Tanto Estados Unidos como Ucrania han subrayado este jueves su satisfacción por la firma de su acuerdo de colaboración económica, tantas veces aplazado y que, por fin, da un argumento a la Administración del presidente Donald Trump para inclinarse más hacia Kiev en el proceso de negociaciones para un acuerdo de paz en la guerra iniciada por Rusia. El Parlamento ucranio podría ratificar el pacto la semana próxima, según ha apuntado Washington. El lenguaje del Gobierno de EE UU es ahora notablemente más tajante en favor de su aliado: “No hay fisuras entre los pueblos estadounidense y ucranio”, ha asegurado el secretario del Tesoro, Scott Bessent, un día después de suscribir el acuerdo con la viceprimera ministra ucrania y titular de Economía, Yulia Sviridenko. “Es una señal firme al liderazgo ruso y da la capacidad al presidente Trump de negociar con Rusia desde una posición aún más sólida”.
La Casa Blanca se ha deshecho en elogios sobre el documento firmado -“histórico” y “el primero de este tipo de alianza económica para la reconstrucción y el éxito económico a largo plazo de Ucrania”- según ha subrayado la portavoz de Trump, Karoline Leavitt, en una rueda de prensa. El pacto “demuestra lo interesado que está el presidente en lograr una paz duradera”, ha agregado.
El acuerdo, que estipula la creación de un fondo por el que Estados Unidos tendrá acceso prioritario a nuevos proyectos de inversión para explotar las riquezas naturales ucranias, es beneficioso para ambos. A la Administración Trump le permite presumir ante sus votantes de que ha logrado beneficios económicos tangibles de la ayuda a Ucrania. A Kiev, encarrilar de nuevo el apoyo de Washington tras meses en los que Trump se mostró mucho más cercano a las tesis de Moscú que a las del país invadido.
En declaraciones este jueves, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha atribuido la firma del acuerdo a su conversación con Trump del fin de semana pasado en la basílica vaticana de San Pedro durante los funerales por el papa Francisco. Es cierto que, desde esa conversación a solas —a diferencia de la anterior, el humillante rapapolvo público a Zelenski en la Casa Blanca el 28 de enero—, el tono del presidente sobre la guerra ha cambiado, para hacerse mucho más crítico hacia Rusia. Trump ha llegado a poner en duda la sinceridad de Putin sobre la paz y le amenazaba con nuevas sanciones.
El parte de lesiones de Ucrania en las últimas horas sigue mostrando que la guerra mantiene su curso. Dos muertos y decenas de heridos tras el lanzamiento de cerca de 200 drones y misiles en diferentes regiones del país. La firma del acuerdo para la explotación de minerales entre Kiev y Washington es solo uno de los muchos hitos necesarios en el camino para que el final de la guerra se aproxime.
Va a servir para que Washington siga apoyando a Kiev mientras dure la contienda y para que, a posteriori, lo siga haciendo durante la reconstrucción. No es baladí, teniendo en cuenta que es el país que más ha cimentado la defensa ucrania desde que Rusia lanzó la gran invasión en febrero de 2022 y el que en mejor posición de poder está para presionar al presidente ruso, Vladímir Putin.
Pero, por delante, queda el reclamado alto el fuego como aparente etapa previa a unas verdaderas negociaciones que sienten las bases para enfilar la senda de la paz. De momento, ni siquiera se otea en el horizonte la posibilidad de que ambas partes en conflicto, agresores y agredidos, se sienten juntos, como reclama Estados Unidos. Todo lo que ha habido en las últimas semanas han sido contactos indirectos que, además, dan cuenta de lo alejadas que se hallan las posiciones, que sitúan el avance hacia el final de la contienda en vía muerta. De hecho, lograda la firma del miércoles, Washington se quiere centrar ahora en que Kiev y Moscú acerquen posturas.
Contrapeso a la estrategia de Trump
En todo caso, la jugada de aceptar un acuerdo que permita a Washington compartir la explotación de su subsuelo beneficia en principio a Kiev en dos sentidos. Por un lado, sirve para cicatrizar el golpe que supuso para Volodímir Zelenski la encerrona en la Casa Blanca el 28 de febrero Ese día saltó por los aires la posibilidad de refrendar el pacto cerrado ahora. Por otro lado, la firma de la entente de los minerales sirve a Ucrania de contrapeso frente a la estrategia esbozada por Trump para acabar con la guerra, que pasa por que Kiev ceda territorio al invasor ruso.
El Trump empresario, ayudado por el pragmatismo de un Zelenski necesitado de aliados, se ha impuesto con el acuerdo de los minerales al Trump político de las amenazas, los órdagos y las declaraciones erráticas.
“El acuerdo es un beneficio para la política económica y de seguridad de Estados Unidos”, apunta John Herbst, exembajador de Ucrania. “Para EE UU es fundamental tener socios que le proporcionen minerales críticos. Pero lo que es aún más importante, este acuerdo le da a Trump, en términos que él entiende, un interés concreto en la supervivencia a largo plazo de Ucrania como Estado seguro y económicamente viable”, agrega.
La firma del acuerdo de cooperación económica entre Estados Unidos y Ucrania ha empezado a dar frutos de inmediato: la Administración Trump ha informado al Congreso que planea exportar armamento comprado por Ucrania, por valor de más de 50 millones de dólares, según ha publicado en Kiev el periódico en inglés Kyiv Post.
Es el primer paquete de nueva asistencia militar a Ucrania (aunque Kiev ha comprado ese material, no haya sido donado como ocurrió durante los tres primeros años de guerra). Es un mensaje claro de apoyo al país ocupado, y una advertencia aún más clara a Moscú para que se siente a la mesa de negociaciones y aborde en serio un acuerdo de paz.
El texto del acuerdo, divulgado por el Gobierno estadounidense, mantiene un tono crítico con el Kremlin, para referirse a la “invasión a gran escala” de Rusia en Ucrania y asegurar que “no se permitirá a ningún Estado o persona que haya financiado” la guerra “sacar provecho” de ello. Kiev también obtiene otros beneficios, explícitos o implícitos: el pacto no menciona que los ingresos que Washington vaya a obtener se consideren pagos por la ayuda militar previa, como había exigido la Casa Blanca, y abre una vía para que Estados Unidos retome el suministro de equipos de defensa al país ocupado. Kiev pagaría ese armamento a través del nuevo fondo, que también se utilizaría para financiar la reconstrucción una vez terminada la guerra.
El pacto, que probablemente será ratificado por el Parlamento de Ucrania a mediados de mes -o antes, según la Casa Blanca-, solo prevé compartir los beneficios de nuevas licencias otorgadas desde su entrada en vigor y ha de respetar, por tanto, los contratos ya vigentes, que no se verán afectados. Lo firmado tampoco puede interferir en las relaciones Kiev-Unión Europea ni en el proceso que pueda acabar con Ucrania formando parte de esa institución