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El cuerpo como lugar de batalla – por Pablo Paniagua Prieto

La vegetariana, de la más reciente galardonada al Premio Nobel de Literatura Han Kang, es una novela perturbadora y visceral, que atrapa al lector de manera extraña a través de la transformación de su personaje principal, Yeong-hye. La novela conduce al lector, lentamente primero, pero después de manera cada vez más intensa, lírica y vertiginosa, hacia un camino oscuro y surrealista de transformación y rebeldía silenciosa. Publicada en el 2007, pero traducida al inglés en 2015, La vegetariana recibió el premio Man Booker International en 2016 y es considerada como pieza clave en la obra de Kang. Ciertamente, la novela plantea preguntas incómodas y reflexiones importantes en torno al cuerpo, la incomprensión y la libertad.

La premisa de la historia es simple: Yeong-hye, una mujer coreana aparentemente común, decide, de la noche a la mañana, dejar de comer carne tras intuir la relación entre esta y los perturbadores sueños que padece. En primera instancia, convertirse en vegetariana parece un gesto insignificante, pero se convierte en la chispa que desencadena un proceso de enajenación, combate y rebelión silenciosa por parte de la protagonista, que la conduce a sufrir cambios irreversibles en su vida y en la de quienes la rodean. La decisión de ser vegetariana conduce a Yeong-hye a un camino de transformación radical hacia la búsqueda de una existencia “vegetal”, con el objetivo de trascender y liberarse de los límites del cuerpo, la sociedad y lo humano. Esta liberación desencadena miedo, asco, lujuria, rabia y envidia en las personas que la rodean, sacando a flote muchas partes oscuras del ser humano y cómo estos perciben o (no) comprenden las transformaciones que los demás experimentan. De esta forma, Yeong-hye vive una transformación parecida a la de Gregorio Samsa en La metamorfosis de Kafka.

Hay dos grandes motivos por los cuales esta novela es un libro notable que todo lector apasionado debería leer: primero, las reflexiones de Han Kang sobre la libertad y el rol del cuerpo como mecanismo de resistencia y liberación; y, segundo, la reflexión respecto de los límites de la comprensión entre los seres humanos y cómo, finalmente, somos incapaces de entender lo que ocurre en la mente y en el espíritu de los otros. La decisión de Yeong-hye de dejar de comer carne, además de ser la punta de lanza de una forma de rebelión o de resistencia, en donde el cuerpo de Yeong-hye asume el rol de campo de batalla, y por lo tanto donde la sociedad y las personas que la rodean buscan domarla y controlarla, evidencia hasta qué punto aquellos que la rodean son incapaces de comprender y aceptar dicha transformación. De hecho, la mayoría actúa con violencia (de distinto tipo) contra ella.

Han Kang utiliza la renuncia a la carne como una metáfora de algo mucho más importante: la necesidad de liberarse de las presiones y los roles que se imponen. Yeong-hye no tiene grandes discursos (de hecho, rara vez tiene diálogos en la novela), no intenta convencer a nadie de su decisión; simplemente realiza una elección personal de dejar de comer carne. Pero es a través de dicho silencio y decisión, que ella comunica algo mucho más potente que cualquier palabra: el deseo de emanciparse y de ser dueña de su propio cuerpo y de su propia vida, aceptando incluso los altos costos que esto puede traer. A lo largo del viaje, Yeong-hye transita desde el cuerpo como vía de resistencia hacia el cuerpo como vía de liberación final de toda norma física, social y humana. Un viaje sin vuelta atrás.

La genialidad de La vegetariana es la manera en que aborda temáticas muy incómodas con lucidez y aliento poético. Su escritura es sencilla pero cargada de significados y colores, y hay algo casi hipnótico en la forma en que va desprendiendo (…) las capas de alienación y de obsesiones que afectan a los personajes. Este es un gran libro acerca de la existencia humana, sobre los límites del cuerpo y la mente, sobre el precio de la conformidad y lo que significa romper con las normas.

La incomprensión está trabajada de forma brillante por la autora, quien le da voz a tres personajes que no son Yeong-hye, y que narran cómo perciben (aterrados o fascinados) la transformación de ella. La novela está dividida en tres partes, y cada una está contada desde el punto de vista de estos personajes que perciben la transformación de la protagonista. Yeong-hye no narra explícitamente ninguna de estas partes, por lo que no tiene una voz clara y concreta en el libro, o al menos no a través de la palabra, pero así y todo —y he aquí lo brillante del libro— la protagonista posee una presencia muy poderosa a través del cuerpo, de sus acciones y de las reacciones que desencadena en otros. En la primera parte, el marido relata cómo su decisión de vegetarianismo lo desconcierta y lo irrita. En la segunda parte, su cuñado, un artista con profundas obsesiones, ve en ella un objeto de deseo irrefrenable y un instrumento de liberación para su arte. Al final, su hermana In-hye relata cómo la transformación desata cierto nivel de envidia en ella.

He aquí uno de los temas más importantes del libro: que somos incapaces de comprender verdadera y profundamente a los demás y de entender por completo lo que otras personas están experimentando en sus vidas, lo que se ve acentuado por el hecho de que a través de los tres personajes solo conseguimos vislumbrar fragmentos por lo que está pasando Yeong-hye. Al mismo tiempo, ella se convierte en un espejo en el que los otros tres personajes se ven a sí mismos.

La vegetariana muestra cómo cada personaje que rodea a Yeong-hye proyecta sus propias frustraciones, deseos y obsesiones sobre ella. El cuerpo de Yeong-hye es una suerte de espejo distorsionado de las decisiones, obsesiones y remordimientos de los otros personajes, quienes tratarán de apoderarse del cuerpo de ella de una manera u otra. Al contar la transformación desde el punto de vista de los otros, el lector también se convierte en un “espectador” más que juzga (horrorizado o fascinado) el radical proceso de Yeong-hye, atribuyéndole sus propios significados, pero siendo incapaz de comprender finalmente el verdadero sentido de las decisiones de ella. El lector, como los demás personajes, asiste desconcertado a este proceso subversivo que fracturará la vida de la protagonista y transformará todas sus relaciones en un vórtice de violencia, alienación y deseo.

La genialidad de La vegetariana es la manera en que aborda temáticas muy incómodas con lucidez y aliento poético. Su escritura es sencilla pero cargada de significados y colores, y hay algo casi hipnótico en la forma en que va desprendiendo —como si pelara una cebolla— las capas de alienación y de obsesiones que afectan a los personajes. Este es un gran libro acerca de la existencia humana, sobre los límites del cuerpo y la mente, sobre el precio de la conformidad y lo que significa romper con las normas. La forma en la cual Kang utiliza el cuerpo de Yeong-hye como medio de resistencia y de emancipación, aunque autodestructivo, es una metáfora de la constante lucha por la autonomía que llevamos todos a diario de forma infructuosa.

La vegetariana, Han Kang, Random House, 2024, 168 páginas, $16.900.