Santiago González
Actualizado Miércoles,
29
enero
2025
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00:01
El Consejo de Ministros y Ministras empezó ayer con retraso. El Gobierno lo explicó porque «estamos trabajando», expresión que revela un empleo de la lengua descaradamente heroico, aunque no tanto como el que llegó a alcanzar Zapatero, en los que acuñaron y popularizaron la locución «nos estamos dejando la piel», que es más heroica si cabe, amén de un evidente despropósito. ¿Qué utilidad podría tener el pellejo de unos semovientes, aunque tuvieran el grado de ministros? Antaño sí, servían para hacer odres y botas de vino, pero ahora esta industria ha decaído mucho. En mi pueblo, que raramente alcanzó los mil habitantes, llegó a haber siete boterías y ahora sólo queda una, no digo más.
Total, que «estamos trabajando» quiere decir que el sanchismo estaba amontonando ante Puigdemont todo tipo de ofrendas y cesiones que le permitan al pastelero de Amer ordenar a los suyos un plácet para lo que el sanchismo llama pomposamente el escudo social, un revoltijo de medio centenar de medidas con los que el Gobierno pretende socorrer a los más desfavorecidos. Pedro ha dicho que estaba trabajando y ha añadió otra expresión sinónima, «sudamos la camiseta hasta el final».
Pedro personaje de Katharine Hepburn en La fiera de mi niña: nada se va a aclarar mientras ella se empeñe en explicarlo todo. Ayer compareció para decir que se la envainaba, ma non troppo. Habían dicho hasta la saciedad que no iban a aceptar la moción de confianza, que exigía el de Waterloo, que eso era una prerrogativa del presidente. El susodicho aceptó ayer tramitar la cuestión de confianza, pero ojo, no se ha comprometido a aprobarla, «no la veo necesaria», dijo a los periodistas. O sea, que tramitar sí la tramitará, pero votará en contra. Se había negado a trocear el ómnibus cuando el PP le anunciaba esa sola condición para votar lo de las pensiones, lo del transporte y las ayudas a los damnificados de la dana y ayer lo troceó. Contó que habría cambios en lo de los desahucios, garantizando los derechos de los propietarios y los inquilinos, ya veremos como lo entiende cuando lo pase a limpio.
Hizo pujos de virtud al negar que hubiera regalado un palacete al PNV: «Fue restituirlo a su legítimo propietario que había sido privado de él por la Gestapo y el franquismo». Ya lo habíamos explicado, pero insistamos. No fue la Gestapo, sino el Tribunal Civil del Sena el que reconoció al Gobierno español (sí, el de Franco) la titularidad del edificio en 1943, durante la ocupación alemana. Pero ese mismo tribunal volvió a reconocer la titularidad en 1949, fallo que ratificó la Corte de Apelación de París en 1951. No fue Franco quien lo ocupó, sino la 4ª República Francesa quien se lo devolvió a España. Pedro confunde al Gobierno vasco con el PNV, de análoga manera que confunde al Gobierno de España con el PSOE y al PSOE consigo mismo y con aquí su señora.
Ayer volvió a su estilo: anunció que cedía como un triunfo, sin que quien le ha doblado el pulso, Junts, pueda albergar la ilusión de que va a salirse con la suya. Mientras Puigdemont, el gran ausente, volvía a formar parte de la Coalición Progresista (COPRO), él cargaba de nuevo contra el PP y Vox, alguien tiene que pagar el coste de su anuncio publicitario.