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Giuseppe Marotta, presidente del Inter: “La Champions no la gana el más fuerte, sino el más inteligente”

Sacudido por la crisis existencial, el fútbol italiano se las ha ingeniado para producir cuatro finalistas de Champions en la última década. Giuseppe Marotta (Varese, Lombardía; 1957) ha sido el arquitecto de los cuatro: Juventus en 2015 y 2017 como director deportivo, e Inter de Milán en 2023 y 2025, primero como director deportivo y luego como presidente, puesto al que lo promovió el nuevo propietario del club, la empresa estadounidense de capital riesgo Oak Tree. Marotta no solo construyó equipos competitivos. Lo hizo al tiempo que salvaba al Inter de la quiebra técnica. Nadie en la historia del fútbol ostenta su récord de fichajes a coste cero. Sin big data, ni falta que le hizo.

Pregunta. No hay secretario técnico en Europa que no le considere a usted un mito de la sabiduría futbolística. ¿Qué significa ser un sabio del fútbol?

Respuesta. Las sociedades deportivas se han convertido en estructuras complejas. Hoy el sabio es aquel que consigue unir la competencia futbolística a la competencia administrativa. Hace falta ser un empresario que sepa de gestión económica. Sin la concurrencia de estas dos cosas se hace muy difícil.

P. Por eso mismo, es decisivo saber de fútbol para acertar en la elección del jugador adecuado, de otro modo correría el riesgo de tirar el dinero. ¿Qué examina cuando ficha un jugador?

R. Hoy más que nunca es necesario diferenciar al talentoso del jugador con alma de campeón. A la capacidad técnica, atlética, agonística y deportiva, debe sumarse el valor humano. El carácter tiene la misma importancia que la técnica. En mi vida he visto muchísimos más talentos que campeones. Sin calidad humana no hay transformación.

P. ¿Qué entiende por calidad humana?

R. El fútbol no es atletismo ni tenis. Es un juego de equipo. La calidad humana es lo que necesitas para crear un equipo. Básicamente, consiste en tener un gran sentido de pertenencia y un gran concepto de la cultura del trabajo. En el mundo del fútbol el que no se esfuerza de manera sostenida y cotidiana retrocede. Si no eres extremadamente disciplinado, incluso en tu vida privada, estás predestinado a ser solo un campeón en potencia.

P. Ha conducido al Inter a dos finales fichando a coste cero a jugadores fundamentales como Çalhanoglu, que no tenían contrato en otros clubes porque inspiraban muchas dudas, pero con usted hicieron el mejor fútbol de sus vidas. ¿Cómo genera esa metamorfosis?

R. En el mundo del deporte la relación entre gasto y éxito no es directamente proporcional. Se puede ganar gastando poco porque la cosa más importante es la construcción de un modelo societario que a través del entrenador se refleje en el equipo que sale al campo. Si el club tiene una cultura y es capaz de construir un liderazgo con el entrenador —la pieza más importante—, el equipo se une. Funciona necesariamente.

P. ¿Qué ideología ha pesado más en el desarrollo del juego en los últimos 50 años? ¿La de Cruyff o la de Sacchi?

R. Es una cuestión fascinante. Cruyff en Barcelona delineó sus ideas de posesión, juego posicional, pressing alto, técnica y creatividad individual. Sacchi transformó el fútbol italiano —que hasta los años 80 se caracterizó por el marcaje al hombre y la impronta defensivista— con el marcaje en zona, el fuera de juego y las maniobras colectivas. Cruyff orientaba su modelo hacia el talento individual, Sacchi hacia la estructura. Los dos desarrollaron aquello que define al fútbol moderno: todos atacan y todos defienden. Este Inter ha pasado de un fútbol muy defensivo a un fútbol en el que todos atacan y defienden. Hoy los delanteros deben saber presionar y retroceder, mientras que los defensas deben saber atacar. Buscamos ese tipo de jugador.

P. ¿No cree que su Inter hace una interpretación tradicional del rol de los carrileros con uno de sus esquemas históricos: el 5-3-2?

R. Con Helenio Herrera y Trapattoni el Inter se cerraba en bloque bajo y contragolpeaba utilizando los laterales largos. Hoy Inzaghi propone un 3-5-2 en donde los carrileros como Di Marco o Dumfries tienen un papel muy importante porque defienden y atacan mucho.

Por fortuna, a nosotros nos ha adquirido Oak Tree Capital Management. Los extranjeros han inyectado 4.000 millones de euros en la Serie A. ¡Menos mal! Ha sido la salvación de la liga.

P. En los últimos cinco años la inversión neta en fichajes del Inter arroja un saldo positivo de 100 millones de euros. ¿Cómo ha hecho para llevar al club a la final de la Europa League en 2019 y a la final de la Champions en 2023 y 2025 ingresando más de lo que se gasta en futbolistas?

