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¿Cuánto importan las condiciones no materiales? Los trabajadores renunciarían a una quinta parte del salario para no estar estresados

¿Cuánto importan las condiciones no materiales? Los trabajadores renunciarían a una quinta parte del salario para no estar estresados

Los convenios colectivos, fruto del acuerdo entre los representantes de los trabajadores y de los empresarios, regulan las condiciones materiales de los empleados: cuánto se cobra, cómo se retribuyen las horas extra, los días de permiso… Es lo que los investigadores del centro de estudios Iseak denominan como “atributos instrumentales”. La fundación que dirige la catedrática en Economía de la Universidad del País Vasco Sara de la Rica, especialista en mercado laboral y desigualdad, acaba de publicar un estudio que intenta comprobar qué importancia tiene para los trabajadores la otra dimensión del trabajo, lo que llaman “atributos intrínsecos”, como la voz en las decisiones, el sentido de propósito y el disfrute en el puesto.

El informe, basado en más de 5.000 encuestas, concluye que los segundos son importantísimos, a veces más que los primeros, hasta el punto de que los empleados renunciarían a un 31% de su salario a cambio de recibir un trato justo o a un 21% para no trabajar estresados. En ello influye el hecho de que el 56% dice estar bajo presión constante y solo un 38% ve posibilidades de que le asciendan.

“Los resultados revelan que los atributos intrínsecos del trabajo son más importantes que aspectos instrumentales, como la estabilidad laboral y los salarios. Elementos como el sentido de propósito y las relaciones laborales se asocian con un mejor rendimiento laboral, medido a través de mayores niveles de satisfacción, esfuerzo y menor absentismo”, sintetiza el resumen del estudio que firman David Martinez de Lafuente y Ainhoa Osés.

Los investigadores hacen una radiografía de qué atributos intrínsecos prevalecen en las relaciones laborales en España. “Aunque la mayoría de las personas trabajadoras valora el apoyo de sus compañeros y disfruta de su trabajo, muchas enfrentan desafíos importantes como la falta de teletrabajo, limitadas oportunidades de ascenso y presión constante en el ritmo laboral”, indica el estudio, que también analiza el panorama en País Vasco.

Esto se concreta en los siguientes datos: solo el 38% ve posibilidades de ascender; el 56% dice trabajar bajo presión constante; un 47% considera que su trabajo no será recompensado si realizan una buena labor; un 66% se ve sobrecualificado para su puesto y un 30% enfrenta tareas repetitivas que limitan su desarrollo y creatividad. A la vez, “el 60% de los empleados considera su trabajo interesante, el 75% disfruta de lo que hace, y el 82% siente que su empleo le permite una sensación de trabajo bien hecho”.

Estos atributos, así como los materiales, varían en función del género: “Los hombres reportan mejores condiciones laborales tanto instrumentales como intrínsecas en comparación con las mujeres”. Asimismo, ellas “trabajan con mayor frecuencia en organizaciones con objetivos sociales y se sienten menos competentes en sus empleos”. La encuesta también encuentra peores condiciones laborales en los extranjeros y en los más jóvenes. Esos empleados de 18 a 30 años, aunque tienen empleos con menor remuneración y estabilidad y ritmos laborales más intensos, “disfrutan de mayores oportunidades de crecimiento personal y destacan en sentido de propósito, disfrute, y calidad de relaciones laborales”.

Diferencias por sectores

El estudio también reporta equilibrios muy diferentes en función del sector. Información y comunicaciones, actividades financieras e inmobiliarias y científicas “destacan por combinar altos salarios, estabilidad y autonomía con un buen equilibrio entre vida laboral y personal, aunque carecen de una misión social clara”. A la vez, los sectores industriales y manufactureros ofrecen salarios elevados y estabilidad, “pero enfrentan deficiencias intrínsecas como falta de propósito y altos riesgos de salud”.

Y luego hay otras actividades, como educación y servicios sociales, que proporcionan “una fuerte satisfacción intrínseca, con un elevado sentido de propósito, pero adolecen de bajas condiciones materiales, como salarios bajos y poca estabilidad”. Otros sectores no tienen ni lo uno ni lo otro, como agricultura, hostelería y actividades del hogar, “reflejando una marcada precariedad en términos de bienestar económico y personal”.

¿A qué renunciarían por mejorar?

