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Termómetro 5D | Los españoles contienen el aliento sobre el futuro de su situación económica

Termómetro 5D | Los españoles contienen el aliento sobre el futuro de su situación económica

La confianza del consumidor aguanta pese a los tiempos revueltos. La mayoría de los españoles creía a finales de marzo, poco antes de que la andanada arancelaria de EE UU alcanzara su ápice, que mantendría en los próximos meses sus hábitos de compra y de ocio: no renunciaría al pescado fresco ni al aceite de oliva, se iría de vacaciones y comería fuera igual o más que antes. También esperaba que su capacidad de ahorro perdurara en el futuro cercano, aunque su percepción sobre el mercado laboral e inmobiliario era algo más sombría. Casi un tercio sentía que el paro había aumentado y cerca de la mitad era pesimista sobre la posibilidad de comprar una vivienda, según la primera edición de Termómetro 5D, una encuesta pionera elaborada por 40dB. para CincoDías y EL PAÍS.

En un momento de incertidumbre elevada, con una guerra arancelaria en marcha y un reajuste del orden mundial, la encuesta aborda cinco dimensiones económicas esenciales para percibir el estado de ánimo de la ciudadanía. Por un lado, se pregunta a los encuestados sobre sus expectativas futuras de consumo, inversión y ahorro, tres categorías catalogadas como micro por estar más ligadas a las finanzas domésticas. Por el otro, se investiga la percepción de la sociedad sobre dos ámbitos clave a nivel macro: el empleo y el mercado inmobiliario.

A partir de 6.000 entrevistas, realizadas entre enero y marzo de este año, 40dB. construye un índice general y varios subíndices para cada dimensión que van de 0 a 100, donde cero se corresponde a una expectativa totalmente pesimista y cien a una respuesta optimista. El resultado global, bautizado como Índice 5D de clima económico, agrupa los cinco ámbitos de forma ponderada y alcanza los 46,1 puntos en el primer trimestre del año, lo que refleja una expectativa estable —rango que va de los 45 a los 55 puntos—, aunque al límite con el pesimismo moderado (30-45). La instantánea, sin embargo, no es monolítica: la perspectiva cambia cuando se desglosa cada categoría y se cruzan los resultados en función de la edad, la renta o la situación laboral del colectivo encuestado.

La investigación pretende bajar a la calle para tomar el pulso a la confianza de los consumidores, puesto que las expectativas, optimistas o pesimistas, son clave para la toma de decisiones. Más allá de la evolución de las grandes magnitudes macroeconómicas, las perspectivas sobre el futuro pueden paralizar inversiones, incidir en los patrones de consumo, y no siempre se basan en la racionalidad. “Las expectativas están sesgadas por el optimismo, el miedo, y la forma en que recordamos el pasado”, decía el psicólogo Daniel Kahneman, galardonado con el Nobel de Economía por sus trabajos sobre la economía del comportamiento.

El tamaño de la muestra y el número de dimensiones analizadas convierte el Termómetro 5D en una encuesta única en su género. El trabajo más parecido es el índice de confianza de consumidor del CIS, que se basa en 3.000 encuestas mensuales, pero aborda menos ámbitos. El Global Consumer Confidence Index de Ipsos, que se elabora en 29 países, cuenta con 21.000 entrevistas, pero no hay desglose sobre cuántas de ellas se realizan en España, y solo considera cuatro categorías.

La expectativa es estable en cuanto a consumo (48,6 puntos), la dimensión que más peso tiene en el índice general y que a su vez está conformada por siete subcategorías. A los encuestados se les ha preguntado en qué medida, en los siguientes seis meses, comprarán aceite de oliva, pescado fresco, ropa nueva, adquirirán un coche, se subscribirán a plataformas digitales de distinto contenido, comerán fuera y viajarán por ocio. La mayoría afirma que no cambiará sus hábitos, salvo en el caso de la compra de un vehículo, una decisión sobre la cual los consumidores se revelan moderadamente pesimistas.

