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El extraño dato de pluriempleo pone a España en la zona de riesgo de la economía sumergida en la UE

El extraño dato de pluriempleo pone a España en la zona de riesgo de la economía sumergida en la UE
Foto: Dreamstime

Tras cerrar el ejercicio anterior con un récord de 600.000 ocupados con un empleo secundario, el año 2024 vivió un cierto enfriamiento del pluriempleo, con un descenso interanual del 3,4% de sus afectados, hasta los 582.400. España registra así una tasa del pluriempleo del 2,6%, por debajo de la media de la UE y de las principales economías como Alemania y Francia. Sin embargo, no es precisamente oro todo lo que reluce y el extraño comportamiento de las horas trabajadas en esos puestos nos sitúa dentro de un bloque liderado por Bulgaria, Grecia e Italia y otros países en los que existe una alarmante desproporción entre empleos ‘extra’ declaradas y tiempo dedicado a ellos: un indicador que apunta a un alto riesgo de economía sumergida.

El paro y la temporalidad de la contratación han retrocedido con fuerza en los últimos años, impulsados por el crecimiento económico y, especialmente, la reforma laboral de 2021. También lo han hecho otras variables que miden la precariedad, como la rotación laboral o el subempleo, aunque en menor medida y siguen en niveles muy altos en comparación con la media europea.

Que la tasa de pluriempleo se mantenga en un 2,6% cuando la media de los 27 es del 3,9% y del 4% en la eurozona puede ser considerado un indicador positivo. Aunque no deja de resultar sorprendente que un incremento de la ocupación del 2,2% conlleve un descenso del pluriempleo, la tasa del 2,6% es similar a la registrada en 2008, justo antes del estallido de la Gran Recesión golpeara a España y cuando la burbuja inmobiliaria aún daba sus últimos coletazos. Eso sí, en 2008 las horas rondaban, en promedio anual, las 15 y en 2019 las 14,6, mientras en 2024 se quedaron en 12,9.

Las dudas se avivan cuando repasamos la lista de los ocho países europeos que tienen menores niveles de pluriempleo que nosotros: Bulgaria y Rumanía (ambas con un 0,6%), Italia (0,9%), Grecia (1,3%), Eslovaquia (1,6%) y Hungría, Chipre y Croacia (las tres con un 1,8%). Países que no se consideran motores económicos, ya sea por su reducido tamaño (salvo el caso italiano) como por las ineficiencias de su mercado de trabajo, con un alto porcentaje de empleo informal.

Olvidados por la reducción de jornada

El caso paradigmático es Grecia, que en otoño de 2023 aprobó una ley para limitar a 13 horas diarias la jornada laboral total que una persona puede acumular contando todos sus empleos, algo que en España no se contempla, ya que el límite legal de 8 horas diarias (o 7 y media con los cambios que ultima el Gobierno) se limitan a un único empleo.

El ruidoso cruce de declaraciones entre la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz y su entonces homólogo griego Adonis Georgiadis, (hoy ministro de Sanidad) puso de manifiesto un hecho que hoy vuelve a cobrar actualidad. Y es que una persona que, tras la reforma de la jornada que prepara el Ejecutivo, trabaje 37,5 horas semanales o 7,5 diarias, puede, en teoría, echar el doble en otro trabajo y alcanzar las 15 horas. Eso si solo tiene dos empleos, ya que nada le impide sumar más.

Aunque este es un escenario extremo: la media de horas en empleos secundarios es de 13 horas semanales, lo que se traduce en 2,6 diarias, un total de 10,1 horas si se compatibiliza con un empleo a jornada completa. Aun así, no parece un gran problema cuando solo afectaría, como mucho, a un 2,6% de los asalariados. Pero entonces, ¿por qué sí lo regula Grecia que tiene la mitad de pluriempleo que España? La respuesta es sencilla: el pluriempleo es un indicador de empleo sumergido y volatilidad laboral mucho mayor de lo que indican los datos de la EPA o sus equivalentes europeos.

Por un lado, el alcance del pluriempleo en la actividad es más profundo de lo que miden estas estadísticas. En España, sin ir más lejos, los datos de Seguridad Social registran una media de afiliaciones en pluriactividad que el pasado año superó las 800.000, lo que implica, como hemos contado en elEconomsita.es que el 34% de los pluriempleados que detecta el INE tendría más de un empleo.

Pero es que, además, la gente que trabaja ‘en B’ no suele declararlo cuando se lo preguntan los encuestadores de estas estadísticas, ni por supuesto, darse de alta en la Seguridad Social. Algo más frecuente cuando hablamos de trabajos ocasionales o complementarios al principal. Es decir, que muchos empleos extra ni tributan ni cotizan, lo que sitúa al pluriempleo como uno de los indicios de economía sumergida más habituales.

El ‘semáforo’ europeo

¿Pero no deberían saltar las alarmas en los países con mayor tasa de desempleo? No necesariamente, un porcentaje alto implica una mayor regularización. Aunque uno reducido también puede apuntar a un escaso recurso a esta fórmula, sin necesidad de sospechas. ¿Entonces? Aquí llegamos a un aparente callejón sin salida en la investigación que, sin embargo, se despeja tenemos en cuenta las horas trabajadas.

No tiene sentido que en un país en el que hay poco pluriempleo, estos echen más horas, de media, que en los que está más consolidado. Pero es exactamente lo que ocurre. Cinco de los países con menos teletrabajo (Grecia, Bulgaria, Eslovaquia, Chipre e Italia) son los que más horas de teletrabajo tienen. España es la décima en el ránking.

Pero cuando analizamos la relación entre las horas trabajadas y la tasa de pluriempleo, los datos son aún más claros: los nueve países con la menor tasa de pluriempleo son, precisamente, los que presentan una mayor desproporción con las horas que le dedican sus trabajadores. Esto permite diferenciar a los 27 estados de la UE en tres bloques de ‘riesgo’ de economía sumergida o, al menos, precariedad de sus pluriempleados. Y España, aunque haya moderado las horas trabajadas en los segundos empleos, sigue en el peor de ellos.

Aunque las estimaciones de economía sumergida de España han mejorado desde la crisis, el comportamiento del pluriempleo supone una señal a tener en cuenta. A fin de cuentas, hablamos de un ‘enemigo invisible’ por definición. En los últimos años Hacienda y la Seguridad Social han reforzado sus herramientas legales y tecnológicas para detectar y combatir el fraude laboral, pero a esta guerra aún le quedan batallas para situar a España en la media europea. Al menos, según el termómetro que supone el pluriempleo.

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