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¿Fue Merkel un paréntesis? Los hombres germano-occidentales dominan el nuevo Gabinete de Merz

La política alemana sigue siendo cosa, principalmente, de hombres, y, más en concreto, de hombres blancos procedentes de la Alemania Occidental. Como si los 16 años de Angela Merkel en la cancillería, una mujer que hasta los 35 años vivió al otro lado del Muro de Berlín, hubiesen sido un paréntesis.

Friedrich Merz, que debe ser investido canciller la semana próxima, es hombre y del Oeste. Como su previsible vicecanciller, el socialdemócrata Lars Klingbeil, quien además debe asumir la cartera clave de Finanzas. El ministro de Exteriores, que hasta ocupaba la ecologista Annalena Baerbock, será para el democristiano Johann Wadephul, y el jefe de la cancillería, auténtico número dos del Gobierno, Thorsten Frei, del mismo partido.

La nómina de ministros de la Unión Democristiana (CDU) de Merz en la coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) es elocuente. Siete ministros federales, de los cuales tres mujeres y una del Este. Si se suman los ministros de Estado, equivalentes a secretarios de Estado, habrá, para los democristianos, un total de 12 carteras, cinco de ellas ocupadas por mujeres, y dos por alemanes del Este.

Una mujer, y del Este, Katherina Reiche, se encargará del Ministerio de Economía, fundamental en pleno estancamiento económica y crisis industrial. Reiche, con una amplia trayectoria en la CDU, dejó hace unos años la política por el sector privado y ahora era presidenta de la compañía Westenergie, filial del gigante energético E.ON.

Merz tiene previsto presentar a los nuevos cargos en un minicongreso de la CDU este mismo lunes en Berlín en el que el contrato de coalición con el SPD se someterá al voto de los delegados. El martes se dará a conocer el resultado del voto electrónico entre los militantes del SPD. Más tarde, este partido anunciará sus ministros, lo que puede equilibrar la paridad en la coalición. El 6 de mayo el Bundestag debe elegir al nuevo canciller y se cerrará el capítulo de dos meses y medio de transición entre las elecciones anticipadas del 23 de febrero y el nuevo Gobierno.

En el nuevo Bundestag, que se constituyó a finales de marzo, un 32,4% de diputados son mujeres, 2,3% menos que en la anterior legislatura. Los Verdes son el partido con más diputadas, un 61.2%. El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), el que menos, con un 11,8. El SPD tiene un 41,7%. La Izquierda, un 56,2%. La CDU, un 22,6%. El cámara la preside una mujer, la democristiana Julia Klöckner.

Aunque Merz siempre se ha pronunciado en contra de las cuotas (“así no le hacemos ningún favor a las mujeres”, dice), tampoco cumplió con la paridad el Gobierno saliente del socialdemócrata Olaf Scholz. Es verdad que inició su mandato, en 2021, prometiendo que el Gabinete dirigido por él tendría “al menos la mitad de mujeres”. Al principio, cumplió: ocho ministros y ocho ministras. Pero los cambios sucesivos y la salida el pasado noviembre de los liberales desequilibraron la balanza. Hoy, en sus últimos días de existencia, el Gobierno del SPD y Los Verdes tiene 16 ministerios y seis ministras.

En las filas socialdemócratas también hay críticas estos días por el trato que se le da a su copresidenta, Saskia Esken. Después de las elecciones, el otro copresidente, Klingbeil, se hizo con la presidencia del grupo parlamentario, se erigió en negociador-jefe con Merz para la coalición y se postula como vicecanciller y ministro de Finanzas. Es el nuevo hombre fuerte del SPD, una vez retirado Scholz de la primera línea. Todo esto, a pesar de que el partido obtuvo en febrero el peor resultado de su historia y quedó por detrás de la extrema derecha, un mal balance para el líder de cualquier partido.

Mientras tanto, varios líderes socialdemócratas han dado a entender que no cuentan con Esken para seguir en el cargo de copresidenta. Como si fuese de ella la responsabilidad de la derrota electoral y de él el éxito en la negociación de la coalición. “Uno amplía su poder y a la mujer se la anula”, ha denunciado en el Süddeutsche Zeitung Benedict Lang, dirigente bávaro de las Jusos, las Juventudes del SPD.

Uno de los nombres más polémicos entre los designados para el nuevo Gobierno es del ministro de Estado de Cultura y Medios, Wolfram Weimer. Se trata del periodista, empresario mediático, exdirector del diario Die Welt y fundador de la revista Cicero. Se le critican sus posiciones conservadoras, excesivas incluso para medios conservadores como el Frankfurter Allgemeine Zeitung.

“El hombre equivocado en el lugar equivocado, por decirlo suavemente”, escribe en una columna uno de sus codirectores de este diario, Jürgen Kaube. Y saca a relucir pasajes de Manifiesto del conservadurismo, un libro que Weimer en los que este se muestra preocupado, al abordar la demografía europea, por “la perpetuación de la propia sangre”, una expresión que, especialmente en Alemania, chirría. Y otro en el que lamenta el fin de la época colonial y el hecho de que Europa ya no tenga “fuerza de expansión”. El nuevo ministro también se pronuncia en contra de las cuotas “según el género y la procedencia”.

Acusado de haberse plegado en exceso al SPD en las negociaciones de coalición, Merz puede estar haciendo un guiño al ala más derechista. Y esto, escribe Kaube en el Frankfurter Allgemeine, debería irritar a los auténticos conservadores. Porque, visto así, el nombramiento de Weimer no sería más que “una cuota conservadora” y, peor aún, “para un cargo fundamentalmente simbólico”.