La respuesta a la pregunta del titular es sí. Normalmente, los libros de texto suelen conectar cosas que no son demasiado abstractas y que tienen conexión con el mundo real, desde Infantil o Primaria, con el ciclo del agua, con la sequía o con la agricultura, etcétera, hasta todos los tipos de energía que hay, por ejemplo en Secundaria. En los libros de texto de ciencias casi siempre hay un apartado que suele llamarse Ciencia y sociedad y que es como un añadido al final de cada capítulo en el que se hace esa conexión con el contexto, con el mundo real.
Pero también te diría que no hay que buscar en los libros de texto la solución única para la mejora en la enseñanza de las ciencias, ni tampoco demonizarlos. Los libros de texto son un recurso y, como todos descubrimos durante la pandemia, son un recurso para que los use el profesorado y el alumnado. Es decir, no están para seguirlos al pie de la letra y que eso sea la mejora de la educación científica. Si fuera así de sencillo, crearíamos esos libros, los patentaríamos y todo el mundo tendría una enseñanza científica de máxima calidad.
La cuestión que debes entender es la importancia del intermediario que, en este caso, son los profesores y profesoras. Ellas y ellos son los responsables de conectar el mundo con el pensamiento del alumnado.
Hay dos cosas que son importantes en las y los docentes para que las ciencias se expliquen bien en el aula. La primera es que no hagan spoiler, es decir, no contarles la película antes de que les haya surgido alguna duda. Te pongo un ejemplo con el que vas a entender lo que quiero decir. Si estás explicando lo que es un ser vivo en el aula, puedes decir que un ser vivo es el que hace las funciones vitales, nace, crece, se reproduce y muere. O puedes decir que es el que nace y se alimenta. O algo similar. O puedes empezar con una pregunta que sea el detonante de todas las dudas que tenga el alumnado: un garbanzo recién sacado de la bolsa del supermercado, ¿es un ser vivo en ese momento? Eso ya obliga a alumnas y alumnos a construir la idea de ser vivo que tienen. Si les haces la pregunta que sabes que va a poner en conflicto sus ideas, consigues el detonante para que piensen y se interroguen.
Después, el alumnado deberá comprobar si eso que ellos y ellas piensan es cierto o no. Entonces, en el caso del garbanzo, puedes animar a que expresen lo que consideran que es un ser vivo. A partir de ahí hay que comprobarlo. ¿Qué puede comprobarse? Pues, por ejemplo, que un ser vivo es aquel que respira. Y, simplemente, metiendo los garbanzos de la bolsa en sensores de CO₂ y oxígeno, se comprueba que, efectivamente, respiran. Con eso no se les va a olvidar que el criterio de la respiración es específico de los seres vivos. Y esto no solo en biología o ciencias naturales, es una fórmula que funciona en la enseñanza de todas las ciencias.
Lo que ocurre con los libros de texto es que, aunque esto aparezca de la forma en la que yo te lo he contado, si el o la docente no hace que su alumnado exprese sus ideas, si no les hace comprobarlo en el aula y buscar una explicación, no conseguirá que la ciencia les llegue.
La segunda condición que tiene que tener un o una docente de ciencias es obligar a su alumnado a indagar, conseguir que sus alumnos y alumnas hagan ciencia. Los que nos dedicamos a la ciencia lo hacemos porque nos ha encantado, descubrimos que es una labor apasionante y divertida porque te pone en contradicción con las ideas que tenías, es una empresa colaborativa porque tú solo o sola no puedes hacer investigación y, además, el proceso de comunicación es muy importante. Para ser un o una buena docente de ciencias hay que lograr que el alumnado experimente eso.
Rut Jiménez Liso es catedrática de la Universidad de Almería, experta en didáctica de las ciencias experimentales.
Coordinación y redacción: Victoria Toro.
Pregunta enviada por Ricardo Sánchez Redondo.
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