- Singapur es el país con la mayor renta per cápita en paridad de poder adquisitivo
- Las políticas para incentivar el ahorro y la atracción de capital iniciaron el milagro
- Su situación geográfica y la apertura a la inversión extranjera hicieron el resto
En un rincón perdido de Asia hay una pequeña economía que ha pasado de ser una nación relativamente pobre (más pobre que España de los años 80, antes de la entrada en la Unión Europea, y de un nivel similar en los 90 si se analiza en términos de PIB per cápita a precios corrientes) a convertirse en un modelo de prosperidad global. Además, este país logró su independencia de forma más o menos reciente, hace algo menos de 60 años, desde entonces su despegue ha sido como el de un cohete. Una población pequeña, bien formada, un sector público extremadamente eficiente y su estratégica situación geográfica han dado lugar a una de las historias de éxito económico más notables de las últimas décadas. El milagro económico de este país ha sido tal, que en la actualidad es el país más rico del mundo (con permiso de Luxemburgo) en términos de PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo (PPA). Su riqueza es tal, que teniendo la mitad de población que Portugal, Singapur tiene un PIB agradado (en PPA) que duplica al de los lusos. El éxito de Singapur es estudiado en manuales, prestigiosos medios económicos y universidades, porque su crecimiento continuado (pese a haber alcanzado la frontera tecnológica sigue creciendo a un ritmo alto) es quizá el mayor que se recuerde en tiempos de paz (excluyendo las reconstrucciones de países tras grandes conflictos).
En una región donde la mayoría de los países presentan niveles de ingresos medios, Singapur sobresale con un PIB per cápita de alrededor de 153.000 dólares en paridad de poder adquisitivo, que elimina la distorsión que generan los precios en cada país del mundo. En el caso de España, que partía desde un nivel más alto de renta en 1980, hoy este indicador alcanza los 50.000 dólares, una cantidad propia de una economía desarrollada, pero a años luz de la de Singapur. Aunque España partía con ventaja en los 80, dado el mayor nivel de renta y la entrada en la Unión Europea, ya se veía que Singapur iba como un cohete que ha multiplicado su PIB PPA por más de diez. Pero no solo eso, tras alcanzar un nivel de desarrollo elevado, la economía sigue creciendo de forma descomunal. La renta per cápita en PPA de Singapur se ha multiplicado por 2 en los últimos 15 años. Según The Economist, este «espectacular progreso económico es un testimonio de políticas inteligentes y una adaptación hábil a la globalización».
En 1965 era más pobre que Jordania
Unas instituciones sólidas y los sacrificios iniciales han permitido que Singapur sea una de las grandes historias de éxito a nivel mundial entre tantos fracasos. La transformación de Singapur no se produjo por accidente. En 1965, al lograr su independencia, el país era más pobre que Sudáfrica o Jordania. Hoy, su salario medio anual supera con creces al de Reino Unido, su antigua potencia colonial. En palabras de The Economist, «Singapur se ha convertido en el país más rico en miles de kilómetros a la redonda, un faro de éxito económico». Para entender esto hay que mirar atrás, pero si se mira hacia delante, el futuro también resulta prometedor. Singapur sigue creciendo por encima del 3% anual y quiere convertirse en uno de los grandes centros de la inteligencia artificial.
La transformación de la economía de Singapur y su panorama financiero durante los últimos 40 años ha atraído numerosos elogios. Sin embargo, el camino hacia el éxito no fue ni fácil ni lineal.
Singapur comenzó como una economía de crecimiento lento en la década de 1950, que se enfrentaba a una serie de problemas económicos, entre ellos disturbios raciales, una infraestructura deficiente y bajos niveles de crecimiento. En 1959, su tasa de desempleo se estimaba en torno al 9%. En aquel momento, Singapur también era conocido por sus altos índices de criminalidad y la proliferación de fumaderos de opio, con un PIB per cápita de aproximadamente 500 dólares estadounidenses en 1965. A lo largo de su camino hacia la autosuficiencia económica, el país tuvo que superar importantes desafíos, como la independencia de Malasia en 1965 y la pérdida del 20% de sus empleos tras la retirada de las tropas británicas. Sin embargo, desde su independencia, Singapur ha mostrado un crecimiento económico sólido y sostenido, según explican Dylan Seah, Vladyslav Malakhov, Varad Chaudhari en un documento publicado en la organización educativa Cainz.
