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Sánchez se aísla ante la amenaza de colapso de la legislatura: «Las elecciones están descartadas, no nos convienen ni a nosotros ni a Junts»

En agosto de 2018, el atleta keniata Kipruto ganó la carrera de los 3.000 obstáculos de Zúrich con sólo una zapatilla. Perdió la otra a los 500 metros, pero se mantuvo en la prueba, remontó posiciones y se impuso al marroquí El Bakkali al sprint. La legislatura para Pedro Sánchez es una carrera de obstáculos y la corre con una de sus piernas desnudas, tras desatarse Junts de la gobernabilidad. Pero, pese al riesgo de colapso de la legislatura, un fantasma presente entre los socios del PSOE, el presidente del Gobierno está decidido a seguir en competición. No valora, al menos en estos momentos, abandonar. «Ya sabíamos que iba a ser difícil, pero anticipar elecciones está descartado», exponen en La Moncloa. Haya o no convalidación del «escudo social», como lo llama el Ejecutivo de cara a la opinión pública, haya o no Presupuestos, Pedro Sánchez está decidido a resistir.

La estrategia del Gobierno pasa por poner el foco en el PP, y en mucha menor medida en Junts toda vez que se ha ordenado «perfil bajo» respecto al partido de Carles Puigdemont, con el propósito de que el desgaste y la crítica esté en ellos por tumbar las medidas, y no en La Moncloa por llevar al Congreso un decreto ómnibus con medidas que van desde la revalorización de las pensiones, la rebaja del transporte o la prohibición de desahucios hasta la cesión al PNV de la sede en París del Instituto Cervantes. Pero tanto en el Ejecutivo como entre los socios se admite que el Gobierno salió «debilitado» el pasado miércoles y que es normal que ahora esté en el relato de «no vamos a tirar la toalla».

«No tenemos la bola de cristal para saber qué va a pasar en la legislatura», señalan fuentes parlamentarias. «Lo que exigimos es que el Gobierno tiene que reaccionar», apuntan, en alusión a que el Gobierno debe revertir cuanto antes el rechazo a la revalorización de las pensiones, las rebajas en el transporte o la prohibición de los desahucios entre otras medidas. Una presión que también dirigen desde Sumar hacia La Moncloa para actuar «lo antes posible». Eso sí, también existe un convencimiento entre los grupos que apoyan al PSOE: «Habrá elecciones cuando Sánchez quiera, haya o no convalidación del decreto o Presupuestos».

«La situación política es la que es», admite un destacado miembro del Ejecutivo. «Lo que ha pasado es un reflejo de la dificultad parlamentaria y la complejidad aritmética», señala otro. El escenario es incierto, pero el mensaje que sale de La Moncloa dice: «Vamos a seguir gobernando». Creen en el complejo presidencial que pese a que las cuentas no salgan en el Congreso en muchas ocasiones, y el revés de esta semana haya sido duro, su acción de Gobierno, la mayoría de las medidas de ese decreto ómnibus que decayó, cuentan con el «respaldo de la mayoría social» del país.

Sánchez corre sin una zapatilla, pero sí con el apoyo de Sumar en este empeño de mantenerse en la carrera, de no adelantar elecciones el riesgo del desgobierno. «Ésta es una legislatura que tiene muchos baches, y los seguirá teniendo porque tenemos una mayoría parlamentaria que es muy compleja, todo el mundo lo sabe. Pero no tenga ninguna duda de que la legislatura durará a pesar de los baches», expuso Ernest Urtasun, ministro de Cultura. «Como siempre ha ocurrido con mis gobiernos, gobiernos de coalición en minoría parlamentaria, sudamos la camiseta, jugamos los partidos hasta el último minuto y al final sacamos las cosas adelante. Y es lo que vamos a hacer»» dijo este viernes Pedro Sánchez durante su visita a la Feria Internacional del Turismo (Fitur).

