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Guerra comercial… Y también guerra larvada de precios del petróleo entre EE UU y la OPEP

El precio del barril del petróleo desciende el 15% en lo que va de año y ha llegado a abaratarse entre el máximo y el mínimo en 20 dólares el barril. La previsión de un menor crecimiento económico, y una menor demanda, a causa de la guerra comercial iniciada por la Casa Blanca, junto a la decisión de la OPEP+ de ir acelerando el aumento de su producción explican el descenso del precio. El cartel petrolero prepara un nuevo incremento del suministro de crudo en junio, en un aumento acelerado que analistas y petroleras estadounidenses empiezan a percibir como un ataque a la industria del fracking, para la que un crudo por debajo de los 60 dólares empieza a encontrar dificultades para ser rentable.

El precio del barril Brent perdió esa cota de los 60 dólares el pasado 5 de mayo, hasta regresar a mínimos de 2021. Fue su reacción a la decisión tomada por la OPEP y sus socios de elevar la producción para el mes de junio en 411.00 barriles diario. Era el mismo acelerón en la extracción de crudo que el ya decidido en abril para el mes de mayo. El cartel petrolero se reúne este sábado para decidir si eleva de nuevo su producción y es probable que adopte un incremento como el acordado para junio. Si se mantiene el actual ritmo acelerado de aumentos de producción, en octubre se habrá eliminado por completo el recorte del bombeo mantenido en los últimos años.

Se trata de un claro cambio de estrategia con el que los productores desisten, como hasta hace pocos meses, de seguir conteniendo la extracción como fórmula para mitigar la caída de los precios. La OPEP+ argumenta sus decisiones como una medida de política interna, con la que penalizar a los miembros del grupo que no cumplen con las cuotas comprometidas y que bombean, e ingresan, por encima de lo pactado con el resto de socios. Si bien el sábado la OPEP debatirá sobre el aumento de producción, este miércoles también se reunió para acordar las cuotas correspondientes a los países miembros. “Arabia Saudí se ha cansado de haber asumido el grueso de los recortes mientras otros países hacían trampas”, explica Gonzalo Escribano, experto del Instituto Elcano que apunta además en otra dirección: el deseo de la OPEP+ de no seguir perdiendo cuota de mercado frente a EE UU.

Estados Unidos se sitúa por delante de Arabia Saudí y de Rusia como principal productor de petróleo del mundo con una cuota de mercado que ronda el 10%. El grupo de países que componen la OPEP+ mantiene una cuota en torno al 40%, poderosa pero en descenso en los últimos años, en paralelo al repunte que ha registrado la producción en Estados Unidos gracias especialmente a la técnica del fracking (fracturación hidráulica) o esquisto. “Esta industria necesita un precio del crudo por encima de los 50 dólares el barril, mejor hacia los 60 dólares, para ser rentable. Es más costosa, para producir necesita invertir”, explica Escribano. En los yacimientos petroleros de Arabia Saudí, en cambio, el coste de extracción es notablemente inferior y el punto de equilibrio, a partir del que llegan las ganancias, llega a ser inferior a los 10 dólares el barril.

La Reserva Federal de Dallas muestra en su última encuesta que el nivel de precios de crudo a partir del que la actividad de fracking es rentable para los productores de EE UU está en los 65 dólares el barril de crudo West Texas, con lo que el sector ya estaría perdiendo rentabilidad. De hecho, en la industria se suceden las señales de que el auge de esta técnica de extracción registrado en la última década está llegando a su fin. La empresa de esquisto Diamondback Energy ha rebajado su previsión de producción para 2025, argumentando que la incertidumbre económica mundial y el aumento de la oferta de OPEP+ han llevado la producción de petróleo estadounidense a un punto de inflexión. Y ConocoPhillips ya ha advertido de que unos precios en torno a los 50 dólares por barril podrían desencadenar una reducción generalizada de la actividad, incluso entre los grandes operadores.

Para Bank of America, el mercado está entrando en una lenta guerra de precios. Ello a pesar de que para ninguna de las partes sea rentable un pulso por abaratar el crudo. Tampoco para Arabia Saudí: el Fondo Monetario Internacional calcula que el reino alauita necesita un petróleo por encima de los 90 dólares el barril para equilibrar su presupuesto, y que Rusia precisa precios por encima de los 77 dólares. Sin embargo, la estrategia desplegada por la OPEP+ en los últimos años ha sido fallida: no ha impedido el descenso del precio del crudo, mientras perdía cuota de mercado. “La duración y la profundidad de la guerra de precios dependerán de si el principal motivo del aumento de la producción de la OPEP+ es una conquista de cuota de mercado, una medida disciplinaria del líder del grupo, o un intento de reducir la inflación estadounidense. Como creemos que la cuota de mercado y la inflación tienen un mayor peso, también pensamos que esta guerra de precios podría ser larga”, explican desde el banco de inversión.

La entidad destaca que va a seguir existiendo exceso de oferta de petróleo, lo que podría dejar un precio medio para el Brent este año en los 62 dólares, frente a los 80 del año pasado, sin descartar que la colisión entre la guerra comercial y una guerra de precios petrolera pueda llegar a hundir el barril hacia los 50 dólares de forma temporal. En Goldman Sachs recortaron a principios de mayo sus previsiones para el precio del petróleo a los 60 dólares para el Brent y los 56 el barril de West Texas este año y a los 56 y 52 dólares, respectivamente, para 2026.

Norbert Rücker, responsable de Investigación Económica y Next Generation de Julius Baer, cree que no está claro que los continuos aumentos de producción de la OPEP sean un giro estratégico que va más allá del castigo a los socios rebeldes. Y apunta en todo caso a que el dominio energético de EE UU parece estar alcanzando su punto máximo, y a que la producción y las exportaciones podrían estancarse a finales de este año. “Un estancamiento, o incluso un descenso, de la producción petrolera estadounidense se ha convertido en una opinión generalizada. El aumento de la productividad del petróleo de esquisto se desacelera mientras la inflación de costes se intensifica, y estas tendencias, en general, sugieren que 60 dólares por barril es el nivel de precio que desencadena el ajuste de producción necesario”, explica. En todo caso, siempre cabe la posibilidad, más probable aún con Trump en la Casa Blanca, de que las tensiones geopolíticas se reactiven en cualquier momento e impulsen de nuevo los precios.