La espiral inflacionista que siguió a la pandemia y la consecuente subida compensatoria de sueldos y pensiones han engrosado las arcas públicas sin necesidad de grandes reformas fiscales. Este fenómeno, conocido como progresividad en frío, supone un aumento de la tributación de las rentas de los contribuyentes en términos monetarios, en lugar de hacerlo en términos reales, y de empujar a muchos a tributar en tramos superiores sin haber ganado poder adquisitivo. Por este motivo, la opción de deflactar — ajustar la escala del impuesto al IPC — ha ganado peso en el debate fiscal y en la arena política. La ausencia de la indexación del IRPF incrementó la presión fiscal en España entre 2021 y 2024. Los grandes perjudicados fueron los declarantes de rentas medias, que soportaron el 61,3% del impacto del alza de precios en ese periodo, según explica un reciente artículo publicado en la revista Cuadernos de Información Económica editado por Funcas. Estos contribuyentes con rentas medias concentraron el 59,7% de las declaraciones presentadas y el 57,8% de la recaudación del gravamen, según el trabajo académico.
Las simulaciones aplicadas para el estudio, que se nutren de la estadística la Agencia Tributaria de declarantes del IRPF de 2022, revelan que el efecto recaudatorio acumulado de la inflación fue de 9.747 millones de euros entre 2021 y 2024. Además, el impacto medio por contribuyente fue de 311 euros para las rentas medio-bajas, 458 euros para las medias y 622 euros para las altas. El informe revela que el efecto de la no deflactación oscila entre los 92 euros para los declarantes con una base liquidable inferior a 12.000 euros anuales y los 1.294 euros para aquellos de más de 600.000 euros.
El autor del informe, Desiderio Romero, señala que, si se suma el efecto del IVA a la progresividad en frío del IRPF, el aumento acumulado de la factura fiscal para un hogar de renta media fue de aproximadamente 1.100 euros en el periodo analizado. Por lo que, en ausencia de reformas y bajo el supuesto de una inflación en torno al 2,5% en el futuro, la cuantía que debe abonar a Hacienda un hogar de renta media subirá alrededor de 200 euros cada año.
La base liquidable general promedio se situó en 23.600 euros en 2022 para el intervalo de 21.000 a 30.000 euros (renta media). En sentido amplio, el rango de la base liquidable paras las rentas del medio se sitúa entre 17.700 y 47.200 euros anuales. En este baremo, el tramo de 12.000 a 21.000 euros corresponde a rentas medio-bajas, mientras que las rentas medio-altas se sitúan en el intervalo de 30.000 a 60.000 euros.
Estos hallazgos se suman al último informe del Registro de Economistas Asesores Fiscales (REAF), que calculó a inicios de marzo que los contribuyentes españoles ahorrarían entre 200 euros para rentas bajas y 1.500 euros para las muy altas este año si el Ministerio de Hacienda hubiera deflactado el impuesto sobre la renta. Por su parte, el Banco de España estimó el pasado junio que la mitad del aumento de la recaudación por IRPF en términos de PIB entre 2019 y 2023 se debió al efecto de los precios y a la ausencia de una adecuación fiscal a la inflación. El supervisor proyectaba entonces que “en ausencia de cambios en los parámetros del impuesto, la ratio de IRPF sobre PIB podría alcanzar el 9% en 2025, un 29% superior a su nivel en 2019″.
Impuesto silencioso
El problema de la progresividad en frío es que avanza, aunque sea de puntillas, según advierte Romero. Por lo que no solo es relevante durante periodos de grandes tensiones en precios como el de los últimos cuatro años, en los que se dio un alza acumulada del IPC de 17,8% —entre 2021 y 2024 fue del 3,1%, 8,4%, 3,5% y 2,8%, respectivamente —. También actúa en etapas de baja inflación debido a su naturaleza acumulativa. Por ejemplo, entre los años 2009 y 2019, un periodo con una inflación media anual del 1,1%, su efecto acumulado alcanzó el 12%.
El Gobierno ha rechazado deflactar el IRPF bajo el argumento de que esta medida puede beneficiar también a las rentas altas. Por lo que, en un intento de alivianar la carga de las rentas más bajas, se ha centrado en ampliar la reducción por rentas del trabajo para beneficiar a salarios brutos de hasta 21.000 euros. También ha elevado el umbral que exime a los salarios de tributar en el IRPF desde 14.000 hasta 15.000 euros. La mayoría de los gobiernos regionales, por el contrario, aplicaron diferentes ajustes para adecuar el tramo autonómico a la inflación entre 2022 y 2024.
El investigador de Funcas describe la inflación como la responsable de “un impuesto silencioso” de alcance heterogéneo y que no es completamente observable para los contribuyentes. “Consecuentemente, sus costes políticos son, en general, menores a los de una genuina reforma fiscal que conlleve un aumento explícito de impuestos”, apunta.