El país experimentó un período de alto crecimiento económico entre 1965 y 1973, después de que el gobierno introdujera políticas para incentivar la producción de bienes de capital en detrimento del consumo (ahorrar hoy y pasar hambre para crecer más mañana). Durante esos años, el PIB real creció a una tasa media anual del 12,7%. Además, Singapur optó por atraer inversión extranjera directa de empresas multinacionales, promoviendo un crecimiento basado en las exportaciones y la mano de obra intensiva (y muy barata al principio), lo que le permitió reducir su dependencia de sus vecinos asiáticos. En 1972, una cuarta parte de las empresas manufactureras en Singapur eran propiedad de empresas extranjeras o joint ventures, recibiendo flujos de inversión de países como Estados Unidos y Japón, según revelan desde el organismo Economic History of Singapore.
Pero este camino ha estado lleno de amenazas como las crisis petroleras de 1973, donde el país logró mantener un alto nivel de crecimiento económico, con tasas promedio del 8,7% entre 1973 y 1979 y del 8,5% entre 1979 y 1981. A nivel global, este período estuvo marcado por una serie de importantes crisis financieras, entre ellas las crisis cambiarias y los shocks petroleros, ya mencionados, de las décadas de 1970 y 1980, la crisis financiera asiática de 1997 y la crisis global de las hipotecas subprime entre 2008 y 2009. Sin embargo, Singapur, pese a su pequeño tamaño y elevada dependencia del exterior, se ha convertido en una suerte de fortín. En el ámbito interno, la economía de Singapur tuvo que demostrar una estabilidad y un potencial capaces de convencer a las multinacionales extranjeras de establecer sus operaciones en el país y mantenerse durante las crisis, convirtiéndose eventualmente en la columna vertebral del extraordinario crecimiento económico de la nación. Más recientemente, en las últimas décadas, cuando la economía ya presentaba un buen nivel de desarrollo, el PIB ha seguido creciendo a un paso rápido.
¿Qué queremos ser en el mundo?
La economía de Singapur ha crecido a un ritmo medio anual del 7,4% durante los últimos 40 años, uno de los índices de crecimiento del producto interno bruto (PIB) más altos del mundo dado su nivel de desarrollo. Este logro se alcanzó en un contexto de notable estabilidad de precios, con una inflación del índice de precios al consumidor que promedió solo el 3% anual en este período, una de las más bajas del mundo. ¿Cómo logró Singapur esto?
Singapur se propuso desarrollar un próspero centro financiero global por derecho propio, poblado por bancos internacionales que atendieran las necesidades de financiación de la región y participaran en actividades sofisticadas transfronterizas, como el comercio de divisas y derivados, cuyo volumen supera con creces el tamaño de la economía doméstica de Singapur. Para acompañar, los gobernantes del país decidieron demostrar al mundo que se puede construir un sector público que funciona a la perfección y que es alabado por ser uno de los más eficientes del mundo con muy pocos funcionarios. En Singapur, los empleados públicos apenas superan los 100.000, un 5% de todos los ocupados, mientras que en países como España este ratio alcanza el 17%. Pese a que España tiene un sector público mucho más grande y con más empleados, el de Singapur funciona mucho mejor según los rankings globales. Estas son decisiones que marcan el futuro de la economía. En lo que se refiere al gasto público sobre PIB, en Singapur apenas alcanza el 10% (hay que tener en cuenta que ser un país pequeño y con una elevada densidad de población reduce los costes), mientras que en la zona euro este indicador supera el 50% del PIB.
Da la sensación de que hay países que aprovechan su pequeño tamaño para reunirse todos en una plaza (es una forma de hablar) y decir: ¿qué queremos ser en este mundo y qué es lo más rentable? Casos como el de Suiza, Irlanda, Liechtenstein o Singapur son buenos ejemplos. Este último decidió convertirse en un gran centro de operaciones para las finanzas, las materias primas y la tecnología. El ascenso de Singapur como centro financiero ha sido clave en su éxito. Según datos del Monetary Authority of Singapore (MAS), los activos bajo gestión pasaron de 2,4 billones de dólares en 2017 a 3,6 billones en 2022. «La estabilidad y el entorno favorable para los negocios han atraído la riqueza global hacia Singapur», explica el semanario británico.
