Cinco personas han muerto este lunes en un accidente en la mina de Cerredo, en Degaña (Asturias). Así lo ha notificado el Servicio de Emergencias de Principado de Asturias, que también ha informado de que otras cuatro personas han resultado heridas, una con un traumatismo craneoencefálico y dos de ellas con quemaduras graves. Los empleados en esta mina, parte de un proyecto de investigación privado para la extracción de minerales alternativos al carbón con el que se busca fabricar grafito, forman parte del sector económico que históricamente más siniestralidad notifica en España, la industria extractiva. En otras actividades hay más decesos, pero en ninguna hay una ratio tan alta entre el número de fallecimientos y el de empleados.
En 2024, según los datos provisionales del Ministerio de Trabajo, murieron en España seis empleados de industrias extractivas durante su jornada de trabajo. En relación con el total de los ocupados en el sector supone una incidencia media de 27,7 por cada 100.000 ocupados, más del doble que la segunda rama con mayor siniestralidad relativa, el transporte y almacenamiento (12,6). La actividad que emplea a los camioneros notificó 138 decesos, la cifra absoluta más alta. Son tres muertes más que en la construcción (135), que queda en quinta posición en incidencia (9,6). En proporción con el total de empleados hay más decesos en suministro de energía (10) y agricultura, ganadería y pesca (9,7).
Todos estos sectores, con características específicas que disparan los riesgos laborales, multiplican varias veces la incidencia promedio en mortalidad (3,33). Los mejores datos, según las cifras provisionales de 2024, se notificaron en organismos extraterritoriales, empleo doméstico (en los que no hubo ningún deceso en jornada de trabajo), en educación (ratio del 0,5, con seis decesos) y hostelería (0,7 y 13 muertes).
El liderazgo de las industrias extractivas en el índice de incidencia de accidentes mortales en jornada de trabajo es una constante, que ha colocado al sector en la peor posición históricamente. Los datos consolidados del Ministerio de Trabajo permiten remontarse dos décadas, a 2006. Entonces industrias extractivas notificaba una incidencia de 33,9, el peor dato de la economía española de entonces, muy por encima del promedio (6,28). Todos los años desde entonces, con la excepción de 2016 y 2019, industrias extractivas ha superado a transporte y almacenamiento y a la construcción como el sector con mayor siniestralidad relativa.
Al bucear en los datos se comprueba que son más estables en estas dos actividades, lo que se puede explicar por el hecho de que emplean a muchos más trabajadores. En industrias extractivas trabajan 20.815 personas (en diciembre de 2024), frente a 1,41 millones en la construcción y 1,1 millones en transporte y almacenamiento. Esto hace que unas pocas muertes más o menos varíen muchísimo la incidencia de la mortalidad en industrias extractivas, pero no en los otros dos sectores con peores registros. Lo llamativo es que pese a ello, aunque hay tan pocos ocupados en este sector en España, casi todos los años hay suficientes decesos como para que sea el área con peores registros.
En las últimas dos década, el peor dato en industrias extractivas se dio en 2013, con 52,19 muertes por cada 100.000 ocupados. Aquel año un escape de grisú mató a seis mineros que faenaban en el Pozo Emilio del Valle, en la localidad de Santa Lucía, en el municipio leonés de Pola de Gordón. También fue terrible el dato de 2023, con una incidencia de 45,4. Aquel año destacó el accidente en una mina en Barcelona por un desprendimiento.
Una característica común en las tres actividades con más muertes es que casi todos los ocupados son hombres. En construcción son el 89%, en industrias extractivas un 87% y en transporte y almacenamiento, un 77%. Así se explica que 608 de las 646 muertes en jornada registradas en 2024 correspondieran a hombres. Es decir, el 94% de los fallecimientos (en todos los sectores) fueron de varones.
Más muertes que en 2023
Esas 646 muertes de 2024 son 65 más que un año antes, lo que implica un avance del 11,2%. También crecieron, aunque en menor medida, las muertes in itinere, las que se producen en el trayecto de camino o de retorno al trabajo: fueron 150, un 7,1% más. En total se produjeron 796 decesos, el segundo peor dato de la serie histórica, solo superado por el de 2022, el máximo registrado con 826 muertes. A la vez que empeoran tanto los datos de siniestralidad, apenas crecen los accidentes con baja: en 2023 fueron 624.911 y en 2024, 628.300, solo un 0,5% más.