El palacete de la discordia, 1.309 metros cuadrados en el número 11 de la avenida Marceau de París, cerca de los Campos Elíseos y hoy sede del Instituto Cervantes en la capital francesa, ha estado largo tiempo en el frontispicio de las reclamaciones del PNV al Gobierno español. Es una vieja reivindicación de los nacionalistas vascos que nunca se había materializado hasta la publicación del decreto-ley aprobado en diciembre pasado por el Gobierno de Pedro Sánchez y que este miércoles ha decaído en el pleno del Congreso. El PNV, que ha festejado la restitución de este inmueble adquirido en 1936 y después confiscado por la Gestapo y entregado al Estado español, asegura que el edificio parisino ya está en sus manos y no habrá manera de que vuelva a perderlo.
“¡Pero qué vergüenza es esta! ¡Pero qué burla es esta!”, ha reaccionado con virulencia el PP tras sustanciarse la entrega del inmueble al PNV. Con estas palabras, y otras más gruesas, pronunciadas este pasado martes por Miguel Tellado, portavoz de los populares en el Congreso, ha acusado a Sánchez de “regalar al PNV edificios públicos sin cumplir los requisitos establecidos por la ley de Memoria” y acusado a los nacionalistas de “rentistas” y “aprovechateguis”.
El traspaso no tiene vuelta atrás, según el PNV, que echa en cara al PP el interés que manifestaron los Gobiernos de José María Aznar y de Mariano Rajoy por entregar el edificio de París al PNV. La recuperación de la sede de París y el traslado al País Vasco del Guernica de Picasso fueron una batalla constante de los nacionalistas en Madrid desde 1976. Iñaki Anasagasti, exportavoz peneuvista en la Cámara Baja, estuvo en 1996 en las negociaciones para investir presidente a Aznar. “Nuestro apoyo a Aznar tuvo pocos acuerdos, pero uno de ellos fue este: Marceau”, ha escrito esta semana en su blog. El PP de entonces estuvo dispuesto a devolverlo al PNV: “Un día, me llama [Francisco] Álvarez Cascos y me dice que el secretario de Estado me iba a atender para hablar de edificio de París. El Estado lo quiere adquirir”. La respuesta de Anasagasti, según su versión, fue rotunda: “Pues nosotros no vendemos nada. Para nosotros es un símbolo. Es nuestro y representa nuestra lucha en el siglo XX y un referente de muchísimas cosas”.
Cuenta Anasagasti, en declaraciones a EL PAÍS, que los representantes del PP llegaron a poner precio al emblemático inmueble parisino: “5.000 millones de pesetas”. “La voluntad de ponerlo en manos del PNV era clara”, recuerda el exdirigente nacionalista. Eran tiempos en que había una mayor sintonía entre Xabier Arzalluz y Aznar, entre el PNV y el PP. Recuerda que “el entreguismo del PP era bochornoso”. Y rememora la siguiente anécdota: “Aznar nos dijo en su despacho, tras firmar el acuerdo, que una de sus mayores ilusiones era sacarse una fotografía con el Guernica de fondo en Bilbao, porque su padre nació allí”. Pero llegó el pacto de Lizarra (1998) y los compromisos entre el PP y el PNV se fueron al traste.
En los tiempos de Rajoy el PNV volvió a la carga. Y se llegó a poner encima de la mesa de las negociaciones la misma cuestión con una voluntad de los populares de ceder el edificio de París, según ha admitido recientemente Aitor Esteban, portavoz del PNV en la Cámara Baja. Los nacionalistas no han cesado en su propósito en ningún momento y retomaron el caso con la socialista Carmen Calvo al frente del Ministerio de Cultura (2004-2007). La aprobación de la ley de Memoria Democrática en 2021 abrió una puerta para la consecución una histórica reivindicación nacionalista. “Es un asunto de justicia debida y el Gobierno sabe que ahí hubo pecado”, declaró entonces Esteban al ver cercana la posibilidad de recuperar la titularidad de este bien histórico.
El inmueble fue la histórica sede del Gobierno vasco en la capital francesa desde 1937 a 1940, adonde se trasladó ante el avance de las tropas de Franco en la Guerra Civil. El PNV sostiene, basándose en estudios históricos, que fue adquirido con fondos recibidos de militantes de este partido recibidos desde México y Cuba, lo que le darían la titularidad en aquella época. Para sufragar la compra se hicieron transferencias económicas en septiembre de 1936, fechas en las que aún no se había aprobado el Estatuto de Gernika (1 de octubre de 1936), ni constituido el primer Gobierno vasco de José Antonio Aguirre (7 de octubre del 36).
Tras la entrada de las tropas alemanas en París en junio de 1940, el edificio fue ocupado por la Gestapo, y pasó a convertirse en la sede de Falange y cedido a las autoridades franquistas. Después, en 1952, se convirtió en la Biblioteca Española. Cuatro décadas después, en 1991, cuando se fundó el Cervantes, este la integró a su red de bibliotecas y en 2006 la rebautizó como Octavio Paz.
El PNV batalló incluso en los tribunales, pero en 2003 el Tribunal Supremo falló en su contra, al entender que el edificio de Marceau “nunca fue incautado en aplicación de la ley franquista de responsabilidades políticas y que su integración en el Patrimonio del Estado [español] se efectuó en virtud de sentencia judicial” de un tribunal parisino. Se refiere a una resolución de 1943,muy criticada por los nacionalistas porque se dio gracias a la “connivencia entre las autoridades alemanas de la ocupación y el Gobierno franquista, con presiones hacia el tribunal en la prefabricación del fallo”. El Tribunal del Sena señaló en 1943 que la procedencia de los fondos para adquirirlo eran “falsos”, y procedían de “robos o confiscaciones del tesoro español”, pero el investigador Jean-Claude Larronde sostuvo que eran de militantes del PNV.