Sin embargo, el gobierno de Singapur no celebra abiertamente el declive de Hong Kong. Durante las protestas pro-democracia de 2019 en el territorio vecino, el Monetary Authority of Singapore negó que el aumento de capital en la ciudad fuera consecuencia del deterioro de la situación en Hong Kong. Aun así, Singapur se ha consolidado como un centro clave para el flujo de riqueza china, un cambio que The Economist describe como «un ejemplo de cómo Singapur equilibra cuidadosamente su reputación global con su creciente influencia».
Desde el banco central de Singapur explican que Singapur se ha consolidado como uno de los principales centros financieros del mundo gracias a su entorno favorable para los negocios, su excelente conectividad internacional (una situación geográfica inmejorable) y su fuerza laboral altamente cualificada. Según el Banco Central de Singapur, la ciudad-estado ofrece un entorno pro-empresarial que lidera los rankings globales. En 2022, el país fue calificado como el número uno a nivel mundial en ambiente empresarial por el Economist Intelligence Unit. Esta combinación de políticas abiertas, una infraestructura de vanguardia y acuerdos estratégicos, como los más de 25 tratados de libre comercio (TLC) y 90 acuerdos de doble imposición (DTAs), refuerzan la posición de Singapur como un puente entre mercados globales, especialmente en la región de Asia-Pacífico.
Altos salarios para atraer talento
Aunque una de las bases del crecimiento de Singapur en sus inicios fue la mano de obra barata, hoy sucede todo lo contrario. En Singapur decidieron construir la casa por los cimientos, y para ello era necesario sufrir y trabajar duro al principio para disfrutar hoy de la prosperidad. Uno de los pilares clave de este éxito actual es su capacidad para atraer y retener talento. Comparada con Hong Kong, tradicionalmente el líder financiero y económico de Asia, la ciudad-estado de Singapur ahora ostenta salarios un 50% más altos y un crecimiento más rápido en activos gestionados. Además, Singapur es el segundo país a nivel mundial y el primero en Asia-Pacífico en competitividad de talento, según el índice de INSEAD de 2022. Este logro se traduce en una fuerza laboral cosmopolita y altamente cualificada, que es crucial para sectores complejos como la gestión de activos, el mercado de divisas, los derivados y las FinTech. Además, el gobierno, a través del MAS, trabaja activamente para formar y transformar la fuerza laboral del sector financiero mediante programas de capacitación y subvenciones específicas para instituciones financieras y profesionales, asegurando un suministro continuo de talento preparado para los desafíos del futuro.
Además de su solidez financiera, Singapur ha emergido como un hub estratégico para el comercio de materias primas. Su ubicación en el corazón de Asia y su infraestructura logística excepcional hacen que sea un nodo clave para el comercio energético, de minerales y otros recursos esenciales. Con incentivos fiscales y esquemas de apoyo ofrecidos por el MAS y la Junta de Desarrollo Económico de Singapur (EDB), las empresas encuentran un ecosistema ideal para operar. Este enfoque integral, que incluye la promoción de espacios de oficina atractivos y asequibles en comparación con otros centros financieros, así como una regulación clara y eficiente, ha convertido a Singapur en un destino preferido para empresas y profesionales que buscan expandir sus operaciones en Asia y más allá. Todo ello ha estado basado también en una política monetaria que ha luchado por mantener la estabilidad del dólar de Singapur.
La resiliencia única del dólar de Singapur durante las últimas décadas (marcadas por varias crisis de divisas en la región) se ha debido a un periodo de sólidos fundamentos macroeconómicos y a una política monetaria relativamente restrictiva. Los expertos sostienen que el país se ha beneficiado de la firme determinación de la Autoridad Monetaria de Singapur de no optar por el camino fácil de permitir la depreciación de la moneda como solución inmediata pero temporal a la crisis financiera y económica. En lugar de eso, MAS decidió permitir que el dólar de Singapur, ponderado por el comercio, fluctuara dentro de un rango o banda para acomodar la extraordinaria volatilidad derivada del nivel inusual de incertidumbre en los mercados cambiarios.
