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EE.UU. llega a Suiza en busca de un pacto que reequilibre su balanza comercial con China

EE.UU. llega a Suiza en busca de un pacto que reequilibre su balanza comercial con China

Washington (EFE).- El gobierno estadounidense llega este fin de semana a las primeras negociaciones con China del segundo mandato de Donald Trump, que tendrán lugar en Suiza, con el objetivo de cambiar su balanza comercial con el gigante asiático, pero también con la convicción de que continuar con la guerra de aranceles es insostenible a largo plazo.

¿Con qué actitud acude Washington a la reunión?

El Ejecutivo estadounidense ha dejado clara su negativa a bajar los aranceles antes del encuentro. El presidente, Donald Trump, respondió con un escueto «No, siguiente pregunta» cuando la prensa le señaló el miércoles si estaría dispuesto a hacerlo de forma anticipada.

No obstante, desde la Administración republicana se recalca que no es factible mantener el arancel del 145 % a los productos chinos y el propio Trump admitió el jueves que «no se puede subir más» de lo ya aplicado, dando por sentado que esa cifra bajará.

¿Qué posibilidad hay de cerrar un pacto?

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, redujo las expectativas esta semana al evidenciar que era una primera toma de contacto entre ambos países y que el sábado y el domingo iban a decidir de qué hablar: «Tengo la sensación de que se tratará de desescalar, no del gran acuerdo comercial».

El Puerto de Balboa, en el Canal de Panamá (Panamá). EFE/Bienvenido Velasco

Trump, sin embargo, confió en que el encuentro sea fructífero: «¿Qué vamos a hacer, hablar de volver a reunirnos? Creo que será algo sustancial», apuntó el jueves, señalando que, en última instancia, Washington desea una apertura del mercado chino, algo que, en su opinión, sería «genial» para los negocios estadounidenses.

Si la conversación va bien, según ha añadido, EE.UU. podría dar un paso en el camino de la desescalada con una reducción arancelaria. «Creo que vamos a tener un buen fin de semana con China. Ellos tienen mucho que ganar. En cierto sentido, mucho más que nosotros», dijo.

¿Quién propició el encuentro?

El Ejecutivo estadounidense ha defendido desde el principio que le correspondía a China tomar la iniciativa. En las últimas semanas, desde las altas instancias se había dejado caer que ya había habido contactos, incluso entre Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, pero Pekín negaba de forma reiterada esas afirmaciones.

La cita en Ginebra supondrá el primer intercambio confirmado a nivel oficial y ambas partes siguen sin admitir quién ha sido la impulsora del acercamiento.

Mientras el país asiático afirma que la reunión llega a petición de Washington, Trump lo desmiente: «¿Ellos han dicho que nosotros lo hemos iniciado? Creo que deben recular y echar un ojo a sus archivos», afirmó.

¿Qué busca Estados Unidos?

Cuando comenzó la ofensiva arancelaria, Trump la justificó como una manera de hacer que China rindiera cuentas por la entrada de fentanilo a Estados Unidos, algo que también le reprochó a México y Canadá.

Pero en los nuevos aranceles pesa el déficit comercial estadounidense con China. Según datos de la Oficina del Representante Comercial de EE.UU., el comercio total de bienes de EE.UU. con China rondó los 582.400 millones de dólares en 2024. Las exportaciones de bienes a China fueron de 143.500 millones, un 2,9 % menos que en 2023, y las importaciones totalizaron los 438.900 millones, un 2,8 % más que en 2023.

El déficit comercial de bienes de Estados Unidos con China fue de 295.400 millones de dólares el año pasado, un 5,8 % más que en 2023, una situación que Washington quiere corregir, pese a insistir que quien tiene más que perder en la negociación en caso de que esta no vaya bien es Pekín.

Según resume, la política de gravámenes quiere «reequilibrar» las relaciones comerciales, lograr «reciprocidad», abrir nuevos mercados y proteger la seguridad económica y nacional de Estados Unidos.

