Más de una vez ha explicado que concibe los soportes donde trabaja como campos gráficos de batalla (campal).
Sergio García (Guadix, 1967) suma tres décadas de trayectoria como ilustrador; la inquietud por dibujar nació en él muy pronto: tras leer en su infancia novelas del Coyote, cómics de la editorial Vértice o los de origen francés y belga que publicaba la revista infantil Cavall Fort, una vez que se trasladó junto a su familia a Cataluña. Entre ellos los de Franquin, que él copiaba una y otra vez y que le impulsaron a elaborar su propio fanzine junto a un amigo.
Sería a mediados de los noventa cuando emprendería esa andadura: para libros de texto y también para la revista Viñetas, que acogió su surrealista serie Ralph Edison, muy bien acogida entre los lectores, tanto que demandaron a esa publicación que le permitiera desenvolverse en historias más largas. Le propusieron entonces idear manga a la europea, y aquel fue el germen de Amura, que constituiría su inicio narrando en el cómic y que le permitió darse a conocer en Francia.
Allí publicó con la editorial Dargaud, para la que realizó Geografía marciana (1996-1998) y Dexter London (2002-2005), la primera muy alabada por la crítica y la segunda muy vendida, aunque García no la considera la mejor de sus propuestas. En el país vecino pudo conocer, además, al colectivo OuBaPo, que defendía planteamientos más libres y experimentales del cómic; junto a uno de sus miembros, el guionista Lewis Trondheim, firmó hace algo más de dos décadas Los tres caminos, la primera de sus piezas en la que indagó en las opciones de la narración multilineal, un salto respecto a la tradición de un solo relato.
Y ese trabajo, una vez más, le permitió dar el salto a Estados Unidos: Françoise Mouly, entonces directora de arte de The New Yorker, le propuso emprender una versión del mismo para su editorial infantil; así lo hizo en 2015 Perdidos en NYC, que suscitó mucho entusiasmo en América y le abrió las puertas del suplemento literario de The New York Times y, después, del mismo The New Yorker. Suyas son algunas de sus portadas.
Desde entonces la ilustración ha ganado terreno en su producción por encima del cómic, y hay una razón: el lenguaje de este último está más condicionado, mientras que el primer ámbito permite recibir influencias artísticas, una mayor complejidad. En todo caso, sus códigos continúan desplegándose a medio camino entre ambas áreas, sin vocación de definirse estrictamente, dejándose empapar por el arte de culturas que nos legaron imágenes potentes (como egipcios y griegos) y también por la vertiente rupturista de las vanguardias. Cuando sus obras desbordan los límites de la página, recuerda que el dibujo mural existía ya en la Antigüedad, y ha dedicado trabajos al Guernica o Las Meninas.
Hasta el 30 de mayo, este autor granadino exhibe por primera vez sus creaciones en la Galería Cayón, en la que es además la primera muestra que la sala madrileña dedica a esta disciplina. Se llama esta exposición “La línea que construye” y justamente profundiza en la cercanía estrecha de sus obras con las artes plásticas: basándose en un estilo muy lineal en sus formas (como era de esperar por su formación y su empleo habitual del iPad, y aplicando líneas siempre del mismo grosor) crea piezas con valor autónomo que, a diferencia de los desarrollos habituales de la ilustración, se presentan en formatos grandes. Esa exploración tuvo parte de la culpa de su Premio Nacional de Ilustración hace tres años; el jurado destacó que Sergio amplía el formato libro, llevando la narración gráfica a otros lugares, y multiplica las posibilidades de la ilustración con imágenes que por sí solas narran.
Efectivamente, existe un cariz narrativo también en sus ilustraciones: nace a partir de las posibilidades sintácticas del espacio gráfico. Como analizaba con motivo de su entrada en la Real Academia de Bellas Artes de Granada, le interesan el dibujo-trayecto, la narración multilineal, el espacio adaptado, los contenedores de historias (estructuras narrativas simultáneas) y los formatos expandidos. La secuencialidad del cómic la ha trasladado a este otro campo, gracias en parte a la verticalidad, y desde luego a ese buen manejo de la línea en todas las direcciones: como señala Francisco Baena en el catálogo para Cayón, para sacar de ella todas las formas, las luces, las sombras, los espacios, las texturas, la materia entera del mundo. Para suplantar a la pintura.
Sergio García. “La línea que construye”
C/ Blanca de Navarra, 7 y 9
Madrid
Del 10 de abril al 30 de mayo de 2025
OTRAS NOTICIAS EN MASDEARTE: