Aunque Elon Musk se esté despidiendo de su papel en la Casa Blanca, para volver a centrarse en sus negocios, los primeros presupuestos del segundo mandato de Trump muestran que la sintonía entre ambos sigue intacta, en lo que respecta a los planes para la NASA. En una propuesta que confirma los rumores de que el presidente de EE UU quiere eliminar casi un 50% el gasto en ciencia de la agencia espacial, no todo son recortes: aparece también una nueva partida de 1.000 millones de dólares destinados a la exploración humana de Marte, que es el gran sueño de Musk y la razón última por la que fundó su empresa aeroespacial, SpaceX.
Tras el estudio de recortes realizado por el DOGE —el departamento creado por Elon Musk para asesorar al presidente de EE UU— la administración Trump ha planteado un presupuesto total para la NASA de 18.800 millones de dólares en 2026. Eso supondría una fuerte caída de casi el 25% con respecto a los 24.900 millones de 2025, que ha alarmado a los expertos. “La Casa Blanca ha propuesto el mayor recorte de presupuesto anual de la NASA en su historia”, ha declarado Casey Dreier, responsable de política espacial de la Sociedad Planetaria. Esta organización sin ánimo de lucro, que promueve la exploración científica del espacio, ha pedido al Congreso de EE UU que rechace firmemente la propuesta de Trump porque “supone un paso atrás en el liderazgo estadounidense en la ciencia, exploración e innovación en el espacio”.
Como los presupuestos y prioridades de la NASA las establece el Congreso, que puede rechazar y modificar las propuestas del presidente de EE UU, los recortes y cambios profundos que plantea Trump no son definitivos. Sin embargo, sí son la primera indicación clara de cuáles son los planes de su administración para la agencia espacial. Son ya propuestas reales, más allá de exaltados discursos en los que se ha comprometido a enviar “astronautas estadounidenses para plantar las barras y estrellas [en referencia a la bandera de EE UU] en el planeta Marte”, algo que es materialmente imposible que suceda durante su mandato.
Lo que sí es posible, y es lo que indican sus presupuestos, es reenfocar la NASA para centrarla en la exploración espacial humana. Trump pide que casi la mitad de sus gastos para 2026 se destinen a financiar viajes de astronautas a la Luna (7.000 millones de dólares) y Marte (1.000 millones). La agencia se apartaría así de su línea actual en la que la prioridad son las investigaciones científicas, realizadas tanto por los astronautas en la Estación Espacial Internacional (ISS) como por los telescopios y las sondas robóticas que viajan por el Sistema Solar. Aunque los recortes son generalizados en todas las áreas de la agencia espacial estadounidense, afectan especialmente a las misiones científicas realizadas por robots.
Los astronautas, más protagonistas
Es el caso de la misión para traer de vuelta las rocas de Marte recogidas en los últimos años por el róver Perseverance —que llegó a Marte en febrero de 2021—. Ante el encarecimiento y retrasos acumulados, el nuevo presupuesto de Trump propone directamente cancelar la misión de retorno de las muestras marcianas. La NASA renunciaría así a competir con China, que sí tiene previsto mandar un robot para traer rocas de Marte en 2031, y confía esa tarea a los primeros astronautas que viajen al planeta rojo.
Si el Congreso de EE UU aprueba esta propuesta —que recorta 2.265 millones de dólares en misiones científicas espaciales y otros 1.161 millones en investigaciones de ciencias de la Tierra—, también quedarán cancelados tanto el uso de satélites para vigilar el clima terrestre como los estudios para desarrollar una aviación más verde. Además, la agencia dejaría de invertir 143 millones anuales en fomentar las vocaciones de científicos, tecnólogos e ingenieros. “La NASA inspirará a la próxima generación de exploradores a través de emocionantes y ambiciosas misiones espaciales, no a través de la subvención de programas STEM wokes, que priorizan a algunos grupos de estudiantes sobre otros y han tenido un impacto mínimo en el personal del sector aeroespacial”, explica el documento de presupuestos presentado por la Casa Blanca.