Bajando más al detalle, muy pocos están dispuestos a renunciar a sus hábitos alimentarios (un 9,5% en el caso del aceite; solo un 14,2% afirma que prevé reducir su consumo de pescado fresco), mientras que más de un 20% contesta que no comprará ropa nueva en los próximos seis meses, ni viajará por ocio. Un porcentaje parecido es pesimista sobre aumentar sus comidas fuera de casa. Solo un 10% prevé adquirir un vehículo y una cifra aún menor aumentará su suscripción a plataformas (9,6%).

La perspectiva sobre los productos financieros también es estable, con un índice de 47,1 puntos. Casi un 70% afirma que no cambiará sus hábitos: seguirá invirtiendo lo mismo en el futuro o, en caso de no haberlo hecho antes, no empezará en los próximos meses. El mismo resultado se aplica a las previsiones sobre la capacidad de ahorro (49,7 puntos), pese a que hasta un cuarto de la muestra es pesimista y teme que sus finanzas mengüen en el futuro.

Estos datos contrastan parcialmente con las perspectivas de crecimiento de la economía española, que son positivas y muy superiores a la media de la eurozona. Pero la incertidumbre crece y son varias las heridas en el flanco, tanto internas como externas, y no hay garantías de que la situación no descarrile de un día para otro. La economía global se ralentiza y el giro de EE UU en política comercial y exterior ha disparado las tensiones geopolíticas y la carrera de rearme, al punto que la Comisión Europea ha recomendado a los ciudadanos hacerse con un kit de supervivencia en caso de guerra o eventos climáticos extremos; en el mercado nacional, la inflación no está del todo domada, el precio de la vivienda está por las nubes y el paro, aunque se ha contenido con respecto a los récords de la crisis financiera, se mantiene elevado, por encima del 10%.

La preocupación por el empleo y la vivienda

De hecho, y como suele ser habitual en las encuestas, las dimensiones macro son las que más desasosiego generan. En el caso de la vivienda y el empleo, la aguja está orientada hacia el pesimismo. Para estos supuestos, se ha preguntado a los encuestados cómo perciben la situación actual en comparación con los seis meses anteriores. El mercado laboral, con un índice de 42,5 puntos, unos tres puntos y medio por debajo del general, ya pisa el terreno del pesimismo moderado. Pese a que la afiliación está en máximos y el paro en su nivel más bajo en tres lustros, más de un tercio de la muestra percibe que el desempleo ha aumentado entre las personas de su entorno, una impresión más pronunciada en el caso de los más jóvenes y millennials —nacidos en las dos últimas décadas del siglo pasado—, y entre quienes tienen más dificultades para llegar a fin de mes.

La percepción sobre el mercado inmobiliario es aún más gris, pero en este caso coincide con los datos y refleja una crisis de acceso a la vivienda que se ha exacerbado en los últimos años. El precio del metro cuadrado ha alcanzado un récord histórico y la cantidad de salario que se destina a la hipoteca, cerca de un 40%, está en su nivel más alto en una década, según el Banco de España.

Todo ello ha doblegado la confianza del consumidor en cuanto a la vivienda hasta los 30,1 puntos, el más bajo de todas las dimensiones y a nada de caer en el rango del pesimismo fuerte —de 0 a 30 puntos—. Casi la mitad de la muestra percibe que hay menos personas de su círculo social que pueden permitirse comprar un inmueble en comparación con los seis meses anteriores, y solo un 9,4% afirma que hay más.

Las respuestas a la encuesta de 40dB. han seguido una tendencia hacia la mejora en enero y febrero, que en marzo se ha estancado. Para entonces, aunque Donald Trump aún no había anunciado la imposición de los aranceles más altos en un siglo —lo hizo el 2 de abril—, la guerra comercial ya estaba desatada y la incertidumbre se había disparado. En lo que va de mes, la actualidad ha sido abrumadora: China y Europa han respondido a las tarifas de EE UU, los mercados se han dado un batacazo épico y la Casa Blanca ha puesto finalmente una pausa de 90 días a su ofensiva comercial, pero nada asegura que no habrá nuevos volantazos. Habrá que esperar la próxima oleada de datos para saber cómo evolucionarán las expectativas en este contexto aún más convulso, con las palabras de otro ilustre de la economía, John Maynard Keynes, en la cabeza: “Cuando las personas anticipan un futuro próspero, tienden a gastar y a invertir más. Si prevén una recesión, el ahorro y la cautela dominan sus decisiones”.