El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha hecho gala hasta ahora de una prudencia extrema al valorar la política económica de Donald Trump. Las erráticas decisiones del inquilino de la Casa Blanca, sobre todo en lo relativo a los aranceles, han sembrado la incertidumbre y están haciendo perder fuelle a la primera economía del mundo. Este miércoles, Powell tendrá una nueva ocasión de opinar, en una intervención esperada con cierta ansiedad por los inversores. Además, los miembros de la Fed actualizarán sus previsiones macroeconómicas, incluidas las de tipos de interés, en una reunión en la que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) se dispone a mantener el precio del dinero en el rango del 4,25%-4,50%.
Powell lleva casi tres años tratando de lograr el aterrizaje suave de la economía estadounidense. Es decir, intenta con su política monetaria que la inflación baje al objetivo del 2% sin provocar pérdidas significativas de empleo ni mucho menos una recesión en toda regla. Cuando la Reserva Federal se aproximaba a su destino, el regreso de Trump al poder ha añadido turbulencias que complican el vuelo. Toca recalcular la hoja de ruta.
Como cada trimestre, los miembros de la Reserva Federal publican su cuadro macroeconómico. En diciembre, la mediana de sus proyecciones apuntaba a cerrar 2025 con un crecimiento del 2,1% del producto interior bruto (PIB), una inflación del 2,5% y una tasa de paro del 4,3%. La senda de política monetaria que veían apropiada para ese escenario era de dos rebajas de un cuarto de punto a lo largo de este año. Ante la fortaleza económica y la resistencia de la inflación, los inversores habían empezado a pensar incluso que este año habría a lo sumo una rebaja de un cuarto de punto.
Trump, sin embargo, ha complicado el panorama. Los aranceles y las restricciones a la inmigración aumentan las presiones inflacionistas, al tiempo que las barreras comerciales, los recortes de gasto y los despidos de empleados federales lastran el crecimiento. Hay, por tanto, fuerzas estanflacionistas, la peor pesadilla de las autoridades monetarias, aunque por ahora sean moderadas.
Esos cambios se reflejarán en la revisión de las previsiones de los miembros de la Fed. “Esperamos que el FOMC mantenga los tipos estables, señale un crecimiento más débil este año al reducir la previsión del PIB en las proyecciones económicas actualizadas y revise al alza la previsión de inflación”, indica David Kohl, economista jefe de Julius Baer. “Existe una gran probabilidad de que la desaceleración gradual del crecimiento continúe enfriando el mercado laboral de Estados Unidos, lo que convencerá al FOMC de reducir el tipo objetivo de los fondos federales a finales de año”, añade.
La ralentización del crecimiento ya ha hecho que aumenten las expectativas de rebajas de tipos a lo largo de este año. Los inversores esperan ahora entre dos y tres recortes de 0,25 puntos, según las cotizaciones de los mercados de futuros, aunque la incertidumbre es alta y las cotizaciones, cambiantes. Los tipos de la deuda a dos años, los más sensibles a la política monetaria, han caído con fuerza en las últimas semanas.
La mayor parte de los economistas espera que los miembros de la Fed sigan con la idea de aplicar dos recortes en lo que queda de año, aunque el pronóstico que emerja este miércoles no terminará de despejar las dudas. Al tiempo, los inversores esperan las pistas que dé el presidente de la Reserva Federal en su rueda de prensa.
Esperar y ver
En su última intervención pública antes de la reunión de esta semana, el pasado 7 de marzo, Powell se refirió a las medidas y anuncios de la nueva Administración. “La incertidumbre en torno a los cambios y sus posibles efectos sigue siendo elevada. A medida que analizamos la información que nos llega, nos centramos en separar la señal del ruido a medida que evolucionan las perspectivas. No necesitamos tener prisa y estamos en una buena posición para esperar a que haya más claridad”, argumentó Powell. Esperar y ver. Esa es la actitud actual de los responsables de la política monetaria de la primera economía del mundo.
Powell insistirá en que el banco central tomará sus decisiones en función de los datos, pero tendrá que medir sus palabras, muy esperadas por los inversores en un contexto de alta incertidumbre provocada en gran medida por las caóticas y cambiantes amenazas arancelarias. El propio Trump ha eludido descartar una recesión y ha pronosticado un “período de transición”, mientras que su secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha señalado que Estados Unidos y los mercados necesitan una “desintoxicación”. Los inversores quieren oír que la Fed está dispuesta a salir al rescate si es necesario.
La Fed bajó los tipos de interés un punto porcentual entre septiembre y diciembre, antes de iniciar una pausa en enero que se extenderá previsiblemente en la reunión de este miércoles. Powell ha dejado claro una y otra vez desde entonces que el banco central no necesita tener prisa para seguir bajando los tipos de interés.
La inflación aún no ha alcanzado su objetivo y la economía se ha mostrado sólida y pujante hasta ahora, aunque las últimas señales no son del todo claras. La inflación bajó al 2,8% en febrero, su mínimo en tres meses, pero las expectativas de inflación se han disparado por los aranceles. La tasa de paro sigue siendo baja, el 4,1% en febrero, pero las cifras de consumo muestran cierto debilitamiento de la demanda. “A pesar de los elevados niveles de incertidumbre, la economía de Estados Unidos sigue en buen estado”, dijo Powell el 7 de marzo.