El BCE rebajó ayer los tipos de interés de la zona euro por séptima vez consecutiva, sumando ocho recortes en total en el último año que dejan el precio del dinero en el 2%. Su presidenta, Christine Lagarde, defendió que a ese nivel el banco central está “muy bien posicionado para navegar las incertidumbres”, que no son otras que la magnitud que tendrán finalmente los aranceles que imponga Donald Trump a la zona euro, y al conjunto del mundo, y su impacto en el crecimiento y la inflación.
En su escenario base, el BCE prevé que la zona euro crezca este año el 0,9%, con una inflación en el 2% y el 1,6% en 2026, unas coordenadas con las que Lagarde no ha cerrado la puerta a más bajadas de tipos, tal y como espera gran parte del mercado. Pero en el escenario más adverso que maneja el banco central, el de una guerra comercial a gran escala, las previsiones del BCE tampoco saltarían por los aires. Sí habría menos crecimiento, sin caer en la recesión, y menos inflación, un supuesto que reforzaría aún más la tesis de los inversores de que aún no está todo dicho en recortes de tipos. Eso sí, el control de la inflación permitiría en todo caso hacer una pausa en julio.
El escenario de partida. En su escenario central, en el que el BCE contempla unos aranceles de EE UU para la UE del 10%, la previsión es que el PIB de la zona euro crezca el 0,9% este año, el 1,1% en 2026 y el 1,3% en 2027. La inflación queda en el 2% este año, el 1,6% en 2026 -un descenso que se explica por la caída del petróleo y la apreciación del euro- y un 2% de nuevo en 2027. Lagarde señaló que el crecimiento del primer trimestre está siendo mayor del esperado, y podría superar incluso el 0,3% preliminar, con perspectivas más débiles para el resto del año. Las tensiones comerciales afectarán inevitablemente a la demanda, la inversión empresarial y a las exportaciones pero el aumento de la inversión pública en defensa e infraestructuras servirá de contrapeso para el crecimiento a medio plazo.
Escenario bueno y escenario malo. Lagarde explicó que si la tensión comercial se resolviera de forma favorable -con un acuerdo entre la UE y EE UU que eliminase los aranceles bilaterales-, el crecimiento y, en menor medida la inflación, serían superiores a lo previsto. En tal caso, el PIB crecería este año el 1,2%, en lugar del 0,9% -con alzas del 1,5% en 2026 y del 1,4% en 2027-, mientras que la inflación quedaría sin cambios en el 2% este año y subiría una décima en 2026 y 2027, al 1,7% y 2,1%.
En el escenario adverso, el gran riesgo que afronta la UE en unas negociaciones aún por cerrar con EE UU, caerían tanto el crecimiento como la inflación. Los precios descenderían aún más considerando que China desviaría con más intensidad sus exportaciones desde EE UU hacia la zona euro. Este escenario pesimista se ha construido a partir del supuesto de que los aranceles de EE UU regresarían a los elevados niveles anunciados el 2 de abril, el supuesto día de la liberación en el argot de Trump, con tasas para China del 120% y una tasa efectiva a nivel global por parte de Estados Unidos a la importación de bienes y servicios del 28%. Un escenario ciertamente negativo pero que no se llevaría por delante el crecimiento de la zona euro ni hundiría en exceso los precios en la zona euro.
El alza del PIB quedaría en el 0,5% este año, frente al 0,9% estimado; en el 0,7% en 2026 y en el 1,1% en 2027. En cuanto a la inflación, y en previsión de una avalancha de exportaciones chinas hacia la UE, el IPC quedaría sin cambios en el 2% este año, pero caería al 1,5% en 2026 y al 1,8% en 2027. “Si bien las medidas antidumping de la UE podrían mitigar este efecto, el largo período necesario para su aplicación podría retrasar la respuesta. Por lo tanto, esta dinámica podría amplificar las presiones a la baja sobre la inflación en la zona del euro en el escenario grave”, explica el BCE.
Más rebajas de tipos. En su comparecencia, Lagarde no cerró la puerta a más recortes de tipos, pese a que la inflación en la zona euro se haya situado ya en el entorno del 2% que busca el BCE. En el mes de mayo, el IPC quedó en el 1,9% e incluso la inflación de servicios, el último caballo de batalla en la espiral de precios y gran dolor de cabeza para el BCE, ha pasado del 4% al 3,2%, su nivel más bajo en más de tres años. El BCE ya ha doblegado la inflación aunque Lagarde no ha querido cantar la victoria definitiva ni certificar que el viaje de descenso de los tipos ha llegado finalmente a su destino.
De hecho, surge incluso el riesgo de que la inflación quede por debajo del objetivo del 2%, como muestra la previsión de caída al 1,6% para 2026 -que se agravaría al 1,5% en el escenario adverso-, pese a que el BCE recuerda que repuntaría de nuevo al 2% en 2027. “Estamos casi completando un ciclo de política monetaria”, reconoció Lagarde. Ese “casi” es el matiz de que ese ciclo no habría quedado cerrado por completo.
Posibilidad de una pausa. La presidenta del BCE no renunció en todo caso al mantra de que las próximas decisiones se tomarán en función de los datos aunque su insistencia en que el BCE está “muy bien posicionado para navegar la incertidumbre” con los tipos en el 2% también sugiere el principio del fin de los recortes. El recorte de 25 puntos básicos decidido este jueves no fue unánime, tuvo un voto en contra, y según señala Bloomberg, miembros del Consejo de Gobierno del BCE estarían a favor de hacer una pausa en las rebajas en la reunión de julio.
En el mercado ya se extiende la idea de un receso. En Pimco, la mayor gestora de renta fija del mundo, prevén que el BCE pare en julio y decida un último recorte de tipos en septiembre. “Es muy probable que se produzca una pausa durante el verano, ya que el BCE evalúa los riesgos comerciales y la resiliencia interna. A más largo plazo, el reequilibrio fiscal y los factores externos adversos orientarán las perspectivas políticas hacia una postura más neutral“, añade David Zhan, responsable de renta fija de Franklin Templeton.