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Marlon Brando, sobre ser el mejor actor de la historia del cine: «Es parte de la enfermedad de América»

Marlon Brando, sobre ser el mejor actor de la historia del cine: «Es parte de la enfermedad de América»

A comienzos de los años 50, Marlon Brando irrumpió en el cine con una forma de actuar que revolucionó Hollywood. Formado en el método Stanislavski, que más tarde perfeccionaría en el Actors Studio de Nueva York bajo la dirección de Stella Adler, Brando se sumergía completamente en sus personajes, logrando interpretaciones cargadas de naturalidad e intensidad emocional. Su debut cinematográfico en ‘Hombres’ (1950), de Fred Zinnemann, dejó entrever su capacidad para encarnar a personajes complejos, pero fue con ‘Un tranvía llamado deseo’ (1951), de Elia Kazan, donde se convirtió en una estrella. Su interpretación de Stanley Kowalski, un obrero rudo y violento, marcó un punto de inflexión en la actuación cinematográfica. En los años siguientes, Brando consolidó su estatus con títulos como ‘¡Viva Zapata!’ (1952), de Elia Kazan, ‘Salvaje’ (1953), de László Benedek, ‘Julio César’ (1953), de Joseph L. Mankiewicz, y ‘La ley del silencio’ (1954), también de Kazan, por la que finalmente ganó su primer Oscar en la categoría de Mejor actor principal.

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Durante los años 60, Brando siguió ofreciendo grandes interpretaciones en películas como ‘Rebelión a bordo’ (1962), de Lewis Milestone, o ‘La jauría humana’ (1966), de Arthur Penn, sin embargo, su comportamiento en los rodajes comenzó a ser problemático. Brando se negaba habitualmente a seguir las indicaciones de los directores, improvisando diálogos y, en ocasiones, se ausentándose sin previo aviso. A medida que su reputación de excéntrico y actor difícil de dirigir crecía, su carrera comenzó a sufrir altibajos. Todo cambió a comienzos de los años 70, cuando Francis Ford Coppola le ofreció el papel de Don Vito Corleone en ‘El padrino’ (1972). Su interpretación le valió su segundo Oscar, pero en un acto de protesta contra la representación de los nativos americanos en el cine y el trato que recibían en Estados Unidos, Brando rechazó el premio y envió en su lugar a la activista Sacheen Littlefeather, quien leyó un discurso denunciando la situación de los pueblos indígenas y mencionó el asedio a Wounded Knee, donde el movimiento sioux oglala mantenía una ocupación en defensa de sus derechos.

marlon brando el padrino

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A partir de mediados de la década de los 70, Brando pareció perder el interés por la actuación y su conducta en los rodajes se volvió aún más errática. En ‘Apocalypse Now’ (1979), de Francis Ford Coppola, llegó al set con sobrepeso y la cabeza rapada, al contrario de lo que pretendía de él el director. En ‘Superman’ (1978), de Richard Donner, interpretó a Jor-El durante menos de quince minutos de metraje, papel para el que se negó a aprenderse los diálogos pero por el que cobró un salario desproporcionado. Su participación en ‘La isla del Dr. Moreau’ (1996), de John Frankenheimer, fue caótica, ya que no solo exigió cambios absurdos en su personaje, sino que en varias ocasiones se negó a salir de su camerino. Sus últimos años en el cine estuvieron marcados por papeles secundarios que poco recordaban al actor que había redefinido la interpretación.

marlon brando ultimo tango paris

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Pese a su declive, Marlon Brando es considerado el mejor actor de la historia del cine. Johnny Depp afirmó que era “el mejor actor de los últimos dos siglos”, mientras que Jack Nicholson señaló que decir que Brando era el mejor era algo “obvio”. Sin embargo, el propio Brando se mostraba ajeno a estos reconocimientos. En una entrevista para televisión en el año 1989, la periodista Connie Chung le preguntó si era consciente de que la mayoría de la gente lo consideraba el mejor actor de todos los tiempos. El propio Brando respondió dando su particular visión al respecto: “Tim, mi perro, es el mejor actor de todos los tiempos. Finge que me quiere cuando quiere algo de comida. ¿Qué diferencia hay? Ves, eso es una parte de la enfermedad de América. Esa necesidad de pensar en términos de quién gana o quién pierde. ¿Quién es bueno? ¿Quién es malo? ¿Quién es mejor? ¿Quién es peor? Siempre pensamos en esos términos, y en otros términos extremos. No me gusta pensar de esa manera, todo el mundo tiene su valor de diferentes maneras, y no me gusta pensar quién fue el mejor en esto o aquello. ¿Qué sentido tiene?”