A más de un mes del Congreso Regional del PSOE andaluz, María Jesús Montero ya ejerce de líder de la mayor federación del partido y de jefa de la oposición a Juanma Moreno. La vicepresidenta del Gobierno no va a esperar a que se formalice su toma de posesión en el cónclave que se celebrará el fin de semana del 22 y 23 de febrero en Armilla (Granada) y ha asumido ya el papel de secretaria general y de principal ariete contra el presidente de la Junta.
Un día después de que el Comité de Ética la proclamase como la nueva líder del socialismo en Andalucía, tras la retirada del otro candidato, el catedrático Luis Ángel Hierro, Montero ha desembarco en el vetusto caserón de la calle San Vicente de Sevilla donde tiene su sede el PSOE-A en un ceremonia casi de entrega de llaves por parte de Espadas, que la ha arropado en todo momento y en la que no ha faltado un largo besamanos de dirigentes y militantes que se ha prolongado durante más de diez minutos.
Lo ha hecho, entre otras cosas, para dejar claro que no va a renunciar a ninguno de sus cargos, ni orgánicos ni institucionales, al que ahora suma el de secretaria general del PSOE en Andalucía. Montero seguirá siendo vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE a nivel federal.
Ha querido responder, de esta manera, a las críticas del PP sobre la acumulación de responsabilidades, que ha achacado a que este partido sabe que un PSOE andaluz «fuerte y cohesionado» en esta comunidad es «imbatible». No solo eso, sino que les ha recordado a los populares que no hubo inconvenientes con cargos del PP como el caso de Javier Arenas, que fue vicepresidente del Gobierno y presidente del PP andaluz.
«Me siento capacitada para hacerlo porque esto supone velar también por los intereses de Andalucía. Son elementos complementarios», ha subrayado Montero, quien ha añadido que lo importante es rodearse de «buenos» equipos.
Tampoco va a esperar a que culmine el proceso de renovación de la dirección para ejercer como líder de la oposición al Partido Popular y al presidente de la Junta. Aunque Espadas sigue siendo presidente del grupo parlamentario -su futuro en este puesto depende de él, ha dicho- la nueva baronesa del PSOE se ha puesto al frente de la batalla con el PP y no ha ahorrado críticas a Moreno, del que ha dicho que «es educado, no moderado» y cuyo gobierno, ha añadido, «es un gobierno nítidamente de derechas».
A su juicio, lo que ha hecho el PP en Andalucía ha sido desmantelar los servicios públicos, privatizar de la educación y poner en marcha medidas que van contra la igualdad de oportunidades.
En línea con la estrategia que se ha marcado desde que se presentó como candidata, le ha reprochado a Moreno que no apueste por el autogobierno de Andalucía, con lo que no cumple con el Estatuto de Autonomía, y ha anunciado una batería de iniciativas en la Cámara andaluza para «impulsar» dicho estatuto porque esta comunidad debe tener «vocación de autogobierno», algo que, en su opinión, le sienta «muy bien».
Ninguna mención al concierto catalán
Autogobierno como receta para compensar a Andalucía de los privilegios y concesiones del gobierno de Pedro Sánchez a sus socios independentistas, como la «financiación singular» pactada con los catalanes a la que Montero no ha hecho la menor referencia.
Con su llegada a la Secretaría General del PSOE andaluz, Montero asegura el control de la federación más importante del PSOE -40.000 militantes- a Sánchez y a Ferraz en un momento tremendamente delicado de negociaciones pendientes con los socios de investidura. Solo el manchego Emiliano García Page queda como barón rebelde frente a los planes del presidente del Gobierno.
Ha asegurado que el objetivo mas importante que se marca es que cuando se convoquen las elecciones en Andalucía haya un PSOE «preparado, ilusionado y esperanzado» en ganar y para ello inicia una etapa en la que se apostará por «el talento» para que se logre «reconectar» con los ciudadanos.
Sobre su futuro equipo, no ha querido dar demasiadas pistas y ha remitido al Congreso Regional de febrero, argumentando que quiere ser «muy respetuosa» con los tiempos que marca la organización para el relevo en la cúpula del PSOE andaluz. Ni siquiera, por lo que ha dicho, tiene pensando el número de miembros de su ejecutiva porque, para ella, lo importante es la «conexión» con la sociedad andaluza y preparar el partido para «recuperar la confianza» en una tierra.