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Comer muy poco en días alternos es más efectivo que contar calorías todos los días para adelgazar

No solo importa cuánto comes, sino cuándo lo haces. Es lo que empezaron a decir hace tiempo las redes sociales y están comenzando a confirmar algunos estudios científicos. La idea cristaliza en un nuevo enfoque dietético: el ayuno intermitente. Entre la comunidad científica hay cierta controver­sia y posiciones encontradas sobre esta nueva dieta. La infor­mación que hay es interesante, pero insuficiente. Un estudio, que publica este lunes Annals of Internal Medicine, ha añadido algo más al demostrar que este método es moderadamente más efectivo que la restricción calórica tradicional para perder peso.

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado asignaron aleatoriamente a 165 adultos con sobrepeso u obesidad a un ayuno intermitente 4:3 o restricción calórica durante 12 meses para comparar la pérdida de peso entre las intervenciones. El ayuno suponía una restricción energética del 80% durante tres días no consecutivos por semana. Los cuatro días restantes, los participantes comían libremente, aunque se les animó a elegir alimentos saludables. A los participantes del grupo de dieta clásica se les puso un objetivo calórico diario diseñado para producir un déficit energético del 34,3%. De esta forma, al final de la semana, todos habrían consumido las mismas calorías, así que deberían adelgazar lo mismo.

Pero no fue así. A los 12 meses, los participantes del grupo de ayuno intermitente tuvieron una reducción del 7,6% del peso corporal. El grupo de la restricción calórica, reportó una pérdida media del 5%. La diferencia es “modesta” pero evidente, y viene subrayada por otros datos. Los participantes en el grupo de ayuno también lograron medidores cardiometabólicos más favorables, incluida la presión arterial, los niveles de colesterol total y el nivel de glucosa en ayunas.

“Nuestra hipótesis es que la estrategia 4:3 fue más fácil de cumplir porque implicaba contar calorías y restringirlas solo tres días a la semana, mientras que en dieta tenían que contar calorías y restringirlas todos los días”, explica Victoria Catenacci, endocrinóloga y autora principal del estudio, en un intercambio de mensajes. “Contar calorías puede ser una carga cognitiva y tener que hacerlo solo tres días a la semana podría haber facilitado su cumplimiento con el tiempo”.

“Esto no es una propiedad mágica del enfoque 4:3 per se, sino que se debe a que consiguieron un mayor déficit calórico”, opina Adam Collins, catedrático de Nutrición de la Universidad de Surrey, en declaraciones al portal científico Science Media Center (SMC). En teoría todos ingirieron las mismas calorías, pero el experto señala que hay pistas que indican lo contrario, tanto por lo que se midió como por lo que no se midió. “A los que se les asignó la dieta 4:3 solo se les pidió que registraran su ingesta en los días de ayuno, pero sabemos que algunas personas tienden a comer menos también en los días de no ayuno, aunque no sea de forma consciente. Por lo tanto, medir la ingesta solo en los días de ayuno puede subestimar la ingesta real”, opina. Por el contrario, la adherencia a una restricción calórica continua (es decir, todos los días) puede ser variable. Es más fácil engañarse al medir las calorías ingeridas que al hacer un ayuno, donde no hay engaño posible.

En los últimos meses, se han publicado varios ensayos que compararon otros paradigmas de ayuno intermitente con dietas tradicionales sin que se notaran grandes diferencias. “Nos sorprendió un poco ver que nuestros datos no coincidían con estos estudios”, confiesa la epidemióloga Danielle Ostendorf, que también participó en la investigación. “Creemos que esto se debe al paradigma de ayuno intermitente que elegimos estudiar. Ayunar tres días a la semana podría ser una especie de punto óptimo para ayuno intermitente, mientras que otros paradigmas probablemente eran demasiado rígidos y difíciles de cumplir”.

A pesar de la creciente popularidad del ayuno intermitente, pocos ensayos habían comparado sus resultados a largo plazo con los de una restricción calórica en adultos con sobrepeso u obesidad. Este estudio, financiado con fondos del amenazado NIH, arroja algo de luz, demostrando una mayor adherencia, aunque hay que subrayar que ni el número de participantes es muy grande ni la diferencia de bajada de peso es muy amplia, teniendo en cuenta que se trata de una intervención de 12 meses. “Pero una de las características más interesantes del ayuno intermitente son los beneficios metabólicos independientes que puede proporcionar”, matiza Collins. Los estudios en modelos animales ofrecen resultados muy positivos y algunos análisis moleculares en humanos muestran cómo el ayuno fomenta la aparición de proteínas con efectos protectores frente a algunas enfermedades metabólicas o del cerebro.

Pero, como apuntan los autores en su estudio, esta vez se han centrado en la pérdida de peso. Avisan también de que estos resultados pueden dar pistas, pero no son extrapolables a toda la población, ya que “pueden variar en función del sexo, la edad, el origen étnico, el estado de la enfermedad o los trastornos o conductas alimentarias subyacentes”. El ayuno intermitente, en general, puede ser adecuado para perder peso, pero si se quieren resultados, en concreto, lo mejor es buscar soluciones personalizadas.