Ahorro y contención
A medida que avanzaba la crisis cambiaria, MAS relajó su política monetaria. Esto contribuyó a reforzar otras medidas adoptadas por el gobierno, como la contención de salarios en épocas complejas y otras estrategias de reducción de costes, lo que permitió una recuperación más rápida de lo esperado. Con un enfoque claro que tiene como objetivo mantener la competitividad de la economía de Singapur a largo plazo y no solo en el corto plazo, el gobierno también avanzó con reformas financieras y políticas destinadas a liberalizar todo lo posible la economía.
El manejo de las finanzas públicas también es fundamental para entender el milagro económico de Singapur. Sus tres principales fondos soberanos (Temasek, GIC y el Monetary Authority of Singapore) gestionan activos combinados que superan el 270% del PIB nacional. Según The Economist, «pocos países ahorran tanto como Singapur, lo que le permite amortiguar riesgos y asegurar su estabilidad económica a largo plazo».
Este enfoque prudente también se refleja en su balanza de pagos. Con uno de los superávits por cuenta corriente más grandes del mundo, Singapur evita críticas internacionales al mantener un comercio equilibrado con Estados Unidos. No obstante, durante la administración de Donald Trump, el país fue incluido brevemente en una lista de vigilancia por manipulación de divisas, lo que pone de manifiesto los riesgos inherentes a su modelo económico.
En el frente interno, la demografía se perfila como el mayor desafío a largo plazo. Con una tasa de fertilidad de solo 0,97, una de las más bajas del mundo, y una población envejecida que alcanzará el 25% de mayores de 65 años para 2030, el sistema público de Singapur está bajo presión. El gasto social, que ya supera al presupuesto de educación, continúa en aumento. The Economist señala que «el envejecimiento demográfico obligará a aumentar los impuestos y reconfigurar el modelo de gasto público».
La inmigración, aunque esencial para la economía, genera tensiones sociales. En 2023, los ciudadanos de Singapur representaban solo el 61% de la población, frente al 74% en 2003. Según una encuesta del Institute of Policy Studies, «el 44% de los singapurenses cree que la inmigración aumenta el desempleo», una percepción que crece entre las generaciones mayores.
El equilibrio geopolítico añade otra capa de complejidad. Ubicada en el estrecho de Malaca, Singapur depende de un comercio que equivale al 337% de su PIB, una proporción asombrosamente alta frente al 27% de Estados Unidos o el 30-40% del PIB de España, por ejemplo. Según The Economist, «los crecientes roces entre China y Estados Unidos representan un riesgo significativo para Singapur, que está profundamente conectado con ambas economías».
La tensión entre estas potencias también afecta al sector tecnológico de Singapur, particularmente su industria de chips semiconductores. Aunque su especialización es en chips de nodos maduros, menos avanzados tecnológicamente que los que produce Taiwán, el país podría quedar atrapado en las restricciones comerciales impuestas por Estados Unidos. Lawrence Wong, próximo primer ministro de Singapur, advirtió en una entrevista con The Economist: «Si las restricciones se amplían, no solo Singapur sufrirá, sino también el sistema comercial global».
Una política singular y los riesgos
El sistema político de Singapur, dominado por el Partido de Acción Popular (PAP), también está experimentando cambios. Aunque el partido conserva una mayoría abrumadora, el aumento de la representación opositora ha impulsado una mayor consulta pública en la formulación de políticas. Según The Economist, «esta nueva dinámica refleja una evolución en la relación entre el gobierno y los ciudadanos».
Por otro lado, el modelo de ahorro e inversión de Singapur que ha sido clave para su éxito, ahora se está convirtiendo en una fuente de presión interna. Algunos sectores de la oposición piden un uso más generoso de las reservas para financiar el gasto público. Sin embargo, el gobierno argumenta que «poner en riesgo las reservas sería ceder al populismo», como indica The Economist.
Otro desafío clave para el futuro es mantener la relevancia de Singapur en un mundo donde la globalización está en retroceso. En un escenario extremo en el que el comercio global se divida entre bloques liderados por Estados Unidos y China, la revista económica británica advierte que «el PIB de Singapur podría caer un 10%, un golpe mucho mayor que el promedio mundial».
A pesar de estos retos, Singapur sigue siendo un modelo de adaptación y resiliencia. The Economist concluye que «pocos países han navegado las aguas turbulentas de la globalización con tanta maestría». Con su historia de éxito y su capacidad de reinvención, el futuro de Singapur dependerá de su habilidad para equilibrar las demandas internas y externas en un panorama cada vez más incierto.