Es semana de parón liguero, pero la lluvia no ahoga en la Ciudad Deportiva del Girona los gritos del técnico Miguel Ángel Sánchez, Míchel (Madrid; 49 años), que pide ritmo y goles en varios ejercicios de finalización. Es la exigencia a mejorar porque tienen fútbol pero no gol, tara que en 2025 ha hecho que el equipo haya pasado de pelear por entrar en Europa a mirar de reojo el pozo. Aunque eso no parece inquietarle al entrenador, despreocupado por el reloj durante la entrevista, lejos de los lugares comunes con su discurso magnético y futbolero porque antepone la idea a lo demás, por más que sabe que depende de los resultados. El primero será este domingo (16.15, Dazn) en la visita al Barcelona.
Pregunta. Parece que se ha pasado de la dimensión Míchel, que llevó al equipo a la Champions el año pasado, a la dimensión Girona, donde el contexto es diferente y se mira el mantenerse en la categoría, ¿es así?
Respuesta. Estamos haciendo el mismo trabajo, o incluso más ahora. Pero los resultados marcan un poco la opinión del entorno y como no son buenos, parece que se ha pinchado el globo. Lo del año pasado fue una excepción que nos sobrepasó a todos. Valoro y asumo tanto las críticas como los elogios, pero no es algo que me saque de mi camino; el Girona está trabajando muy bien a nivel de club y estamos creciendo.
P. ¿Acostumbrados a comer en el Celler de Can Roca, es complicado habituarse al menú de cada día?
R. Entiendo que la gente exija y me gusta porque soy de los que piensa que ser resultadista no es lo más importante en el fútbol, sabiendo que yo vivo de los resultados. Cuando piso una casa nueva como entrenador, pienso muchísimo en cómo voy a hacer feliz a la gente, cómo voy a lograr que se sienta bien representada. Y si exigen buen fútbol, pues tienen su parte de razón porque han vivido cosas muy buenas en el último año y quieren que volvamos a intentar jugar por ahí, que tengamos su alma para competir.
P. ¿Pero lo extraordinario no era lo del año pasado?
R. Sí, pero jugar bien no tiene por qué ser extraordinario. Aunque ha habido cambio de jugadores, tengo la sensación de que no he logrado ese punto de crecimiento en este año. Empezamos mal la pretemporada y es algo que llevo arrastrando porque hay jugadores que empezaron pensando que nuestra idea era la posesión de balón y no es así. Nuestra idea es el ataque, ese pase adelante, esa verticalidad, esa sensación de que el equipo es agresivo, intenso, con buena energía. Y a veces no lo he encontrado. Con eso, la gente sería feliz viendo al equipo. Y se puede conseguir aunque ya no estén Savinho, Dobvyk, Coutinho…
P. ¿Quizá este equipo no estaba preparado para sufrir?
R. No creo. Yo soy muy natural con los jugadores y les he hablado de la posibilidad de que podemos acabar mirando hacia abajo. Y la gente que tiene más peso en el vestuario tiene la misma idea que yo. Igual hay uno o dos que se pensaron que llegaban a un equipo de Champions y no están preparados para luchar por el descenso, pero tienen a 15 compañeros que saben de qué va esto.
P. ¿Ha detectado lo que le pasa al equipo?
R. Sí y estoy buscando la solución. Somos los terceros en posesión de la Liga y los decimocuartos en la finalización. Hemos mirado más el pase de seguridad que el de intención. O sea, no es lo mismo jugar un pase hacia atrás que tener la intención de progresar con el balón. Y encima hemos perdido balones en la zona de inicio y construcción que son muy complicados de defender ante la transición rival porque te quedas con muy poca gente por detrás del balón y con mucho espacio por defender. Dejamos que el rival tenga opción de tiro en seis segundos. El año pasado, Aleix García daba un pase de 50 metros y limpiábamos la jugada. Este año no tenemos a un jugador así y en vez de con un pase, debemos llegar en tres y eso es más difícil porque das tiempo al rival a bascular. Se trata de conjuntar dos o tres jugadores que me den esa verticalidad con eficacia.
P. ¿Y usted se lo está pasando bien o sufriendo?
R. Estoy sufriendo más, pero a la vez pienso que me estoy haciendo mejor entrenador. Porque el año pasado todas estas cosas no hacía falta hacerlas porque salían solas. Así que me he dado cuenta de que en la alta competición el entrenador tiene mucho que ver en el modelo de juego, en la idea. Y eso también me jode, y sufro, porque me siento muy responsable hasta dar con la tecla.
P. ¿Convencer al equipo cuando no llegan los resultados es lo más complicado para un entrenador?
R. Ellos están convencidísimos. Lo juro, convencidísimos. Lo que tengo que hacer es quitarles esa losa de que se sientan muy presionados o agarrotados. En el entrenamiento hacemos 20.000 salidas del balón que van a pasar en la competición. Y cuando eso pasa y la ejecutan como la hemos entrenado, cogen confianza. Por eso yo les digo que la fluidez no va con el resultado, que no me sean mentirosos. No, no. Tú no estás mal porque vayamos perdiendo, tú estás mal porque no sabes hacerlo. Entiendo que luego está el escenario, el momento de la competición, que donde tú ves tres metros de línea de pase, ellos ven uno porque si meten ahí el balón y lo pierden… Por eso meto más dificultad entrenando que en la competición; por eso no me gustan los entrenamientos con superioridades numéricas.
