Europa ha olvidado las enseñanzas de la crisis bancaria de 2008 que en España se prolongó hasta la quiebra del Popular en 2017. La Comisión Europea ha amenazado a las autoridades españolas por el posible bloqueo de la compra hostil del banco Sabadell por el BBVA que intensificará la ya elevada concentración bancaria. Si prospera la operación en Cataluña, dos entidades controlarían el 70% del mercado, según Pimec. El Gobierno tiene un mes para decidir si la concentración daña el interés general. La operación ya fue bendecida temerariamente por el Banco Central Europeo.
Los estudios oficiales de la crisis financiera mostraron los riesgos y costes añadidos derivados de la existencia de bancos “demasiado grandes para quebrar”, a los que se protege más para evitar daños mayores. Estos riesgos están aumentando debido a la incesante concentración bancaria.
Tras la crisis financiera, la Comisión Europea creó un grupo de expertos de alto nivel para reformar el sistema bancario europeo. Sus trabajos culminaron en el llamado informe Erkki Liikanen, (2012), por el nombre de su presidente. El informe advirtió de que “los costes potenciales de los grandes bancos se relacionan con el posible abuso de poder de mercado por parte de estos y sus incentivos para asumir riesgos debido a su condición de `demasiado grandes para caer´”. Y señaló las dificultades de supervisión de estos bancos sistémicos.
El concepto de bancos `demasiado grandes para quebrar´ se refiere a las entidades que en última instancia son salvadas para evitar un colapso económico. Esta garantía por la que no pagaron es un privilegio que “puede considerarse un subsidio implícito para los bancos `demasiado sistémicos para quebrar´. El informe de IFO EEAG de 2011 recoge una investigación de K. Ueda y B. Weder di Mauro sobre la cuantía de este subsidio implícito que obtienen los grandes bancos. Estiman que los beneficios de este subsidio “en términos de una ventaja en el coste de financiación oscilan entre 20 y 65 puntos básicos”.
El catedrático de Economía Aplicada Antoni Garrido indica que “hay evidencia empírica de que cuanto más grandes son los bancos menos les interesan las pequeñas empresas”. La reparación de la catástrofe bancaria europea exigió 4,7 billones de euros entre 2008 – 2022, entre inyecciones de capital, préstamos y avales, según Eurostat. Aunque en su mayor parte se recuperó, fueron recursos que se restaron de otras necesidades. En cualquier caso, se han perdido 266.171 millones de euros en la Unión.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha aprobado la concentración con ciertos compromisos temporales del BBVA. No obstante, los informes de las autoridades de Competencia de Cataluña y del País Valencià, que han considerado insuficientes estos compromisos, han sido arbitrariamente desdeñados. Los daños al interés general son palmarios: unos 10.000 empleos, menos profesionales para atender a los clientes y 70.000 millones de euros menos de financiación a las pequeñas empresas. No se conocen ventajas económicas de la concentración, excepto para los directivos que la promueven. Ya lo había enseñado Galbraith en El nuevo Estado Industrial en 1967.