“Soy capitalista. A full”, espeta Miguel Marzal, 23 años, cuando se le pregunta cómo se define ideológicamente. “Yo libertario, porque soy argentino”, dice a su lado Matias Palloti, 25 años, seguidor de Javier Milei. Ambos sonríen con la mirada oculta bajo unas enormes gafas de sol. Han pagado 180 euros por una entrada para el Madrid Economic Forum, una minucia para ellos pese a su corta edad: Marzal es conocido en redes sociales como el rey del Rent2Rent, porque gestiona el alquiler de más de 2.000 habitaciones en toda España con su empresa, Te alquilamos tu casa. Vienen al acto para hacer contactos —networking, lo llaman— y rodearse de gente que piensa igual que ellos. ¿Los mayores problemas de España? “Los impuestos y dar ayudas a personas que no tienen recursos en lugar de crear buenos puestos de trabajo”, aseguran.
Como ellos, varios miles de personas, en su mayoría hombres en la veintena y la treintena, asisten este fin de semana en el Palacio de Vistalegre de la capital al foro, que reúne a más de una veintena de ponentes, desde youtubers con cientos de miles de seguidores, a economistas ultraliberales, profesores universitarios, agitadores de gran predicamento en círculos de extrema derecha, conspiranoicos o políticos retirados y en activo, con Milei, que interviene este domingo, como cabeza de cartel.
El evento, organizado por las empresas Abast y Racks, que se dedican a asesorar a compañías o individuos “con intereses en Andorra”, y patrocinado por la plataforma de criptomonedas española Bit2Me, ha saltado por primera vez a Madrid desde el Principado, donde celebró sus dos primeras ediciones. Y lo hizo con un cóctel ideológico cargado de contradicciones e interrupciones en que se corearon insultos contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y gritos de Viva España.
El contraste entre la vieja y la nueva escuela fue notorio. El economista e historiador Ramón Tamames, de 91 años, lanzó un discurso de glorificación del Imperio plagado de referencias históricas a Cortés o Moctezuma, y llamó a la unidad de los cientos de millones de hispanohablantes —“¡Hispanos del mundo, uníos!”, vociferó—.
Unos minutos después llegaba el turno del youtuber Víctor Domínguez, conocido como Wall Street Wolverine. Afincado en Andorra para pagar menos impuestos, y muy popular entre los jóvenes, ligó la criminalidad a la inmigración, negó que los bulos y la desinformación sean un problema, y defendió la superioridad de los creadores de contenido sobre los periodistas, a los que dibujó como esclavos del clic abrazados al amarillismo. “Por qué España podría convertirse en un Califato islámico”, se titula el vídeo de una de sus últimas entrevistas en YouTube.
Fernando, consultor informático de 33 años, es uno de sus seguidores. Vestido con una camiseta en la que se lee Fuck taxes —que le jodan a los impuestos—, comercializada por Racks, una de las organizadoras del acto, y dirigida por el propio Wall Street Wolverine, reconoce que solo se informa por redes sociales y YouTube. “Habría que reducir el tamaño del Estado, solo tener unos servicios mínimos”. Alejandro, promotor de conciertos de 34 años, coincide. “Creo que estamos muy mayores, que somos muy pocos pagando en la caja, que hay que bajar la presión fiscal e incentivar el trabajo”.
Precisamente ese fue el tema de una de las mesas. “¿A quién de vosotros os gusta pagar muchos impuestos?“, preguntó al público Marc Urgell, consejero delegado de la compañía andorrana Abast, una de las organizadoras del foro. La audiencia respondió con silbidos reprobatorios (contra los impuestos). ”En Andorra pagan menos impuestos y tienen escuelas, hospitales y carreteras», afirmó elogiando el modelo fiscal del Principado.
A su lado, el abogado Andrés Millán acusó al Estado de impedirle ser solidario. ”No nos deja ser virtuosos dando dinero a los pacientes de ELA porque al sentir que ya hemos pagado impuestos no nos sale», dijo en su defensa de que la sanidad debe depender más de las donaciones y menos del dinero público. “La gente se va de España. Compito contra alguien en Andorra que paga menos IVA e IRPF”, añadió culpando a España, y no a Andorra. ¿Qué pasaría si todos nos fuéramos?, le preguntó la moderadora. “Espabilarían”.
El Salvador como modelo
El batiburrillo de historias continuó con una charla sobre seguridad donde se señaló a Suecia y Francia como Estados fallidos, y a El Salvador de Nayib Bukele como modelo a seguir. Con una defensa del trabajo duro y el ahorro por parte del profesor universitario Miguel Anxo Bastos, muy crítico con la reducción de la jornada laboral propuesta por Sumar, y nostálgico de otros tiempos. “Las amas de casa antes tenían libros de cómo cocinar con las sobras. De cómo remendar rodilleras. Cosas que te enseñaban a ahorrar”, apuntó. O el relato del presentador Iker Jiménez de su viaje a las zonas inundadas por la dana “entre bandas que arrasaban con todo”. El periodista criticó la cobertura mediática, y se defendió de quienes le reprocharon que alimentara el bulo de que las autoridades estaban ocultando el número real de fallecidos, presentándose como alguien genuino, víctima de una caza de brujas. “¡Viva la libertad, carajo!”, empezó y terminó emulando el grito de Milei.
Su marcha del estrado provocó una estampida que vació parte de las gradas antes de la llegada de Esperanza Aguirre, tal vez por la lejanía con que muchos jóvenes ven su mandato, o por su poca sintonía con los políticos tradicionales. Muchos asistentes prefirieron salir a la terraza a fumar, acercarse a la tienda de camisetas con lemas liberales sobreimpresos —Vida, libertad, propiedad, decía una de ellas—, o tomarse un descanso en las barras —donde podía comprarse una cerveza por seis euros o una copa por 12—. Mientras tanto, Aguirre sacaba pecho de sus tiempos al mando. “Nada más llegar suprimimos un impuesto sobre la gasolina, y al final quitamos sucesiones y el de patrimonio, aunque ahora ha venido Pedro Sánchez y ha puesto el de grandes fortunas, porque todo lo hace contra Madrid”.