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Gabriela Damián une literatura y geología: “Los minerales podrían ser sueños de la Tierra”

Para Gabriela Damián Miravete (Ciudad de México, 1979), los sismos, las erupciones volcánicas, los minerales y formaciones geológicas son una especie de lenguaje de la Tierra, códigos mediante los que el planeta expresa su inconsciente. A partir de este credo, la autora ofrece en La canción detrás de todas las cosas  una serie de relatos conectados con la historia de una joven escritora convocada por la Sociedad Anónima para la Preservación y el Estudio de los Naipes de Ópalo para narrar la belleza de un extraño mineral hallado en la Península de Yucatán, el cual provoca alteraciones sensoriales y de la psique humana. 

Originalmente publicado en 2023 en el sello Odo Ediciones, el libro empezó a circular nuevamente en 2024 publicado por Elefanta Editorial y la UAM. La escritora habla de este libro que se ha convertido en un preciado diamante dentro de la literatura fantástica en el país. 

La autora tiene entre sus máximos referentes literarios a Ursula K. Le Guin

¿Entre la primera edición y la nueva cambió la recepción del libro? 

La primera fue un proyecto pequeñito, yo estaba muy arropada por mi comunidad. En la escritura de géneros especulativos en México hay una sensación de estar en familia. Es muy bonito, pero que salga y tenga su vida fuera es muy emocionante porque implica llevar la discusión de la naturaleza, de la defensa del territorio a otros espacios

¿Por qué se sigue considerando algo secundario la literatura especulativa en México? 

Cada vez está adquiriendo más presencia porque es una forma muy efectiva de narrar cómo se vive en la modernidad y sus problemas, la cuestión climática, tecnológica y política que estamos viviendo. A la ciencia ficción, la literatura fantástica, el horror, los géneros especulativos, se le empezó a reconocer hasta hace poco, con la pandemia. 

Todavía se le considera secundario en México por una cuestión histórica. Desde la novela de la Revolución, el ideal de lo literario ha sido responder a los temas urgentes, de mirar lo que está funcionando mal en nuestro contexto. 

Eso no quita que géneros, como la ciencia ficción, tengan una perspectiva política importante. De hecho, es muy militante, solo que tiene una manera distinta de abordarlo; lo que quiere es mirar la realidad de una manera más velada para confrontar cosas que nos cuesta ver de frente. 

¿A ti qué te ha permitido este género?

Creo que hay un bombardeo de tantas cosas que están mal que la implicación es algo que ya nos cuesta, es algo que incluso evadimos porque resulta doloroso. La imaginación fantástica propone otras maneras de implicarnos. Que una criatura fantástica nos haga revalorar a los animales reales o describir con belleza un mineral que no forma parte de nuestro mundo real, nos puede ayudar a  voltear la mirada hacia lo que sí existe y que probablemente nos generará el mismo asombro.

“Me interesa, en un contexto de crisis climática y de extinción masiva de especies, resignificar, reencantar al mundo a través de esta relación más afectiva, espiritual”

¿Qué hay de la geografía mexicana? Me llama la atención en este libro ese  juego con el mundo subterráneo, con los sistemas de cuevas.

Es muy fascinante. México tiene un patrimonio geológico impresionante del que no somos tan conscientes y creo que puede ser una  manera muy bonita de revincularnos con el planeta mismo. Lo que me interesaba era hacer la analogía del inconsciente humano con el de la tierra, que es subterráneo. Si nosotros tenemos un mundo que desconocemos dentro de nuestra mente y que produce sueños, delirios, deseos, miedos, la Tierra también produce belleza, los minerales podrían ser como sueños, cartas donde se expresa estéticamente. Eso me permitía preguntar qué soñaría la Tierra, de qué hablaría, así como nosotros tenemos ese procesamiento de lo que nos ha pasado en nuestra historia personal y colectiva

En el cine y la literatura hay cada vez más historias relacionadas con estas nuevas formas de ver la naturaleza, ¿estamos ante un nuevo género? 

Yo creo que sí. Ha formado parte de nuestra historia. La Ilíada, la Odisea está llena de naturaleza, hay una relación cosmogónica con el mundo natural. En el siglo XXI  estamos preocupados por lo que está pasando con nuestros entornos porque ya es parte de nuestra cotidianidad ver cosas como lo que ocurrió en Valencia, las inundaciones, las catástrofes derivadas de una sobreexplotación de recursos.  

Lo que fue la novela de la tierra a mediados del siglo pasado en Latinoamérica ahora tiene un componente especulativo importante. En  la obra de Liliana Colanzi, Mónica Ojeda, Elaine Vilar Madruga, nos damos cuenta que hay un nuevo acercamiento al temor de lo que podría pasarle a los entornos naturales y también una apuesta por recuperar una relación más respetuosa y afectiva con lo natural porque estamos al borde de algo que ya no conocemos, de una naturaleza impredecible. 

Están incluso surgiendo nuevas palabras que describen esta relación, como la “solastalgia”, que es el dolor por no reconocer los entornos naturales que habitábamos antes. 

¿Que sean sobre todo mujeres las que están trabajando estos temas es una casualidad o hay algo más?

Creo que es una consecuencia natural de que somos los sujetos históricos que más han cambiado y ahora tienen un montón de cosas que contar.  Ahora que hay posibilidades de intercambio de ideas es un momento donde nuestras voces están adquiriendo preponderancia.   Y como parte de eso, si bien yo soy una mujer totalmente urbana, desindigenizada, percibo en la historia de mi familia, en la figura de mis abuelas, tías, su conexión con el mundo rural y la violencia que sufren los cuerpos de las mujeres de esos entornos y cómo el tránsito a lo urbano ha estado marcado por la pérdida de la relación con el mundo natural

Ahora también las defensoras del territorio, las activistas, las que defienden la vida ante el extractivismo son las personas más castigadas. 

Para mí era importante acompañar a estas mujeres, al mundo campesino en general, pero en concreto a las mujeres que están poniendo el cuerpo y el territorio para salvar la vida de todas las personas, pues finalmente, vivimos del campo. Eso se nos olvida. Nuestros alimentos  y sobrevivencia como especie dependen de la salud del mundo rural y  hay que acompañar esa lucha. 

 La autora

  • Gabriela Damián Miravete nació en la Ciudad de México, en 1979 
  • Sus historias han sido traducidas al inglés, italiano, portugués, francés y euskera
  • Es cofundadora de proyectos colaborativos como Mexicona: Imaginación y Futuro y el Cúmulo de Tesla, colectivo de arte y ciencia
  • Entre sus obras están La Tradición de Judas (CONACULTA, 2007) y  ha publicado relatos en las antologías de cuento Así se acaba el mundo (SM México, 2012), Los Viajeros: 25 años de Ciencia Ficción mexicana (SM, México, 2010), y Bella y Brutal Urbe (Resistencia, 2013).
  • Recibió el Premio de Cuento FILIJ (2007), el Premio James Tiptree, Jr. 2018 y en 2023 con They Will Dream in the Garden obtuvo el premio Shirley Jackson al mejor libro de cuentos del año