La motosierra presupuestaria de Trump y Musk llega también a la ISS, a la que pretenden destinar 508 millones de dólares menos en 2026. Eso supondría reducir el número de tripulantes que habitan permanentemente la estación espacial y disminuir su capacidad de investigación científica, “centrándola en esfuerzos críticos para los programas de exploración de la Luna y Marte”. El plan es seguir trabajando en una transición que sustituya la ISS por varias estaciones privadas para investigaciones científicas y preparar la desorbitación segura de la estación, para hundirla en el océano a partir de 2030; la NASA ya encargó en 2024 esa tarea a la empresa SpaceX de Elon Musk.
Primero la Luna, luego Marte
La nueva administración Trump ha mostrado por primera vez su compromiso con el programa Artemis para regresar a la Luna, que fue impulsado en 2017 por la primera administración Trump. La propuesta de presupuestos hace explícito que “la prioridad es regresar a la Luna antes de que China consiga llegar y poner a un estadounidense en Marte”.
Con ese objetivo, la propuesta es mantener las misiones Artemis 2 y Artemis 3 —previstas para 2026 y 2027—, pero a partir de ahí cancelar el cohete SLS y la cápsula Orion, para recurrir a naves espaciales privadas. “El presupuesto financia un programa para reemplazar los vuelos de SLS y Orion a la Luna con sistemas comerciales más rentables que apoyarían misiones lunares posteriores más ambiciosas”, detalla el documento de la Casa Blanca, que también propone cancelar la estación espacial Lunar Gateway, diseñada por la NASA junto con la europea ESA y otras agencias espaciales.
Los grandes beneficiados de este cambio serían los multimillonarios Elon Musk y Jeff Bezos. Sus empresas espaciales —SpaceX y Blue Origin, respectivamente— son las que más avanzadas van en la fabricación de megacohetes espaciales reutilizables y capaces de enviar naves con humanos hacia la Luna. Sin embargo, tanto el Starship de SpaceX como el New Glenn de Blue Origin todavía están en fase de desarrollo y no se sabe aún en qué año podrían estar operativos.
Es por ello que el candidato de Trump a dirigir la NASA, el también multimillonario Jared Isaacman, reconoció el pasado 9 de abril durante su examen ante del Senado estadounidense que el sistema actual del programa Artemis —con los vehículos SLS y Orion propios de la NASA— es la manera más rápida de que EE UU regrese a la Luna y bata a China en esa nueva carrera espacial. Presionado por senadores tanto republicanos como demócratas, Isaacman cambió su discurso inicial de que la prioridad sería Marte y admitió que antes hay que volver a la Luna. Sin embargo, afirmó que una vez lograda esa meta, “la NASA debería alejarse de la competencia con el sector privado y, en su lugar, centrar su talento e infraestructura de primera clase en el desarrollo de la próxima generación de tecnologías de exploración (incluidas las naves espaciales nucleares) como un siguiente paso lógico”.
Una vida extra para SLS y Orion
Isaacman había sido siempre muy crítico con el actual diseño del programa Artemis, al que puso en 2024 como ejemplo de los problemas de sobrecostes e ineficiencia de la NASA. El mes pasado, ante la comisión de Comercio, Ciencia y Transporte del Senado, chocó con los legisladores de estados en los que la fabricación de SLS y Orion sostiene a decenas de miles de familias. Una vez que esos senadores lograron arrancarle un compromiso por escrito a corto plazo con ese sistema para viajar a la Luna, el 30 de abril votaron a favor de su candidatura.
Así, todo apunta a que Isaacman acabará finalmente liderando la NASA. Solo resta que el pleno al completo del Senado ratifique su nombramiento, en una votación que está previsto que se celebre en las próximas semanas. El camino de los nuevos presupuestos de la agencia espacial será más largo. Tras el primer borrador, presentado el pasado viernes, la propuesta detallada de la Casa Blanca llegará a finales de mes. Y es el Congreso de EE UU quien redactará el presupuesto final y lo votará después del verano. Mientras tanto, el plan de Trump de cancelar SLS después de que la misión Artemis 3 lleve a los primeros astronautas del siglo XXI a la Luna es solo eso, una intención.
Lo único que es firme es la voluntad de Trump de reorientar la NASA. Pretende convertirla en una agencia de viajes espaciales tripulados, que abra el camino hacia la Luna y Marte, para que luego empresas privadas como la de Elon Musk exploten comercialmente los beneficios de abrir esas nuevas fronteras para la humanidad.