P. ¿Con un goleador este Girona hubiese sido el del año pasado?
R. Habría matices porque son diferentes intérpretes. Pero el fútbol no es tan diferente. Yo echo de menos un poco más de verticalidad. Pero es mi responsabilidad y debería haber sacado mejores versiones de los futbolistas. Me ha comido mucho tiempo las tres competiciones, estoy muy enrabietado con eso. He pensado más en la competición que en resolver los problemas de la base. Otra cosa es que los resultados no cambiarán mi idea de pensar. Ahora, que jugamos contra el Barça, estoy mirando cómo voy a intentar progresar y quitarle el balón. Y sé que va a ser imposible o muy difícil, pero es que no sé defender con todo el mundo atrás. Tendré que defender los espacios, la profundidad de Raphinha, el uno contra el uno de Lamine… Sí, todo eso ya se sabe. Pero, ¿cómo puedo hacer daño a este equipo?
P. ¿Con velocidad?
R. Es el fútbol de ahora porque los rivales cada vez te quitan más tiempo y espacio. Ves al Liverpool y el PSG y son una oda a la verticalidad, a jugar hacia adelante, a quitarle tiempo al rival. Es hacia donde vamos. Pero tanta prisa hace que los jugadores tomen decisiones malas. Aunque luego, aparece Pedri, un tío que pone la pausa, y gracias a su velocidad mental gana tiempo y espacio. Parece que él no está presionado nunca. Yo a mis jugadores en los rondos o en los juegos de posición, les digo, no te sientas presionado. Pero claro, no todos somos Pedri. O Lamine, que para mí va a ser el futuro Balón de Oro porque es capaz de aunar velocidad, talento y toma de decisión. Nunca vi a un jugador con 17 años que se equivoque menos.
P. ¿Se trata, entonces, también de hacerles pensar?
R. Claro. Yo hablo mucho con Oriol Romeu, que es un tío con un coco genial. Y aunque lo trabaje doscientas mil veces, nunca se va a perfilar como Pedri. Pero sí le puedes hacer ver que ese tiempo y espacio lo puede generar con el entorno. No le diré que haga como Pedri porque él me puede responder que yo haga como Guardiola… Así que debo darle soluciones. Como fijarse en el pase siguiente antes de recibir. Igual no se perfila bien, pero puede ver si le salta el punta a presionar, o que tiene al otro rival a dos metros y por ahí tiene más tiempo… No les voy a mejorar técnicamente, aunque quizá sí en inteligencia táctica.
P. ¿Hasta qué punto tiene de pasional y de pesado?
R. Cuanto más tiempo estoy con un jugador, más cercano soy y menos desgaste tenemos. Muchos entrenadores dicen lo contrario. Pero si mi modelo es intentar hacer mejor al jugador, yo le doy todo para que él siga mejorando, y eso creo que no genera desgaste. Aunque este año, repito, me he equivocado desde la pretemporada.
P. ¿En qué sentido?
R. Metí ocho partidos. Pensé en llegar a la competición con mucho rodaje y me olvidé de la base, de la idea. Podríamos haber llegado peor físicamente, pero con una idea más calada en el jugador.
P. ¿El verdadero líder en el vestuario tiene que ser el entrenador?
R. Solo en la idea. Pero luego, a nivel de estructura de club, creo mucho en la cultura deportiva de los jugadores. Ni creo en las empresas piramidales ni creo que estoy en la cúspide. Esto es una estructura circular donde todos estamos integrados. Y en lo único que yo mando es que si tú te sales del círculo, tengo la capacidad de que no vuelvas. Una cosa es que lo abombes, que podemos reconducirlo. Pero si lo has roto, es complicado, porque has roto mi confianza. Mi libro de cabecera, por cómo se transmite la tradición, es el de los All Blacks (Legado), y por eso son tan grandes y ganadores. Me gustaría que el Girona también tuviera su filosofía como el Més que un club del Barça, o la vencedora de Real Madrid, o la del sufrimiento del Atlético.
P. ¿Alguna idea?
R. Orgull gironí. Yo les paso frases en un documento y lo pongo en sus asientos en el vestuario, con conceptos a nivel de respeto, de compromiso, de solidaridad, de ayuda. Y esos mandamientos no se tienen que perder nunca. Pero los tienen que sentir. Yo no me meto en el vestuario y pongo multas o marco horarios en el gimnasio, por ejemplo. Son ellos los que gobiernan. Pero tengo suerte con Stuani, Juanpe, Juan Carlos, Portu… Son jugadores que representan muy bien el orgull gironí y la cultura deportiva.
P. Hablaba del Barça, su rival, ¿le convence el equipo de Flick?
R. Me encanta, me alucina. Ha conseguido transmitir una idea en muy poco tiempo y llevarla a cabo con resultados. Lo más difícil viene ahora, que es la lucha por los títulos, pero tengo la sensación de que es un equipo súper bien trabajado. Ha conseguido que el jugador haga lo que él quiere. Y eso es muy difícil. Si ves la presión hacia delante y cómo tiran la línea, cómo juegan en vertical fuera del ADN Barça… Y eso que todavía tienen más posesión que nadie, aunque no es de lado a lado sino vertical y de agredir. Chapeau.
P. ¿Es el favorito para ganar la Liga?
R. No lo sé, supongo que en el partido Barça-Madrid será el punto de inflexión para los dos. En Champions el que me ha sorprendido es el PSG. Desde el primer partido europeo, que jugamos contra ellos, a ahora, ha evolucionado mucho de la mano de Luis Enrique.