El Puerto de Balboa en el Canal de Panamá (Panamá). EFE/Bienvenido Velasco

Los aranceles impuestos a China, tal y como repitió el jueves la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, se dan debido a lo que Washington considera «prácticas comerciales desleales de larga data de China y a su decisión de tomar represalias (del 125 %) en lugar de buscar una solución».

China acude dispuesta a jugar sus bazas

China se mostrará firme en las negociaciones comerciales que mantendrá este fin de semana en Suiza con Estados Unidos, en las que se presenta con bazas como su dominio en las tierras raras o su cartera de deuda estadounidense para buscar reducciones arancelarias del Gobierno de Donald Trump.

¿Qué espera China de la reunión?

Los portavoces chinos han dejado claro que Pekín espera «sinceridad», insistiendo en que no cederá a «chantajes» y en que el diálogo debe llevarse a cabo bajo la premisa del «respeto mutuo».

El gigante asiático argumenta que fue EE.UU. quien agravó la contienda comercial, que el propio Donald Trump desató en su primer mandato, con unos aranceles «unilaterales, ilegales e irrazonables» que pide retirar para avanzar.

China defiende que el encuentro se produce «a petición de la parte estadounidense», que no tiene miedo y que no va a buscar ningún acuerdo que suponga «sacrificar» sus principios.

Analistas citados por la prensa local creen que «no se puede fantasear con un acuerdo equilibrado y estable» en este momento, pero sí de lograr pactos «en ciertas áreas específicas» que desatasquen la situación. La agencia Bloomberg, que cita fuentes propias, apunta a que Trump aceptaría rebajar sus aranceles al 60 % y que Pekín haría lo propio como gesto de buena voluntad.

¿Está China dispuesta a ceder?

China ha sido uno de los grandes objetivos de la guerra arancelaria iniciada por Trump el pasado 1 de febrero, y la firme respuesta de su homólogo, Xi Jinping, también tiene una lectura interna: no quiere mostrar debilidad ante los envites del republicano.

Algunas voces apuntan a que el mandatario chino busca proyectar fortaleza ante sus ciudadanos y ante el mundo en un momento en que el país busca una recuperación económica que hasta ahora ha sido menos brillante de lo que se esperaba tras los años del ‘cero covid’.

Además, a China no le han sorprendido los gravámenes de esta segunda etapa, que alcanzan el 145 % -aunque eximen a teléfonos, ordenadores y chips-, y lleva tiempo preparando estrategias para responder.

Hasta ahora, su réplica ha sido un arancel del 125 % y ahí se ha plantado al considerar que el mercado chino ya no podrá absorber ninguna importación estadounidense con una tasa tan elevada.

El gigante asiático quiere dejar patente que es EE. UU. quien más necesita llegar a un acuerdo, insistiendo en que tiene plena confianza en el desarrollo de su economía, que ha diversificado sus exportaciones en los últimos años y que Washington depende de lo que le compra a Pekín.

¿Qué bazas tiene China?

Al margen de ese arancel del 125 %, China ha ido desplegando medidas preparadas al milímetro para hacer daño a la economía estadounidense.

Entre ellas, impuestos del 15 % al carbón y al gas natural licuado (GNL) de ese país, además de un 10 % al crudo, maquinaria agrícola, automóviles de gran cilindrada y camionetas; y otros del 15 % a productos agrícolas.

Asimismo, ha endurecido las normas para la exportación de las tierras raras, un problema para Estados Unidos, que en los últimos años compró al país asiático en torno al 70 % de este material que necesitan sus industrias, y también ordenó a sus aerolíneas que no acepten más entregas de aviones de Boeing.

Por último, China es el segundo mayor poseedor de bonos del Tesoro estadounidense, con 760.000 millones de dólares, lo que poder para devaluar el dólar si vende parte de esa deuda.