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Puigdemont tuvo a los ministros esperando en una sala anexa de Moncloa mientras Bolaños y Montero remataban el ‘sí’ al decreto: «Oxígeno para nosotros»

Apenas ha amanecido y ya hay un ritmo frenético en La Moncloa. Pocas horas de sueño. Ministros como María Jesús Montero y Félix Bolaños, que llevan la batuta, saliendo y entrando de despachos, colgados del móvil. Subsecretarios y asesores a la carrera de un lado a otro. Pedro Sánchez pendiente de todo, mientras hay ministros que esperan en las salas contiguas a la del Consejo de Ministros, expectantes si se concreta o no el pacto con Junts. La fumata blanca llega pasadas las 11.00 horas de la mañana, aunque a ultimísima hora del lunes por la noche «ya había agua en la piscina». El Gobierno salva su llamado «escudo social» a cambio de ceder en dos nuevos asuntos con Carles Puigdemont:acepta que el Congreso debata sobre si Sánchez debe someterse a una cuestión de confianza, algo a lo que se oponían; y trocea el decreto que rechazó el Congreso, dejando fuera las medidas económicas, tras afirmar y reafirmar que no pensaba trocearlo.

En el Gobierno había ayer «euforia»; ven el pacto para salvar medidas como la revalorización de las pensiones, la rebaja del transporte, ayudas a la dana, o prohibición de los desahucios -reformulando la medida, eso sí-, como una «victoria». Precisamente el punto sobre los desahucios fue lo último que se cerró, según relatan fuentes conocedoras de la negociación, con la creación de un sistema público de avales y garantías para propietarios e inquilinos. Se prevén medidas para proteger a las familias vulnerables, así como medidas para garantizar el cobro del alquiler a los propietarios y el pago de los desperfectos ocasionados por los okupas o por los morosos en las viviendas.

«Ayer [por el lunes] por la mañana no lo veíamos posible. Pero al final hemos podido negociar». Esa negociación incluye que el Gobierno –PSOE y Sumar– tramiten en el Congreso la iniciativa para que haya un debate de los grupos sobre si Sánchez debe someterse a una cuestión de confianza. Una iniciativa que Junts tendrá que reformular. Era una línea roja para Junts, esgrimiendo incumplimientos y falta de confianza con los socialistas. Socialistas y magentas ya habían dado en dos ocasiones patada hacia delante a la iniciativa. Esgrimía el Ejecutivo que era una cuestión «extemporánea» e innecesaria -«no vemos la necesidad», repetían- porque «cumplimos con los compromisos», además de ser una prerrogativa del presidente del Gobierno y no de los grupos. «No es fair play», decían. Pero como con la negativa trocear el decreto, hace un nuevo gesto a Junts cediendo.

Eso sí, Sánchez mantiene que transige con que se debata si debe someterse, pero dice que no se someterá a ella. «El Gobierno no ve la necesidad de hacerlo», dijo ayer a los medios.

Porque fue Sánchez el que compareció para explicar el acuerdo y el decreto, lo que da medida de la importancia del pacto y el momento.

La negociación discurrió en los últimos días, intensificándose del lunes al martes. Aunque había pesimismo, entrada la noche del lunes «ya había caldo en el fuego pero no sabíamos si iba a hervir», exponen fuentes conocedoras de la negociación. El feeling cambió. «Ahí no lo dábamos por perdido». Había opción, pero había miedo a la noche. A cómo reposaría lo hablado Puigdemont y cómo se levantaría. En la recámara ya se manejaba un posible Consejo de Ministros extraordinario.

El martes a primerísima hora se retoma la negociación. Sigue viva. El Consejo de Ministro, previsto para las 09.30 horas no empieza esperando a la negociación. Los ministros esperan acontecimientos en las salas contiguas. Pasa el tiempo y se decide celebrar el Consejo de Seguridad Nacional, previsto para las 10.30 horas, toda vez que quienes lo integran están todos en Moncloa. Los ministros que no participan de él siguen aguardando en las salas noticias.

El visto bueno definitivo de Junts llega pasadas las 11 horas. Acaba el Consejo de Seguridad Nacional y, ahora sí, se celebra el Consejo de Ministros. El decreto se lleva en mano a la reunión porque no estaba en el orden del día. El texto, dicen en Moncloa, está pactado con los grupos del bloque de investidura. Podemos dio ayer su visto bueno. «Para nosotros es oxígeno», describen fuentes del Gobierno. «Encontramos la solución a un problema puntual y apuntalamos el relato: tenemos un Parlamento difícil, pero no pasa nada, tenemos que vivirlo con naturalidad. El presidente lo vive así», traslada su núcleo duro.

El pacto supone que Junts «descongela» las negociaciones con el PSOE, que Puigdemont congeló hace 10 días, aunque en realidad nunca ha dejado de hablar con los socialistas. «Siempre ha habido un canal de diálogo», constatan en el Gobierno.

El nuevo escenario facilitará la negociación de la transferencia «integral» de las competencias de inmigración, que se encuentra muy avanzada. «No vamos a ceder en nada. Todo depende de que el Gobierno acepte nuestras condiciones. Si lo hace, puede cerrarse mañana», apuntan fuentes de Junts, que esta semana llegó a pedir la cabeza del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, por obstruir el acuerdo al no querer ceder el control fronterizo.

De acabarse concretando este pacto primordial para los neoconvergentes, podría incluso abrir la puerta a la negociación de los Presupuestos, si bien Junts exige para ello que antes se cumplan otros compromisos previos, fijados en el acuerdo de investidura de Sánchez. Además del acuerdo migratorio, el Gobierno debería cumplir con la oficialidad del catalán en Europa o la liquidación de inversiones consignadas para Cataluña en anteriores Presupuestos y finalmente no ejecutadas. Antes de este impasse en su relación con el PSOE, la formación secesionista catalana reclamaba que la Generalitat ingresara 4.100 millones adeudados sólo para sentarse a negociar las nuevas cuentas. «Seguiremos con el carpeta a carpeta y es importante que se cierren carpetas si el Gobierno quiere abrir nuevas», aclaró ayer la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras. La Moncloa abre esa puerta, «volvemos a todo», pero con cautela.

¿Podría decaer el debate de la cuestión de confianza si antes se pacta la inmigración? Junts no lo descarta, aunque su deseo es que se produzca para seguir retratando públicamente al presidente del Gobierno. Y eso que algunas voces del partido también señalan que, pese al triunfo de Puigdemont, éste tenía «infinitas» ganas de la reconciliación con el PSOE.