El presidente del Gobierno mantiene su hoja de ruta de intentar agotar la legislatura. Y en su núcleo duro creen que una «garantía» para poder cumplir este propósito es que «al que menos le interesan unas elecciones es a Carles Puigdemont». «No nos convienen ni a nosotros ni a Junts». La reflexión que trasladan los miembros del Ejecutivo consultados es que, por un lado, Junts tiene ahora una posición de fuerza que podría perder. Un hecho que también se admite en la formación independentista: «Nuestros votos cuentan mucho más que la legislatura pasada». Y, por otro, que Junts, de haber comicios, figuraría como el «culpable» de estos, «tendrían que dar explicaciones y, seguramente, sacarían un mal resultado».

Existe la percepción en el Gobierno de que ese horizonte sin elecciones es uno de los motivos que llevó a PP y a Junts a rechazar las medidas en el Congreso. Explican que si hubiera una perspectiva de comicios quizás se hubieran pensado más el rechazar la subida de las pensiones, un importante nicho de votos, o las ayudas dirigidas a los afectados por la dana, siendo los votos de la Comunidad Valenciana importantes para llegar a La Moncloa.

En el Gobierno interpretan que otro «seguro de vida» para sostener la legislatura es Vox. En concreto el hecho de que el Partido Popular necesite de esta formación tanto para sacar adelante una moción de censura como en el propósito de Alberto Núñez Feijóo de llegar a La Moncloa y la negativa que han mostrado PNV y Junts a toda ecuación en la que sea necesaria la formación de Santiago Abascal. Y ello pese a que desde ERC llevan tiempo advirtiendo, e insisten, en que «hay tres derechas en el Congreso y que algún día Junts hará presidente a Feijóo. Es que se ve en la votaciones». El miedo a la llegada de la derecha radical al poder es una de las palancas asiduas de Pedro Sánchez para tratar de mantener el pegamento en su bloque, donde los socios también advierten que la apelación a ese fantasma no es suficiente.

Entre los socios de Sánchez también se pone el foco de la culpabilidad en el PP y Junts, pero no se descarga a La Moncloa de responsabilidades. Sobre todo, en el hecho de que insista en las «lentejas», en que no negocie previamente o lleve a votación iniciativas que no admiten discusión. La Moncloa defiende que en diciembre pasado negoció con los grupos el decreto ómnibus y que contaba con 179 votos, esto es, el bloque de investidura, incluido Junts. La formación independentista se queja de que recibió el texto uno o dos días antes de que lo aprobara el Consejo de Ministros, y que ni siquiera dio tiempo a estudiarlo todo con detalle cuando ya lo había aprobado el gabinete. Y que el acuerdo con el PSOE era no volver a protagonizar negociaciones in extremis.

«El Gobierno tiene que negociar. No puede estar diciendo todo el rato diciendo que son lentejas», señalan desde los partidos del Congreso que sustentan a Sánchez. «Queremos que todo salga, pero en algún momento tienen que aprender. Si no han aprendido ya…». Esta misma semana, el lehendakari, Imanol Pradales, se mostraba confiado de que «no se ha acabado la legislatura», aunque, añadía, «pese a que haya momentos que parece que ésta fracasa». Y por eso el líder vasco pedía a La Moncloa «trabajar de otra manera los acuerdos».

Hay otro factor en el que basa el Gobierno su optimismo de cara a poder sostener la legislatura. Que la relación con Junts no está rota, pese a las amenazas y advertencias de esta formación, que expone que su objetivo «no es dar estabilidad al Gobierno sino que Cataluña sea un estado independiente, somos un partido catalanista». Fuentes gubernamentales y socialistas confirman que hay diálogo y contacto con Junts pese a lo sucedido el miércoles y el anuncio de Puigdemont, la pasada semana, de suspender las negociaciones sectoriales. «Las conversaciones se mantienen tanto con el grupo en el Congreso como con el partido, con la gente de Turull». Pese a la gravedad, insisten en calificar lo de esta semana como «un hecho puntual». «Las conversaciones siguen y lo hacen para que todo siga para delante».

Eso sí, tanto en el Gobierno como en el PSOE admiten que «el problema es cómo está Junts. Hablas y puedes avanzar, pero todo depende de cómo se despierta Puigdemont y de lo que decide. Y entonces se carga todo lo que se haya podido avanzar». Nadie es capaz de ver en la bola de cristal.