Teherán acude, entre el interés y el escepticismo, a dialogar con los emisarios del presidente que abandonó en 2018 el acuerdo nuclear
MADRID, 12 Abr. (EUROPA PRESS) –
Delegaciones de Estados Unidos e Irán reanudan este sábado en la capital de Omán, Mascate, sus negociaciones públicas sobre el programa nuclear de la república islámica tras siete años de distanciamiento y entre dudas sobre el formato que adquirirán las conversaciones de hoy, indirectas, según Teherán, aunque Estados Unidos confía en que los dos abanderados, el ministro de Exteriores iraní Abbas Araqchi y el enviado Steve Witkoff puedan verse las caras.
Estas conversaciones son las primeras de esta índole desde que la primera administración de Donald Trump decidiera abandonar unilateralmente en 2018 el llamado Plan de Acción Integral Conjunto, histórico acuerdo nuclear firmado tres años antes entre Teherán y las potencias mundiales (todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia incluida, más Alemania y la Unión Europea). El acuerdo comprometía a Irán a garantizar la naturaleza pacífica de su programa a cambio de la retirada de sanciones y, por lo tanto, su reincorporación a los mercados internacionales.
Trump acabó marchándose del acuerdo, un logro de su predecesor, Barack Obama, tras asegurar que el pacto no estaba obteniendo resultados y que Irán estaba a punto de hacerse con un arma nuclear, a pesar de los constantes desmentidos de Teherán.
Desde entonces, Irán se ha ido distanciando cada vez más de sus compromisos adquiridos con la agencia nuclear de Naciones Unidas, la Organización Internacional de la Energía Atómica. En noviembre del año pasado, y en respuesta a una resolución condenatoria del OIEA a este respecto, Irán anunció la activación «un número sustancial» de nuevas centrifugadoras avanzadas de enriquecimiento de uranio tras condenar la amonestación como «politizada» y «destructiva».
Estas negociaciones son una expresión de una realidad diplomática mucho más amplia como es la relación de Irán con Estados Unidos y sus aliados, comenzando por el enemigo declarado de la república islámica, Israel, en un momento de máxima tensión armada por los cruces de ataques entre ambos países durante la guerra de Gaza o la muerte en un ataque norteamericano en 2020 del arquitecto de la política militar exterior iraní, Qasem Soleimani.
Trump ha regresado al poder con voluntad, asegura, de negociar un acuerdo satisfactorio y ahorrarse tener que emprender acciones militares contra la república islámica, como ha amenazado desde su retorno a la Casa Blanca. «Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que sería preferible llegar a un acuerdo», dijo el pasado lunes, antes de resaltar que la alternativa «es algo en lo que no querría estar implicado».
Teherán ha acogido estos comentarios a medio camino entre la voluntad y el recelo, ha insistido en que no existirán acercamientos directos en un primer momento aunque ha asegurado que acudirá como un gesto de respaldo a la iniciativa. «Con seriedad y cándida vigilancia, estamos dando una verdadera oportunidad a la diplomacia. Estados Unidos debería valorar esta decisión, tomada a pesar de aspavientos de confrontación, que prevalece. No prejuzgamos. No predecimos», expresó en respuesta el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Esmaeil Baqaei.
A través de un breve comunicado publicado en su perfil de la red social X, Baqaei ha asegurado que Teherán tiene «la intención de evaluar la intención y resolución de la otra parte este sábado». «Reflexionaremos y responderemos en consecuencia», ha agregado el diplomático, parte de la delegación iraní junto al viceministro de Asuntos Políticos, Majid Tajt Ravanchi y Kazem Gharibabadi, viceministro de Asuntos Internacionales y Legales.