en Gaza ha corroborado- se presentó al mundo asegurando que contaría con un sistema para controlar el destino de sus donaciones. Según la propia fundación, este mecanismo permitiría a un representante de cada familia obtener la ayuda que abastecería su núcleo familiar. Imágenes registradas en sus puntos de reparto muestran cómo sus agentes dejan montones de cajas en el suelo y esperan que multitudes desesperadas corran hacia ellas, sin llevar a cabo un registro sobre los gazatíes que logran irse con algo en las manos.

“No hay ningún plan de distribución”, protesta un civil que trabaja en una asociación médica en ciudad de Gaza. Este hombre denuncia que la ayuda que reparte la FHG es muy insuficiente y que nadie controla que todo el mundo reciba algo. Afirma que los pocos puntos de distribución establecidos “están diseñados para que la gente se pelee”, y que muchas familias no cuentan con nadie que pueda acudir a la distribución con el desgaste físico, los riesgos y las tensiones que comporta.

“Yo, por ejemplo, no puedo abandonar mi trabajo para invertir todo el día en caminar 7 kilómetros hasta el punto de reparto”. Tras 20 meses de ofensiva, indica que hay “muchas familias encabezadas por mujeres, mayores, huérfanos, niños, enfermos o heridos. Toda esta gente no puede ir a buscar la ayuda”. A su entender, concluye, este “no es un proceso humanitario, sino un proceso inhumano”.