A Carles Porta le faltan horas en el reloj para atender todos los proyectos en los que está trabajando. Acaba de estrenar en Movistar Plus+ la serie documental ‘La caza del solitario‘, compuesta por tres entregas en las que analiza al detalle el caso del famoso atracador de los años noventa, pero en paralelo sigue, junto a su equipo, investigando en incontables casos que más adelante se convertirán, si llegan a buen puerto, en los protagonistas de algunas de las series documentales, en formato audiovisual o podcast, del rey del true crime español. Incluso, está a punto de dar el salto a la ficción.
Ver ‘La caza del solitario’ ahora en Movistar Plus+
¿Crees que con este auge que hay del true crime los espectadores nos estamos anestesiando ante ante el horror? Mucha gente, incluso, se pone podcasts de true crime para dormirse…
Con esto siempre verás las dos partes. Estamos trabajando en un caso de una chica que fue violada y la intentaron asesinar, y dice que el true crime le salvó la vida. Era muy fan de los true crimes y había visto cosas que la ayudaron a despistar al asesino y cree que sin haberlos vistos la habrían matado. O, en mi caso concreto, que hacemos podcast (‘Crimes’ en Catalunya Ràdio o ‘Por qué matamos’ en Amazon Audible), no sabes la cantidad de gente que me dice que se los ponen para dormir, pero también hay otros que me dicen que se los ponen para no dormirse, por ejemplo cuando tienen que hacer un viaje. Cada uno lo vive a su manera. Y no creo que eso produzca insensibilidad, sino todo lo contrario. Produce una cierta alerta, aprendes cosas…
Una de vuestras líneas rojas a la hora de hacer ‘La caza del solitario’ fue la petición de dinero de Jaime Giménez Arbe para participar, que no aceptasteis. ¿Qué opinas del caso del libro sobre José Bretón, que no ha cobrado pero sí podría tener un beneficio en cuanto a imagen?
A mí no me gusta meterme en los problemas generados por otros. En este caso, yo siempre digo lo mismo: cuando un juez tiene que intervenir en algo, es que antes se han hecho muchas cosas mal. Yo te puedo decir lo que hacemos nosotros: siempre hablamos con las víctimas, directa o indirectamente a través de sus abogados. No veo inteligente publicar un libro sobre Bretón y sobre cómo mató a los niños sin hablar con la madre, pero allá cada uno con su trabajo. Como tampoco me parece inteligente prohibir la publicación de un libro por la razón que sea. Si tú publicas un libro en el que entras en la intimidad de alguien, ofendes o lesionas el honor de alguien, ahí ya está la ley para aplastar a quien cometa esa ilegalidad. Pero tener que pasar por censura previa no es democrático. Lo democrático es publicar y luego allá cada cual con sus líneas rojas, con su moralinas y con el cumplimiento de la legalidad. Se podrían analizar mil cosas, pero creo que aquí se han hecho muchas cosas mal.
Otro tema candente en cuanto a los true crimes es el uso de la inteligencia artificial. Por ejemplo, en ‘¿Qué hizo Jennifer?’ aparecen fotos de la víctima hechas con IA generativa, mientras que en ‘El caso Gabby Pettito’ se usa esta tecnología para replicar la voz de la víctima. ¿Qué te parece esta práctica?
No estaba al loro de esto, pero para mí es muy simple: la cuestión es no engañar al espectador. Para mí, ese es el límite. Si modificas alguna cosa, el espectador tiene que saberlo. Tiene que ser evidente. En ‘La caza del solitario’, nosotros ficcionamos al personaje, pero queda superclaro qué es real y qué no lo es. Ese código, si lo estableces con honestidad, no veo problema, sea con ficciones o con inteligencia artificial. El problema es si quieres engañar al espectador y esto vale para una voz o para lo que sea. Por ejemplo, hay veces que no tienes los derechos de utilización de una voz (una llamada telefónica, unas grabaciones que forman parte del sumario…) o de una foto de alguien relacionado con el caso, entonces no la puedes utilizar. A veces la distorsionábamos, pero ahora la inteligencia artificial u otros programas informáticos te permiten cambiar esa voz para que no sea la original. En ese punto es no mentir y poner, por ejemplo, un letrero que diga «voz interpretada». Si lo haces eso sin avisar al espectador, es engañar a la gente y no está bien.
El año pasado estrenaste ‘Tor’ en Atresplayer, una serie documental sobre un caso que siempre habías querido hacer. No quedaba cerrado del todo, ¿hay posibilidad de una segunda parte?
Estamos trabajando y es posible que hagamos algo más, pero tenemos que esperar un poco. Primero, porque no tengo tiempo… ¿Seguro? No. ¿Posible? Sí. He recibido llamadas, he recibido más información, algunos de los personajes que hay dentro de la historia son espectaculares… Todo eso está ahí.
¿Hay algún otro, como ese, que se te haya quedado la espinita de no haberlo hecho?
Me hubiese gustado hacer el caso de Ximo Ferrendiz, un asesino en serie, pero los padres de una de las víctimas nos pidieron que no lo hiciésemos. Y no lo hemos hecho. Pero hacemos tantos casos y trabajamos en tantos en paralelo, que uno te lleva lleva a otro y uno hace que te olvides del anterior… A mí lo que me gusta es contar historias y esto me permite hacerlo, porque detrás de un crimen siempre hay grandes historias.
Próximamente vas a dar el salto a la ficción con una serie. ¿Qué te ha llevado a dar ese paso?
Eso fue culpa de José Antonio Antón, director general de Atresmedia Televisión. Tenemos muy buena relación y él está enamorado de esta historia. Hablando un día de que quizás queríamos hacer ficción, nos dijo: ‘venga, yo quiero esta historia de Brito y Picatoste’. Entonces, inspirados en esa historia, que fue el primer caso que hicimos de ‘Crims’ en televisión, estamos haciendo ’33 días’. Supongo que haremos más. La ficción nos permite llenar los huecos, los vacíos y las incógnitas que no podemos llenar con la realidad. Si en la realidad no lo tienes, todo es interpretación y nosotros no hacemos eso. En cambio, en la ficción sí podemos ir un poquitín más lejos.
Y hablando de ficción, ¿qué te pareció cuando salió ‘El cuerpo en llamas’, que era una serie sobre un caso que vosotros habíais investigado minuciosamente? No sé te molestó o si sentiste que habían utilizado parte de vuestro trabajo, de algún modo…
De algún modo no, de todo (risas). No sé si es algo especialmente ético, pero es libre, que hagan lo que consideren. Pero ¿qué pasó? Que cuando estrenaron ‘El cuerpo en llamas’, todo el mundo hablaba de ‘Crims’. Todo el mundo referenciaba a nuestros cuatro capítulos. Pues perfecto. En ese momento nosotros no nos planteábamos hacer ficción. Le estábamos dando vueltas, pero no nos acabábamos de atrever, también por exceso de trabajo. Y al final, pues mira, nos decidimos. Bueno, está bien. Yo creo que es algo que tendría que decir el público, pero creo que uno de los dos productos llega más lejos que el otro.
Nací en Wisteria Lane, fui compañero de piso de Hannah Horvath y ‘Chicago’ me volvió loco porque Roxie Hart soy yo. Tengo la lengua afilada, pero, como dijo Lola Flores, «me tenían que dar una subvención por la alegría».