Buscar

¿Por qué Prevost?

Ante la impactante elección del primer pontífice estadounidense en cuestión de veinte horas por parte de un cónclave multitudinario, en estos momentos se plantean tres grandes interrogantes: ¿Por qué Prevost?, ¿quién es León XIV? Y ¿cómo será el nuevo papa?

Robert Francis Prevost fue elegido en tan solo cuatro votaciones porque, sin duda, era la única figura capaz de alcanzar los dos tercios necesarios del electorado más numeroso hasta la fecha: 133 cardenales. En los dos últimos cónclaves, que eligieron a Joseph Ratzinger en 2005 y a Jorge Mario Bergoglio en 2013, ambos en solo 24 horas, habían sido 115 los votantes, la cifra más alta en la historia.

Desconcertado ante la abundancia de nombramientos cardenalicios de manos del papa Francisco (y quizá también ante sus contradicciones), el respetado jesuita estadounidense Thomas Reese, a pesar de haberle manifestado su apoyo, sugirió hace dos años en el National Catholic Reporter que abandonara la idea de los cónclaves de corta duración: “Más vale dedicar dos semanas a elegir un papa que votarlo con prisas y sin conocerle lo suficiente”. No obstante, no ha sido así.

Cierto es que hay varios factores que conviene tener en cuenta: la presión mediática, pero en esta ocasión también la expectativa desmedida de los medios digitales, la popularidad de Francisco y tal vez también el deseo de un pontífice diferente. Pero nadie se hubiera imaginado que esto ocurriría en tan solo 20 horas de votaciones y que se obtendría una mayoría que, no tan solo alcanzó los 89 votos necesarios, sino que superó holgadamente el centenar, tal y como afirmó Désiré Tsarahazana, el cardenal de Madagascar.

Así pues, Prevost fue percibido desde el primer momento como el único hombre capaz de obtener el consenso. Era conocido por muchos debido al último cargo que había ostentado, el de responsable del organismo curial encargado de la nómina de obispos en toda la Iglesia católica. Tan solo el italiano Pietro Parolin —secretario de Estado nombrado por Bergoglio, tras confirmar durante escasos meses a Tarcisio Bertone— era más conocido que Prevost.

Sin embargo, a pesar de su evidente visibilidad y de las capacidades diplomáticas que se le reconocen como heredero de la mejor diplomacia de la Santa Sede, Parolin nunca ha sido un “pastor” —como reivindicaban muchos cardenales en las reuniones preparatorias del cónclave—, puesto que tan solo trabajó dos años como colaborador en una parroquia de muy joven. Además, históricamente, tan solo tres de 53 secretarios de Estado han sido elegidos papa.

Prácticamente, todos los medios han pasado por alto esta realidad, así como las críticas dirigidas al secretario de Estado, seguramente debilitado por su gestión durante la sede vacante del caso de Angelo Becciu, el cardenal que quedó excluido del cónclave, a raíz de un proceso vaticano que ha sido objeto de críticas internacionales, a las que se sumaron, aunque de forma discreta, las del mismo Colegio Cardenalicio. Se llegó a especular que una gran parte de los votos, de 40 a 60, habrían beneficiado a Parolin, aunque sin ningún fundamento.

A pesar de ello, el anuncio confirmó la elección que se estaba preparando. El consenso se volcó de inmediato en Prevost, agustino de 69 años, nacido en Chicago de padres de ascendencia europea: francesa, italiana y española. Al igual que Bergoglio, el argentino —o, mejor dicho, el porteño— con abuelos italianos. Dos americanos, ambos europeos: el primero del sur, el segundo del norte, aunque también del sur, puesto que tiene nacionalidad estadounidense y peruana.

Por primera vez, momentos después de anunciarse el resultado de la elección, un papa se expresó en dos lenguas: no en su inglés materno, sino en italiano —que habla con fluidez, junto a otros cuatro idiomas— y en español, con el que León XIV saludó a su diócesis de Perú, país donde residió muchos años. Por primera vez, Prevost no improvisó, como sí hicieron los tres papas no italianos que le han precedido, sino que leyó un texto de su puño y letra, cuidadosamente elaborado en las horas previas.

A juzgar por el perfil del nuevo papa, empiezan a vislumbrarse algunas posibles líneas de un pontificado que, previsiblemente, será más largo que los dos anteriores, cuya duración fue de 8 y 12 años, respectivamente. Prevost es un hombre muy preparado, en la tradición de los agustinos, de los que fue superior general. Afable y a la vez resuelto, León XIV se presentó con una frase de San Agustín: “Con vosotros soy cristiano, para vosotros soy obispo”. Ante todo, pues, un cristiano. Y no es poco.