R. Cuando llegué en 2018, hacía dos años que el club era propiedad del grupo chino Suning. Estábamos en dificultades financieras. Aplicamos una regla: hacer de cada necesidad virtud. Dijimos: ‘Si no podemos ir al mercado a comprar jugadores sin liquidez, emplearemos la creatividad para descubrir las oportunidades que nos ofrezca’. Nos impusimos el coste cero. El último en llegar libre fue Thuram. Un jugador de gran valor por el que no pagamos traspaso y que nos ayudó a construir un equipo competitivo sin prácticamente invertir, gracias al trabajo de nuestro director deportivo, Piero Ausilio. Ahora, por primera vez en años, hemos equilibrado las cuentas. Nuestro modelo cambiará. Oak Tree, los nuevos propietarios, volverá a invertir en fichajes.

P. ¿Cuál es el impacto del capital privado estadounidense en el fútbol italiano, hasta hace poco tan tradicionalista y patriarcal en torno a empresarios locales?

R. Desde que en enero el fondo Presidio compró el Verona, en la Serie A hay 11 clubes de 20 en manos de capital extranjero, de los cuales ocho están en la órbita de Estados Unidos. Por fortuna, a nosotros nos ha adquirido Oak Tree Capital Management. Los extranjeros han inyectado 4.000 millones de euros en la Serie A. ¡Menos mal! Ha sido la salvación de la liga. Después de un siglo bajo la fórmula del mecenazgo sufrimos una crisis financiera que no nos dejaba respirar. Ahora, nuestro primer objetivo es la sostenibilidad económica. Después, ser competitivos y protagonistas en los resultados.

P. Usted llevó a Pirlo y a Pogba a coste cero a la Juventus. ¿Qué ofrece a los jugadores cuando otros ofrecen más dinero?

R. Eso se resuelve cuando seleccionas hombres antes que futbolistas. Las personas valiosas acaban creando sinergias. El año pasado cuando ganamos el scudetto la plaza del Duomo se llenó con 55.000 hinchas. Estos jugadores se sienten responsables de restituir la confianza de la gente. Francesco Acerbi, que fichamos en 2023 con 35 años, es un ejemplo de interpretación de este sentido de profesionalidad y pertenencia. Es defensor hasta el minuto 94, y luego puede ser atacante [en el minuto 94 anotó el gol decisivo en la semifinal contra el Barça]. ¡En el fútbol, no solo se compite con técnica!

El Barça de Flick es más directo y vertical. El PSG de Luis Enrique es más posicional y paciente y los movimientos son más impredecibles; ellos no tienen un punta de referencia como Lewandowski

P. La Premier es con gran diferencia el gran poder económico de las ligas europeas. ¿Por qué desde 2023 no hay un equipo inglés en la final de la Champions?

R. Ser rico no significa ser racional. Pagar el talento a precio de oro no es la panacea cuando esto genera expectativas mediáticas desaforadas que obligan a los jugadores a vivir bajo una presión insidiosa. Además, hay factores como la experiencia que caracterizan a los equipos más habituados a la Champions. Los equipos continentales compiten mejor porque gestionan mejor las emociones y los tiempos del partido. Es eso que los ingleses llaman el cinismo. Esta competición no la gana siempre el más fuerte. La mayoría de las veces la gana el más inteligente para resolver las crisis que genera el partido. El Real Madrid es el ejemplo perfecto.

P. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian el Barça de Flick y el PSG de Luis Enrique?

R. Hablamos de entrenadores con una filosofía de juego similar en apariencia. Los dos tienen una idea propositiva que apunta a dominar la posesión, elevar el baricentro de los equipos y controlar el ritmo. Los dos juntan las líneas y presionan arriba. Dicho esto, la táctica es completamente diferente. Flick es más directo y vertical, y emplea la posesión para finalizar las jugadas rápidamente con un 4-2-3-1 o un 4-3-3. Luis Enrique es más posicional y paciente, y prefiere el 4-3-3 donde cada jugador ocupa un cuadrante del campo y los movimientos son más impredecibles y profundos. La filosofía es diferente porque el PSG no tiene un punta de referencia como Lewandowski.

R. ¿Cuál es el fichaje que más admira de Luis Campos, el director deportivo del PSG? ¿Vitinha? ¿Neves…?

P. Luis Campos se anticipa al mercado. Fichó a Bernardo Silva para el Mónaco en 2014. ¡Cuando jugaba en el Benfica B! Y Bernardo, además de ser un gran mediapunta, se convirtió en uno de los centrocampistas más inteligentes y completos de Europa.