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Giacometti, Halilaj y la patria común de la infancia en Fondation Giacometti

Giacometti, Halilaj y la patria común de la infancia en Fondation Giacometti
París,

Petrit Halilaj nació en 1986 en Kostërrc, así que es demasiado joven para recordar la caída del muro de Berlín, pero sí es buen conocedor de los episodios vividos a comienzos de los noventa en la antigua Yugoslavia: conflictos étnicos, guerra, exilios forzados, desarraigo… que forman parte de su historia personal, pues tuvo que huir con su familia a un campo de refugiados durante la contienda en Kosovo.

Aunque en su obra ha tratado de rechazar la nostalgia por su primer hogar, y el pathos propio de su adolescencia, para ofrecer una visión optimista de su futuro y del de su país, esas vivencias ayudan al espectador a entender muchas cosas, como su tendencia a plantear relatos en los que las relaciones personales y sociales se despliegan en espacios de libertad, donde caben el juego y la ligereza. Algunas de sus esculturas e instalaciones actuales se nutren de sus dibujos infantiles; su onirismo remite a la infancia, rasgo que vincula sus inquietudes a parte de la producción de Alberto Giacometti.

A ambos autores los une esta primavera el Instituto del segundo en París: tomando El Palacio a las cuatro de la mañana (1932) como punto de partida de una red sutil de lazos entre los dos, la muestra “Nous construisions un fantastique palais la nuit…” subraya la fuerza expresiva de esas construcciones fantásticas y frágiles que son las obras de (casi todos) los artistas. En un montaje concebido por el propio Halilaj, se reúnen creaciones en las que es posible intuir sueños, miedos e intereses de raíces comunes y el deseo poderoso de comunicarlos, existencias inseguras en épocas convulsas y la posibilidad de inventar como puerta de escape.

Las bases del proyecto son la reivindicación de la niñez como fuente y como huella en composiciones del artista adulto, no únicamente en sus dibujos; el despliegue en el trabajo de ambos de las relaciones familiares que lo son todo en esa etapa; y el estudio de la transposición del vocabulario gráfico propio del papel a la escultura y las tres dimensiones -tomando como manifestaciones La Cage (1950) o Apollon (1929)- y de la importancia de la escala a la hora de aprehender la realidad. Halilaj ha llevado a cabo, específicamente para la ocasión, una treintena de piezas en las que ha querido diseccionar el origen infantil de su Abetare, un modo de dibujo especial que ha convertido en forma de expresión propia, y el valor de sus trazos más tempranos como testimonio del panorama en el que le tocó crecer; al exhibirse junto a obras seleccionadas de Giacometti, potencian en la contemplación lo que en estas últimas hay de cercano a la inocencia, los anhelos, las asociaciones inéditas de ideas.

Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit… Fondation Giacometti, 2025

Fue Giacomo (Angelo) Poli, psicólogo que atendió a Halilaj en el campo de refugiados albanés al que tuvo que desplazarse, quien detectó su inclinación por el dibujo y su habilidad para realizarlo con las dos manos: era su medio para dar testimonio del trauma de la guerra y también para superarlo. Poco a poco se fue convirtiendo en su idioma favorito y la de Abetare fue la denominación que quiso darle desde 2015, aludiendo específicamente a la posibilidad de transformar los dibujos de los niños en dibujos en el espacio. La exhibición recuerda que en Ginebra, donde Giacometti se encontraba retenido en 1941 a causa de la II Guerra Mundial, el artista observaba y retrataba a su madre y a su sobrino Silvio en dibujos y esculturas; en algunos cuadernos, además, practicaba un ejercicio muy original: invitaba al pequeño a dibujar sobre hojas en las que previamente había trazado su silueta. Adulto y crío dialogaban así en diseños a cuatro manos, de una gracia particular… que Halilaj trató de replicar con su sobrina Luna.

