El hecho de que el ambiente afecte profundamente a los seres vivos no es ninguna sorpresa. Cada criatura está inextricablemente vinculada a su entorno, experimentando cambios sutiles o drásticos que afectan su comportamiento, fisiología y supervivencia. En este baile de influencias, las especies sociales se ven afectadas por un factor más: su estatus social.
Las jerarquías aparecen cuando los animales tienen que competir por comida, territorio o parejas sexuales. Los individuos más dominantes monopolizan estos recursos y los subordinados se tienen que conformar con las migajas. Pero ascender en la posición social conlleva muchos más cambios que una cena abundante o un buen apareamiento. Desde la expresión de los genes, el metabolismo, las capacidades cognitivas y el comportamiento, la jerarquía impregna todos los niveles.
No existe un manual sobre los efectos del estatus social en los animales, pues no hay dos especies iguales. Esto es lo que muestra una revisión de la Universidad de Texas que recoge los estudios más llamativos que se han hecho al respecto. A continuación, se exponen seis ejemplos:
Monos vervet más cariñosos
En aquellos animales donde los rangos de jerarquía se establecen en función de la capacidad física de los individuos, como su fuerza o el tamaño de sus colmillos, la agresividad es una herramienta frecuente para alcanzar y mantener un buen estatus social. Sin embargo, el orden social no siempre se define así. Existen excepciones como la de los monos vervet (Chlorocebus pygerythrus), cuyos comportamientos dominantes están influidos por la serotonina. Este neurotransmisor, cuya concentración en plasma se ve aumentada en los individuos más dominantes, es el responsable de que se les pongan los testículos azules, su agresividad se mantenga a raya e incrementen los comportamientos afiliativos, como abrazar y acicalar a sus congéneres.
Esto es lo que demostró un experimento realizado en Estados Unidos en 1992. Cuando eliminaban al macho alfa de un grupo de monos vervet, los subordinados tenían más comportamientos afiliativos hacia las hembras de alto rango y sus crías, mientras que no cambiaban sus tasas de agresión. De esta forma conseguían ganarse la simpatía de las hembras y ascender en la jerarquía social, pues ellas juegan un papel clave en el establecimiento de la jerarquía de los machos.
Antílopes que cambian su orina
Para poder mantener una posición dominante, los animales tienen que ser capaces de comunicar su estatus social. Una manera bastante común de hacerlo es a través de la orina. Esto nos resulta poco familiar a los humanos, que desechamos por el retrete, algo que no sabemos interpretar, pero que es de vital importancia para otras especies. Con la composición de su orina, informan sobre su edad y estado de salud, atraen a posibles parejas sexuales y anuncian su posición en la jerarquía.
En 2010, un estudio demostró que la composición de la orina del antílope indio (Antelope cevicapra) cambia cuando asciende en la jerarquía. En concreto, identificaron tres compuestos que solo estaban en la orina de los machos dominantes. Los investigadores del estudio explicaron que, gracias a estos cambios, los antílopes consiguen establecer su autoridad, marcar el territorio, suprimir los comportamientos agresivos de otros individuos y, finalmente, reproducirse.
Ratones que cambian su metabolismo
Adquirir y mantener un estatus social dominante puede ser muy costoso desde el punto de vista energético. A menudo los individuos se involucran en agresiones y tienen que dedicar tiempo a vigilar a sus parejas sexuales y su territorio. Esta mayor demanda se puede suplir gracias a que también tienen más acceso a recursos, pero, a veces, esto no es suficiente, y los animales dominantes necesitan hacer cambios profundos para satisfacer sus necesidades energéticas.
Los estudios de laboratorio con ratones nos traen un ejemplo claro. Se ha visto que los individuos dominantes muestran más agresividad, incrementan su comportamiento sexual, marcan con orina más a menudo, incrementan la producción de semen y duermen peor. Pueden mantener todos estos cambios gracias a que cambian la expresión de sus genes y alteran su metabolismo. En concreto, incrementan el catabolismo de los ácidos grasos del hígado, produciendo así más energía.
Avispas dominantes con mejor memoria
¿Y qué hay de las capacidades cognitivas?, ¿cambian cuando un individuo asciende en la jerarquía? En algunas especies, los ejemplares sacan mejores notas en las pruebas de cognición social, como los gallos más dominantes, que muestran mejor aprendizaje social. No obstante, es difícil determinar si esta es la causa o la consecuencia de su status social.
La avispa papelera, un insecto común en el Norte de América, suele formar enjambres constituidos por varias avispas fundadoras (con mayor estatus social) y múltiples trabajadoras. Una investigación demostró que las fundadoras reconocen la cara de otros individuos después de seis días de separación, mientras que las trabajadoras son incapaces. Según los autores del estudio, se trata de un caso de plasticidad cognitiva, ya que no hay diferencias genéticas entre los dos tipos de avispas. Las fundadoras necesitan reconocerse entre sí para reducir la agresividad entre ellas, mientras que las trabajadoras no se benefician de esta capacidad.
Macacos dominantes con ateroesclerosis
Un estatus social dominante suele estar asociado con una mayor supervivencia. Sin embargo, los cambios fisiológicos y de comportamiento que se deben incorporar para mantener un alto rango también pueden tener impactos negativos en la salud de los animales. Esto se debe, sobre todo, a que los individuos que aún no tienen su dominancia bien consolidada sufren elevados niveles de estrés.
Un meta-análisis estudió el estado de salud de 491 macacos (Macaca fascicularis). Curiosamente, cuando las jerarquías eran inestables, los machos más dominantes desarrollaban ateroesclerosis, es decir, que acumulaban en las arterias más grasas y colesterol de lo saludable. Está demostrado que, en los mamíferos, el estrés psíquico altera el metabolismo de las grasas, produciendo enfermedades cardiovasculares.
Peces que cambian su crecimiento
Cuando los animales ya no se pueden permitir los costes energéticos asociados con mantener la dominancia, es posible que pierdan su estatus. En algunas jerarquías, esto puede ocurrir de forma rápida y dramática. Cuando pierden su estatus, los individuos alfa dejan de tener oportunidades de apareamiento, se aíslan socialmente, abandonan el uso de señales de dominancia y sufren problemas de salud que los pueden llevar a la muerte.
En cambio, un estudio mostró que, para algunos peces cíclidos como Haplochromis burtoni, el descenso social no les elimina la posibilidad de volver a ganar cualidades dominantes. Además, resulta que los cambios en su estatus social provocan cambios en la tasa de crecimiento. Los que están ascendiendo de rango social crecen más rápido, mientras que los que están descendiendo llegan incluso a encogerse. Según los investigadores, esta plasticidad en el crecimiento permite que los peces suban y bajen de rango varias veces.
Al final, todos estos casos son una muestra contundente de cómo el entorno, y en concreto el contexto social, moldea profundamente lo que somos.