Al grupo Redeia y a su filial Red Eléctrica de España (REE), el gestor del sistema eléctrico, se le ha aparecido el fantasma del gran apagón. El fantasma ha conmocionado la empresa y todo el país mientras el Estado, el principal accionista del grupo (20%), decide cuánto dinero se va a canalizar hacia nuevas redes de electricidad y cómo se van a retribuir. Cuando el Gobierno y la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC) decidan sobre la Planificación de Redes 2025-2030 y sobre su retribución en el nuevo periodo regulatorio 2026-2031, el grupo que preside la exministra socialista de Vivienda Beatriz Corredor presentará un nuevo plan estratégico. Estará marcado por una explosión en la solicitud de conexiones a la red de electricidad, por los planes de cierre de las nucleares y por la producción renovable —56,8% de toda la electricidad generada en 2024, según datos de la propia Redeia—. El objetivo último es que el 81% de la energía que corra por la red en 2030 sea de origen renovable.
Redeia se enfrenta a un salto cuantitativo en las solicitudes de acceso a la red eléctrica que obliga a acelerar las inversiones. La compañía invertía en la última década en torno a 400 millones anuales, pero el pasado año alcanzó un récord de 1.104,9 millones. “De cara a este 2025 nos hemos comprometido a llegar a los 1.400 millones, lo que nos hará superar los 4.200 millones de inversión acumulada en el periodo 21-25”, apuntan en el grupo. “Para afrontar este mayor volumen de inversión”, sostiene Renta 4 en su análisis sobre la empresa, “Redeia cuenta con una estructura de balance que todavía tiene margen (sin perjudicar al rating ni al dividendo), gracias a un flujo de caja operativo creciente y la desinversión en Hispasat”, añaden estos expertos.
Traducido del lenguaje financiero: Redeia se libró este año de una carga al vender la empresa de satélites Hispasat por 725 millones pese a registrar minusvalías contables y tiene capacidad para mantener a buen nivel la retribución al accionista. “No debería tener problemas”, apunta Álvaro Blasco, de ATL Capital, “a pesar incluso de su abultada deuda”. La deuda neta de Redeia superará este año los 5.660 millones y, según los analistas de Renta 4, “se elevará ante las mayores inversiones pese al flujo de caja operativo creciente”. Un peso con riesgo acotado, apuntan fuentes del grupo, porque el 90% de la carga es a tipo fijo. La rentabilidad de Redeia, en todo caso, está fuertemente condicionada por la regulación, especialmente por la retribución a la red de transporte que fija la CNMC. La compañía defiende un 7% de retribución a la inversión frente al 5,58% actual, insuficiente para abordar las necesidades de inversión.
Cambio de paradigma
Fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica explican el reto al que se enfrenta Redeia: “Se ha pasado de una demanda [de puntos de conexión] vegetativa a una demanda de más de 100 GW que supondría duplicar la capacidad de la red actual; donde antes la demanda era sobre todo para generación, ahora la principal demanda es de la industria, de los puertos, de los ferrocarriles, del tejido industrial y productivo. El 41% de las solicitudes son peticiones de acceso a demanda; el 40%, de generación; y el 19% de almacenamiento”. La conclusión ante la escalada es simple: No es posible integrar todas las peticiones en los próximos cuatro años, por lo que habrá que priorizar. Estará en cabeza la industria que más valor aporte al conjunto del país. El Ministerio de Transición ha instado reuniones a tres bandas, con Redeia y las comunidades autónomas para ordenar el proceso.
La coordinación para planificar las redes de transporte de electricidad es clave. España, como el resto de Europa, ha iniciado un proceso de reindustrialización y de electrificación de la economía que está haciendo aflorar nueva demanda en el ámbito industrial, tecnológico y de hidrógeno verde. Entre otras cosas, España se ha convertido en un polo de atracción de la inversión en centros de las grandes empresas tecnológicas, atraídas por la apuesta renovable que abarata la energía y por el interés de las compañías energéticas y constructoras en participar en el negocio de infraestructuras para la IA. Los centros de datos son voraces en el consumo de electricidad y agua y pueden comprometer sistemas energéticos limitados.
Los inversores están atentos. A pesar de ser uno de los valores refugio de los grandes fondos, las consecuencias del apagón están aún por determinarse. Desde que se produjo el incidente sus títulos han caído un 7%. Redeia gestiona 44.000 kilómetros de líneas de alta tensión (negocio regulado), así como activos de almacenamiento; además, está diversificada geográficamente con participaciones en activos en Perú, Chile y Brasil y cuenta todavía con presencia en el negocio de las telecomunicaciones con una participación del 51% en Reintel (fibra óptica). El grueso de sus ingresos proviene del Estado. En 2023 ganó 690 millones y, aunque el pasado año disminuyó el beneficio bruto un 46% —368,4 millones— por la venta de Hispasat y la ausencia de ingresos por el final retributivo de las redes anteriores a 1998, asegura rentabilidades por dividendo por encima del 5%. Aún es un imán para los fondos y para inversores con el ojo siempre avizor como Amancio Ortega, que compró un paquete del 5% en la compañía hace cuatro años a través de su sociedad Pontegadea.
La inflación, los tipos de interés elevados, las tensiones en el suministro de materias primas y la evolución del contexto energético europeo pueden impactar el coste de capital y la planificación de inversiones de Redeia, pero si la situación no se complica a corto plazo, el compás de espera acabará el próximo ejercicio. Entrarán en funcionamiento nuevas líneas —más ingresos— y estará más cerca el aprovechamiento de dos infraestructuras clave para Redeia: la interconexión con Francia y el proyecto de la presa de almacenamiento Chira-Soria en Gran Canaria. La interconexión con Francia, compleja, está diseñada para gestionar excedentes y déficits de energía entre ambos países. Un sueño para un país —España— que es una isla energética en Europa como se ha demostrado esta semana.