Más de 1.900 miembros de las academias científicas estadounidenses —la élite mundial de sus disciplinas— han firmado una carta abierta en la que denuncian el “peligro real” que supone “el ataque sistemático contra la ciencia” encabezado por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El texto es durísimo. “Tenemos creencias políticas diversas, pero estamos unidos como investigadores en la defensa de la independencia de la investigación científica. Enviamos este SOS como una advertencia clara: el sistema científico del país está siendo destruido”, alertan. La carta está dirigida “al pueblo estadounidense”, pero el desaguisado provocado por Trump podría tener consecuencias en la esperanza de vida de toda la humanidad. Estados Unidos pone uno de cada cuatro euros dedicados en el mundo a la ciencia y la tecnología.
“La Administración está imponiendo la censura, destruyendo nuestra independencia. Está utilizando órdenes ejecutivas y amenazas financieras para manipular qué estudios se financian o publican, cómo se comunican los resultados y qué datos pueden ser accesibles para la población. La Administración está bloqueando investigaciones sobre temas que considera cuestionables, como el cambio climático, o cuyos resultados no le agradan, en temas que van desde la seguridad de las vacunas hasta la economía”, advierte la carta.
Entre los casi dos millares de firmantes hay figuras de dentro y fuera de Estados Unidos, como la viróloga francesa Françoise Barré-Sinoussi, ganadora del Nobel de Medicina de 2008 por descubrir el virus del sida; el astrofísico alemán Reinhard Genzel, nobel de Física por detectar el agujero negro en el centro de nuestra galaxia; el virólogo estadounidense Harvey J. Alter, merecedor del Nobel de Medicina de 2020 por el descubrimiento del virus de la hepatitis C; y el bioquímico español Joan Massagué, director del brazo científico del Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering, en Nueva York.
Los autores de la carta sostienen que el sistema científico estadounidense es “la envidia del mundo”, tras casi un siglo de “sabias inversiones” del Gobierno de Estados Unidos. “Increíblemente, la Administración Trump está desestabilizando este sistema al recortar drásticamente la financiación, despedir a miles de científicos, restringir el acceso público a los datos y presionar a los investigadores para que alteren o abandonen su trabajo por motivos ideológicos”, alertan los firmantes.
La misiva no cita directamente al hombre más rico del mundo, Elon Musk, pero sí lamenta los tijeretazos brutales ejecutados desde el Departamento de Eficiencia Gubernamental dirigido por el magnate. “Estos recortes están obligando a las instituciones a interrumpir investigaciones (incluidos estudios sobre nuevos tratamientos de enfermedades), despedir a profesores y dejar de admitir a estudiantes de posgrado, lo que pone en riesgo la formación de la próxima generación de científicos”, señalan los autores de la carta.
Entre los firmantes figuran al menos otros dos prestigiosos científicos españoles: el genetista Ginés Morata y el virólogo Esteban Domingo, miembros de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense. “El desarrollo científico de todo el mundo puede sufrir muchísimo. Esto es un asalto de la sinrazón al mundo de la razón. Uno lee las cosas que hace Trump y se queda pasmado. Es inimaginable que ponga de secretario de Salud a un hombre que no cree en las vacunas [Robert F. Kennedy Jr.], es como si yo no creyera en la ley de la gravitación universal”, declara por teléfono Morata, un investigador que ha iluminado el desarrollo embrionario de todos los animales desde su laboratorio en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC), en Madrid.
Su colega Esteban Domingo también es muy crítico con Trump. “La ciencia en Estados Unidos ha sido importantísima para llevar al país donde está. Los recortes están obligando a los científicos a romper proyectos y a emigrar. Esto es una ruptura increíble respecto al pasado de Estados Unidos. Me cuesta entender que estén aceptando esto. El país era un ejemplo que se está echando a perder por una persona”, argumenta.
Los dos millares de firmantes denuncian el “clima de miedo” que se ha apoderado de la comunidad científica en Estados Unidos. “Hay investigadores, temerosos de perder su financiación o su estabilidad laboral, que están eliminando sus nombres de sus publicaciones, abandonando estudios y reescribiendo solicitudes de subvención y artículos para omitir términos científicamente precisos, como cambio climático, que las agencias financiadoras han comenzado a señalar como problemáticos”, advierten.
“El daño al sistema científico de nuestro país podría tardar décadas en revertirse. Hacemos un llamamiento a la Administración para que detenga su ataque sistemático contra la ciencia en Estados Unidos, y urgimos al público a unirse a este llamamiento”, concluyen los firmantes. “La voz de la ciencia no debe ser silenciada. Todos nos beneficiamos de la ciencia, y todos perderemos si se destruye el sistema científico del país”.