La influencia de las redes sociales en la vida ha cambiado la forma de entrenar en el gimnasio. Cada vez es más común que la gente se grabe y comparta su rutina de ejercicio, igual que sube lo que come o los conciertos a los que va. El debate, sin embargo, está creciendo entre quienes defienden la libertad de compartir contenido haciendo la sentadilla perfecta, levantando pesas o en una clase de spinning y los que buscan sudar en paz sin aparecer en el vídeo de nadie.
Se calcula que la industria del fitness en España genera unos 2.100 millones de euros al año y cuenta con 5,4 millones de clientes, según un informe publicado por OBS Business School. En torno al 40% de esos usuarios tiene entre 14 y 24 años, lo que representa una franja de la población muy activa en redes sociales. Aunque no es la única. El vínculo entre las plataformas y el mundo deportivo se ha vuelto un filón extraordinario que aprovechan gimnasios, entrenadores e influencers, pero también usuarios anónimos de todas las edades.
Laura Moreno es una entrenadora personal de 32 años que graba sus ejercicios en un gimnasio de una conocida cadena y después los sube a Instagram. “Me es muy útil para generar contenido, para mostrar alguna técnica o para explicar rutinas de entrenamiento a mis clientes”, señala. Moreno descubrió en redes una manera fácil y rápida de darse a conocer, pero entiende que su actividad puede ser molesta para otras personas. A veces hay gente que le pide no salir en las imágenes. “Siempre hay que grabar con ciertas precauciones para tratar de que salga la menor cantidad de gente posible”, insiste.
Rodrigo también tiene 32 años y es una de esas personas que suele salir al fondo de los videos del gimnasio. “A mí me molesta. Antes la gente venía a ponerse en forma, pero ahora, con esto de las redes sociales, todo se ha convertido en un postureo”, dice a la salida de un entrenamiento. “Más allá de verte guapa o guapo, estás motivando a otra gente que quiere alcanzar el mismo objetivo”, responde Moreno. “Por mí, que se graben; siempre y cuando no molesten por llevar un trípode muy aparatoso o acaparar los aparatos durante mucho tiempo”, apunta Borja González, de 35 años, usuario desde hace más de 15 años de varios gimnasios. “Cuando empecé, me motivaba ver el contenido de un youtuber, Strongman Tarrako. Sus rutinas me ayudaron bastante, aunque a mí no me gusta grabarme y subirlo a redes”, dice González.
La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) impuso hace unas semanas una multa de 21.000 euros a un gimnasio de Tres Cantos, en Madrid, por no garantizar el consentimiento libre y adecuado de sus socios durante la grabación de una clase. El cliente denunció que fue grabado con el móvil de uno de los monitores del centro para subir la sesión a redes sociales sin haber sido informado de manera correcta. Después de dos años, la AEPD concluyó que el gimnasio vulneró el reglamento de protección de datos y le dio la razón al usuario. “Cada vez crecen más este tipo de delitos en Internet y los afectados”, apunta el abogado experto en redes sociales Pablo Maza.
En España, el uso de móviles para grabar imágenes en gimnasios está regulado principalmente por las leyes de privacidad y de protección de datos. Desde el año pasado, estos centros tienen que informar sobre las políticas de grabación de videovigilancia y obtener el consentimiento explícito de los usuarios. Algunas comunidades autónomas, como Cataluña y Madrid, prohíben explícitamente la grabación en vestuarios y en áreas de ejercicio sin el consentimiento de las personas grabadas, aunque esta norma no siempre es respetada. “Creo que debemos ser más empáticos entre nosotros, tanto los que queremos ser grabados como los que no quieren salir en redes sociales”, apunta Moreno.
Desde multas hasta penas de prisión
Maza explica que todo depende del tipo de grabación: “No pasa nada si se trata de una grabación accidental en la que sale alguien de lejos y poco tiempo, pero si se graba a alguien de manera continuada, más de cerca, sí podría producirse una vulneración del derecho al honor”, señala. El abogado considera que hacer deporte “es algo íntimo” y que quien lo practica está amparado por el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen. En Chile, por ejemplo, un juez acaba de ser procesado por grabar en un gimnasio a más de 90 mujeres con fines sexuales.
Grabar a alguien sin su consentimiento puede acarrear graves consecuencias legales en España. Desde una multa económica hasta penas de prisión entre uno y cuatro años, que pueden ser más elevadas si las imágenes tomadas sin consentimiento se difunden. Mientras tanto, muchos gimnasios están llevando a cabo medidas para proteger la privacidad de sus usuarios. Es el caso del club deportivo Clandextino, en Madrid. “Si vamos a grabar algo para redes, pedimos permiso a los usuarios. Si alguien no quiere salir, no le sacamos o recortamos el plano”, dice Sara Domingues, una de las dueñas. Aunque los gimnasios intentan mantener un ambiente libre de estas grabaciones, aplicar estas políticas puede ser un verdadero desafío.
En Estados Unidos se repite el mismo fenómeno y varias cadenas han optado por restringir el uso de móviles en sus instalaciones. Es el caso de 24 Hour Fitness, New York Sports Club y LifeTime. “Yo creo que acabarán prohibiendo los móviles en los gimnasios”, vaticina Maza. “La gente va allí a desconectar y eso es contrario al fenómeno de quien quiere ser influencer de gimnasio”, añade este abogado. Moreno piensa, sin embargo, que grabarse puede traer cosas positivas: “Si la gente se acostumbrara a grabarse más y a verse más, les resultaría muy útil para aprender y mejorar”, asegura la entrenadora. La otra cara de este conflicto está en los centros deportivos enfocados en un público más joven, que ya cuentan con espacios 100% instagrameables.
Todas las fuentes consultadas coinciden en señalar la utilidad de crear zonas designadas para grabaciones, donde no se comprometa la privacidad de otros usuarios. “Supongo que, por mera lógica empresarial, los gimnasios acabarán dividiendo al público más joven y al público más senior que quiere más intimidad. Lo más importante es que estés expuesto cuando tú lo decidas”, agrega Maza.