En la sala principal del Instituto Giacometti se ha desplegado Le Palais, que podemos entender como un monumental dibujo del kosovar en el espacio y en cuyo interior se asocian momentos e ideas teóricamente distantes en la trayectoria del autor de El hombre que camina; permite que entren en relación Couple (1926), Mère et fille (1933), Apollon (1929) y un dibujo infantil que copió en 1932. Remite claramente a Le palais à 4 heures du matin, cuya elaboración a su vez hace referencia a recuerdos del artista: Construíamos de noche un palacio fantástico… un muy frágil palacio de cerillas: al más mínimo movimiento en falso, una parte entera del pequeño edificio se derrumbaba. Siempre lo empezábamos de nuevo. Se refería, por cierto, a él mismo y a una mujer con la que se relacionó durante seis meses y que era capaz de hacer de cada instante un encantamiento -se la ha identificado con una de sus amantes, Denise; en 1933 confesó a André Breton que era incapaz de hacer algo que no tuviera que ver con ella-.

Esa vulnerabilidad constructiva, para Halilaj, conecta con la propia de todas las casas que él y su familia tuvieron que abandonar y que intentarían reconstruir: en Runik, en Pristina. La idea de levantar un hogar soñado para esta exposición no tardó en ocurrírsele; elaborar su palacio, a Giacometti, no le llevó más de un día, tras haber imaginado con exactitud cada una de sus partes.

Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit... Fondation Giacometti, 2025
Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit… Fondation Giacometti, 2025

Ahondando en los paralelismos, Halilaj se benefició cuando era niño del apoyo incondicional de su madre a su vocación artística; a Giacometti le ocurrió lo mismo, pero también con su padre. La figura paterna es importante para los dos, pero de manera diferente: sus posturas oscilan entre la reverencia y el desafío. En París el kosovar presenta Abetare (El gallo de Giacometti), que toma la forma de un personaje burlón que mira hacia un retrato de Giovanni Giacometti, el padre del artista, y Abetare (El Hablador), otro dibujo en el que el de Borgonovo cubre el retrato de su padre de esculturas imaginarias. Justamente el Retrato del padre (1927-1930) de Giacometti es una de esas piezas híbridas entre dibujo y escultura que pueden conectar con propuestas de ese tipo en el artista joven.

Descubrir en los almacenes de la Fundación Giacometti las estructuras metálicas que dan origen a la las esculturas de posguerra de Giacometti impresionó a Halilaj por la proximidad que guardaban con su propio vocabulario de formas, como los Abetare y sus esculturas filiformes o Me gusta recordarte – Struthio Camelus (2024). En ellas encontró la esencia de la escultura y su límites, en sus líneas negras monocromas le pareció dilucidar cuando una escultura se convierte en tal: Me interesa mucho la idea de una escultura que no ocupe espacio. Sin volumen.

A la manera de esas estructuras esenciales de Giacometti, en teoría meros compendios de material, obras de Halilaj como Peut-on faire quelque chose ensemble, simplement ça, et ensuite libre pour toujours (blanc) (2011) emplean formas ligeras como ramitas y plumas; sugieren una ligereza evocadora del vacío, incluso antecedente de su propia desaparición.

En relación con las escalas, ese otro gran tema de esta exposición, no está de más recordar que Giacometti tradujo la grandeza del hombre en dimensiones modestas o incluso muy modestas. Para él, como para Halilaj, lo pequeño no implicaba una menor capacidad expresiva al referirnos a asuntos humanos.

Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit... Fondation Giacometti, 2025
Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit… Fondation Giacometti, 2025
Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit... Fondation Giacometti, 2025
Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. Nous construisions un fantastique palais la nuit… Fondation Giacometti, 2025

Petrit Halilaj/ Alberto Giacometti. “Nous construisions un fantastique palais la nuit…”

INSTITUTE GIACOMETTI

 5 Rue Victor Schoelcher

París

Del 14 de marzo al 8 de junio de 2025

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