La exposición recrea de forma crítica el discurso «hegemónico» de los museos, dando protagonismo a los migrantes
MADRID, 2 Jun. (EUROPA PRESS) –
El Ministerio de Cultura ha inaugurado este lunes ‘Pinacoteca Migrante’, una exposición que acoge la Biblioteca Nacional –hasta el 14 de septiembre– y que muestra la «invisibilización» del colonialismo español, que ya pudo verse en el Pabellón de España en la Bienal de Venecia 2024.
El acto ha contado con la participación del secretario de Estado de Cultura, Jordi Martí, quien ha ensalzado la muestra porque «ayuda a ensanchar la mirada hacia lo más invisible» y defiende que las propuestas que enfrentan el colonialismo «inundan» los museos internacionales.
«Esta exposición tiene sentido para que nos ayude a ensanchar esa mirada hacia lo que ha sido más invisible y hacia esos ángulos muertos. Cualquier propuesta de este tipo está inundando las programaciones de museos e instituciones culturales en todo el mundo. Se trata de poner el foco donde habitualmente no lo hemos puesto», ha asegurado a los medios de comunicación.
Junto a Jordi Martí ha estado la artista peruana Sandra Gamarra, responsable del proyecto presentado en Venecia y que ha sido adaptado en esta ocasión, quien ha explicado que ‘Pinacoteca migrante’ aborda una narración «que emerge y que se nutre del propio suelo español». «El tema de la repatriación es algo que constantemente se está repitiendo. Lo que se puede hacer ahora es justamente no continuar con un modelo que perpetua que se nos vuelva a pedir cosas de otros países«, ha afirmado la artista.
Gamarra ha detallado que todas las piezas expuestas son obras que existen dentro del patrimonio de las colecciones españolas. Por ejemplo, en una de las seis salas se expone el ‘Retablo de la Naturaleza Moribunda’, que denuncia que «muchos de los museos españoles se han formado a partir del expolio, el privilegio y la violencia«.
En el mural aparecen distintas escenas que exponen tesoros y objetos de otros países, como ‘Las Meninas’, de Velázquez, en la que aparece un búcaro servido en una bandeja de plata, posiblemente originaria de Potosí (Bolivia), según el comisario de la muestra, Agustín Pérez. «Esta escena representa algo que nunca nos han contado y que se omite. A la infanta le están entregando en una bandeja de plata, venida de Potosí, una cerámica llamada búcaro, de México, algo que se puede entender como que la hija del rey está devorando su propia tierra», ha descrito.
También aparecen bodegones de Zurbarán o el Tesoro de Quimbaya. «Son metáforas que hablan de esa pertenencia de cosas que quizá no nos pertenecen. Tenemos que entender que en nuestros museos hay patrimonio que está en conflicto. Y lo que tenemos que hacer es poner esas nuevas agendas dentro de nuestras formas de hacer», ha sugerido.
Por su parte, Gamarra ha destacado que el mural muestra cómo se ha «normalizado» la idea de que esos objetos pertenecían a España. «Este altar lo hemos colocado casi también como una especie de sacrificio. Hemos normalizado la idea de sacrificio de todos estos objetos como si fuera pertinente y fuera naturalmente, como que su gozo nos corresponde naturalmente por haberlo conquistado», ha cuestionado.
HUCHAS DEL DOMUND, MASCARAS MESTIZAS Y UN JARDÍN
La BNE ha dispuesto seis salas para ‘Pinacoteca Migrante’, que arranca son ‘Tierra virgen’, un espacio que versa sobre las pinturas de paisajes españoles y de antiguas colonias de América Latina, Filipinas y el norte de África, que aparecen relacionados con los ecocidios actuales.
Le sigue ‘Gabinete de la extinción’, sala que vincula el colonialismo con el extractivismo de las expediciones botánicas europeas durante los siglos XVIII y XIX. «Cuando las expediciones científicas llegaban a las tierras que no se conocían, por un lado tenían un deseo de conocimiento y de colección, pero también de encontrar nuevas materias primas. Pero las personas y las comunidades que vivían en esas zonas no son consideradas. Y así como se pierden plantas, comunidades y personas», ha señalado Gamarra.
Mientras, ‘Gabinete del Racismo Ilustrado’, que relata el modo en que la antropología y la ciencia fueron utilizadas como herramientas de discriminación racial. En este caso, se muestran retratos de líderes y activistas sociales que defendieron sus comunidades o territorios.
En esta parte hay una vitrina con huchas del Domund, que simbolizan un «lugar de ahorrro para el mantenimiento de la sociedad occidental». «Que estén de espaldas no es un castigo sino todo lo contrario es para no perpetuar el redimen colonial y racista», ha afirmado Agustín Pérez.
Posteriormente está la sala ‘Máscaras Mestizas’, que se adentra en las prácticas coloniales del retrato que inmortalizan normas políticas y sociales. Cada obra expone las maneras en que las sociedades aceptan o marginan a sus sujetos, como el cuadro ‘Retrato de niño y familia de fondo’, basado en ‘Grupo familiar ante un paisaje’, de Frans Hals, donde aparece un sirviente que en la obra original se había ocultado. «Aparecen estos personajes que no han sido muy expuestos y que también tienen importancia», ha indicado la artista.
Además de ‘Retablo de la Naturaleza Moribunda’, en el centro del recorrido, y simulando un espacio al aire libre, se presenta el ‘Jardín Migrante’, habitado por copias pintadas de monumentos, así como representaciones de plantas alóctonas o invasoras, junto a lecturas de carácter decolonial que acompañan a estos invitados.