Los analistas de Iseak han intentado cuantificar en qué medida la población valora los distintos atributos del trabajo. Para ello han desarrollado experimentos de elección discreta, en los que los encuestados debían elegir entre dos ofertas laborales que varían en el salario y en otros atributos específicos. “A partir de las decisiones de las personas encuestadas, se calcula el porcentaje de salario que estarían dispuestas a sacrificar a cambio de obtener cada uno de estos atributos”, explican los investigadores.

Con este método, llegan a la conclusión de que el trato justo es el atributo más valorado, ya que las personas trabajadoras sacrificarían un 31% de su salario por recibirlo. También perciben un rechazo generalizado a trabajar bajo presión o con alta exigencia física, con un sacrificio salarial del 21% para un ritmo relajado y un 17% para evitar tareas penosas.

“La disposición a sacrificar salario a cambio de contar con un trayecto de ida al puesto de trabajo de 20 minutos (respecto a 40 minutos) es de alrededor del 13%”, añaden los investigadores. Por tener teletrabajo renunciarían a un 10% de su sueldo. Asimismo, verían desaparecer un 11% de su nómina a cambio de trabajar en un ambiente colaborativo o en una compañía con un propósito social. También advierten una disposición a un sacrificio salarial del 9% a cambio de acceder a mayores responsabilidades y de un 10% para evitar tareas repetitivas.

En este aspecto también hay brechas relevantes: las mujeres están dispuestas a sacrificar una mayor proporción de salario por atributos no monetarios que los hombres. “Por nivel educativo”, agrega el estudio de Iseak, “quienes tienen estudios superiores muestran mayor disposición a pagar por el teletrabajo, el menor esfuerzo físico y los ambientes laborales colaborativos. Sin embargo, son menos propensos a sacrificar salario por un ritmo de trabajo relajado o trato justo, en comparación con personas con menor nivel educativo”.

Por edad, el estudio revela que los jóvenes priorizan la progresión laboral y la autonomía en tareas, mientras que los de mediana edad valoran más la flexibilidad horaria, la cercanía al puesto de trabajo, el teletrabajo y los ambientes colaborativos. Los mayores de 50 años destacan por su mayor valoración de la contribución social de las empresas y su sensibilidad hacia el trato justo. “Estas tendencias reflejan diferencias en prioridades y necesidades a lo largo de las distintas etapas de la vida laboral”, indican los investigadores.

Influencia en el absentismo

El estudio subraya que “tanto las dimensiones instrumentales como las intrínsecas del empleo influyen significativamente en el comportamiento laboral de las personas”, una conclusión sustentada en la literatura científica. Indican que el salario o la reducción de riesgos laborales son relevantes a este respecto, pero que la calidad de las relaciones, el disfrute en el trabajo y, especialmente, el sentido de propósito “tienen un impacto significativamente mayor”.

Esto conecta con las ausencias al trabajo, según los investigadores: “En lo que respecta al absentismo, factores básicos como el salario o la estabilidad laboral no parecen ser determinantes. Sin embargo, condiciones instrumentales, como un entorno laboral saludable y un ritmo de trabajo adecuado, están asociados con una reducción estadísticamente significativa en los días de ausencia laboral”. También se refieren al quiet quitting (empleados que limitan su desempeño al mínimo necesario), para el que no encuentran una relación clara con el salario o el tipo de contrato, pero sí con lo intrínseco: “Los resultados sugieren que el esfuerzo laboral aumenta cuando el trabajo es más disfrutable. Curiosamente, una mayor conexión social y un ritmo de trabajo menos intenso se relacionan con un menor esfuerzo laboral”.

Más foco en lo intrínseco

“Estos resultados subrayan la importancia de mejorar la calidad del empleo, no solo a través de factores tangibles como el salario y la estabilidad, sino también mediante atributos intangibles, como el sentido de propósito, la autonomía y un ritmo de trabajo equilibrado, para aumentar el compromiso y el rendimiento de las personas empleadas”, indican los autores del estudio. Subrayan que los aspectos materiales “son relevantes”, pero que a la vez “ciertos elementos intrínsecos juegan un papel decisivo en la reducción de conductas de resistencia laboral”.

En su opinión, “esto indica que el debate sobre la calidad del empleo a menudo se enfoca demasiado en los salarios, dejando de lado dimensiones menos visibles que influyen profundamente en la satisfacción y la productividad”.

“Para los responsables de políticas públicas y las empresas, estos hallazgos sugieren que fomentar empleos que promuevan valores intrínsecos, como un sentido claro de propósito, puede ser una estrategia efectiva para mejorar el bienestar de los trabajadores, aumentar la productividad y reducir los costes asociados con la insatisfacción laboral”, finaliza los especialistas de Iseak.