La estrategia marcada por Pedro Sánchez para «alinear» a las federaciones del PSOE se ha guiado por un hilo conductor: catapultar a tres de sus ministros, María Jesús Montero, Óscar López y Pilar Alegría, para hacerse con el control del partido, respectivamente, en territorios clave como son Andalucía, Madrid y Aragón. Todos ellos han conseguido ser nombrados secretarios generales en sus comunidades de origen evitando elecciones primarias, lo que ha permitido, a su vez, reducir el círculo de regiones desmarcadas de Ferraz a Castilla-La Mancha y Extremadura.
La última en alcanzar esta meta ha sido Alegría, quien, con su desembarco en Aragón, brinda al líder socialista la conquista de uno de los bastiones más críticos con su gestión y enormemente reacio a los pactos con el independentismo y la concesión de privilegios a Cataluña. Darío Villagrasa, el candidato apadrinado por el hasta ahora secretario general en la región, Javier Lambán, anunció este viernes que desistía de su intención de pelear por el control autonómico ante el viraje de numerosos dirigentes que se presumían de su cuerda.
Aunque se evita expresar críticas en público, un sector del partido no ve con buenos ojos el nuevo desembarco de ministros en los territorios, a los que se suman los de Ciencia y Política Territorial, Diana Morant y Ángel Víctor Torres, reelegidos como secretarios generales en la Comunidad Valenciana y en Canarias, respectivamente, y también la presidenta del Congreso, Francina Armengol, que continuará al frente de la federación de Baleares. El caso más paradigmático de las dudas que genera esta estrategia lo personaliza Montero, que en su condición de titular de la cartera de Hacienda tendrá que negociar la reforma del sistema de financiación autonómica para todas las comunidades mientras lidera a la vez la oposición al popularJuanma Moreno en Andalucía.
Tras este paso atrás del candidato lambanista en Aragón, ya sólo quedan por celebrarse primarias en el PSOE de Cantabria, que tendrán lugar el 16 de febrero. Aquí la batalla se va a librar entre dos personas que hasta ahora se consideraban totalmente afines a Sánchez: el aspirante a la reelección, Pablo Zuloaga, y el diputado nacional Pedro Casares.
En Ferraz no han ocultado su malestar por el hecho de que Casares tratara de «hacer la guerra por su cuenta», lo que se tradujo en su salida de la Ejecutiva Federal tras la remodelación que se hizo en el Congreso del partido en Sevilla y en la entrada en su lugar de la delegada del Gobierno en la región, Eugenia Gómez, mano derecha de Zuloaga. Aun así, no se espera que pueda haber un acuerdo para una lista de integración y sí una pugna ajustada en la que la militancia tendrá la última palabra.
El proceso de renovación territorial del PSOE ha dejado primarias también en Murcia, donde Francisco Lucasse ha impuesto a Diego Conesa -ambos también muy próximos a Sánchez- y en Extremadura, donde Miguel Ángel Gallardo ha sido reelegido con rotundidad frente a Esther Gutiérrez, la candidata que, aunque de forma sutil, contaba con el aval de la cúpula federal para intentar arrebatarle el liderazgo.
También ha habido cambio en la federación de Castilla y León, dirigida ahora por el alcalde de Soria, Carlos Martínez, después de que Luis Tudancarenunciara a ser reelegido tras su enfrentamiento con la dirección nacional, y en La Rioja, donde Javier García, portavoz del partido en el Parlamento regional, ha tomado el relevo a Concha Andreu tras su decisión de no presentarse, y que, al igual que su predecesora, está dentro de la línea oficialista.
El fin del lambanismo
A causa de la resistencia gala del PSOE de Aragón, como la calificaba Lambán, el presidente del Gobierno lleva casi dos años sin pisar la ciudad de Zaragoza, un periodo de tiempo quizá demasiado largo, o al menos lo suficiente como para que la sociedad aragonesa, históricamente socialista, decidiera depositar su confianza justo en la acera de enfrente. Alegría tiene ante sí el reto de acabar con el mandato de Jorge Azcón, actual presidente de Aragón y cada vez más fuerte barón popular, al que las encuestas publicadas por medios regionales sitúan a las puertas de la mayoría absoluta.
Así, para ir calentando motores, en la presentación de su precandidatura, Alegría recordó su primer enfrentamiento, ocurrido en 2019, cuando ambos deseaban liderar el Ayuntamiento de Zaragoza. Las urnas se decantaron por la socialista, pero su incapacidad para formar acuerdos elevó al popular a la alcaldía.
Derrotada o no en aquella ocasión, lo que es un hecho es que Alegría ha sabido ganarse la confianza de la militancia mostrándose como la única persona capaz de devolver Aragón a las manos del socialismo. Y es que, mientras la zaidana exhibía el músculo que le aporta su cartera ministerial y el respaldo de Ferraz, Villagrasa se ha quedado a medio camino entre Sánchez y Lambán, provocando que grandes figuras del partido adscritas a este último terminasen por darle la espalda.
La retirada de Villagrasa supone el fin del lambanismo en Aragón, de 12 años en los que el PSOE llegó a ocupar el Edificio Pignatelli (sede del Gobierno autonómico) durante dos legislaturas.
El hasta este viernes candidato, que ha pactado su permanencia en el partido y su integración en el futuro equipo de Alegría, quiso defender el legado que Lambán ha dejado en la región, del que ha afirmado sentirse «orgulloso», y destacar que, pese a no identificarse con ninguno de los movimientos existentes en el seno del partido, «hoy no ha habido una derrota del lambanismo».
Por su parte, el ex presidente aragonés, a través de una publicación en X, mostró su afecto por el hombre que era la gran apuesta para mantener su ideario y le ha agradecido su esfuerzo en este proceso de primarias.