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La ayuda que Israel permitirá entrar en Gaza: “Una gota de agua en un océano de necesidad”

“Lo que llegará en los próximos días [a Gaza] es un poco de harina para las panaderías y para las cocinas públicas que dan una ración diaria de comida cocinada. Los civiles recibirán un pan de pita y un plato de comida. Eso es todo”. Así describió este lunes el ultraderechista ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, la comida que la población de Gaza recibirá en los próximos días. Lo que su socio de Gobierno, el primer ministro Benjamín Netanyahu, había calificado ya la víspera como “una cantidad básica” de alimentos al anunciar su decisión de entreabrir las fronteras de la Franja para evitar el riesgo de hambruna que llevaba semanas negando. Si se atravesaba esa “línea roja”, advirtió Netanyahu, los socios de Israel podían retirar su apoyo a la nueva invasión que su ejército lanzó el sábado en el ya arrasado enclave palestino.

Que esa ayuda humanitaria será magra e incluirá la harina son dos de las pocas cosas que se saben sobre lo que entrará en los próximos días en el territorio palestino invadido, si es que Israel cumple su compromiso. Su Ejecutivo no solo no ha precisado qué otros alimentos se distribuirán estos días, sino tampoco quién se encargará de ello, ni en qué cantidad. Menos aún se conoce cuándo llegará de forma regular esa comida a Gaza, ni si el alivio limitado del bloqueo total a la entrada de ayuda incluirá medicinas y otros suministros vitales que faltan cruelmente en Gaza.

El Gobierno israelí solo ha asegurado que este lunes fueron autorizados a entrar en el enclave cinco camiones con “comida y medicinas para niños”. La ONU elevó ese número a nueve. El pasado día 12, Unicef advirtió de que, en Gaza, había ya 71.000 niños que iban a necesitar tratamiento urgente para evitar la desnutrición aguda. La mitad de la población del territorio, 2,1 millones, son menores.

Esos camiones son “una gota de agua en un océano de necesidad”, subraya Bushra Khalidi, responsable de incidencia de la ONG internacional Oxfam. Antes de la guerra, cada día entraban en el territorio entre 500 y 600 vehículos de gran tonelaje, pero, además, las necesidades son ahora mucho mayores. “Inmensas”, describe Khalidi, tras 19 meses de ataques que han matado al menos a 53.500 personas y herido a más de 120.000, y cientos de miles de viviendas, campos de cultivo, granjas e infraestructuras de agua potable y saneamiento destruidos.

La situación humanitaria de Gaza, catastrófica incluso durante el alto el fuego con Hamás que Israel rompió el 18 de marzo, se hizo insostenible cuando el ejército israelí reanudó los bombardeos ese día para no tener que negociar el fin de la guerra. Sin embargo, ya había empezado a agravarse el 2 de marzo, cuando Netanyahu cerró la frontera a la entrada de alimentos, medicinas, combustible y de cualquier tipo de ayuda humanitaria. Esa situación dura ya once semanas.

El pasado día 12, el índice de referencia sobre nutrición que utiliza la ONU alertó de que, si Israel no permitía el ingreso de alimentos en Gaza antes de septiembre, toda la población del enclave podría padecer para entonces “inseguridad alimentaria aguda”. De esos dos millones largos de palestinos, medio millón se asoman directamente a la hambruna. Esa situación no va a cambiar ahora porque Israel acepte que unos “convoyes simbólicos” entren en el territorio con comida, critica la cooperante de Oxfam.

“Lo que Gaza necesita es que se restablezca completamente el acceso a la ayuda humanitaria, que se nos permita trabajar a las organizaciones internacionales y que se alcance un alto el fuego”, asegura Khalidi. Luego recuerda que la población de Gaza, «además de estar hambrienta, está siendo bombardeada”.

Una “respuesta humanitaria real”, continúa, “no se puede reducir a repartir harina. No estamos hablando de supervivencia, sino de dignidad. Se trata de tener los hospitales funcionando, de disponer de medicinas y de otros suministros médicos, de materiales para reparar las infraestructuras, de refugios para los desplazados”, añade Khalidi.

La cooperante se hace eco de una acusación defendida por numerosas organizaciones humanitarias: la de que Israel utiliza el hambre como arma de guerra. Por ejemplo, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA), cuyo comisionado general, Philippe Lazzarini, reiteró esa acusación el 22 de abril. También aseguró que ese país utiliza la ayuda humanitaria como “moneda de cambio”.

Un comunicado firmado este lunes por 26 grandes donantes humanitarios internacionales –entre ellos el Ministerio de Asuntos Exteriores de España– insta a Israel a permitir la reanudación de la entrega de ayuda por parte de Naciones Unidas y las ONG internacionales “para salvar vidas, reducir el sufrimiento y mantener la dignidad”.

También 30 organizaciones pacifistas israelíes han incidido en los mismos argumentos en un manifiesto: “Israel debe detener inmediatamente sus ataques, poner fin a su política de hambruna, abrir los pasos fronterizos para la entrada de ayuda a Gaza y permitir que las organizaciones de ayuda en la Franja lleven a cabo su labor”, dice el documento.

El coordinador humanitario de la ONU, Tom Fletcher, utilizó este lunes en un comunicado la misma expresión que Bushra Khalidi: “Una gota en un océano de necesidad”. En su texto, confirmó otro de los pocos aspectos que se conocen de la reanudación de la entrada de alimentos en Gaza: que durará solo unos días. Los que tarde el Gobierno de Netanyahu en poner en marcha un polémico plan cuyo diseño los responsables israelíes atribuyen a Estados Unidos, pero que ellos respaldan. Así lo confirmó este lunes en una rueda de prensa en Jerusalén Eden Bar Tal, director del Ministerio de Exteriores israelí.

Un “superávit” de alimentos

Ese plan consiste en atribuir a una opaca organización con sede en Ginebra (Suiza) -la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF en sus siglas en inglés)-, la responsabilidad de distribuir la ayuda humanitaria en la Franja. El reparto se producirá en varios centros de distribución que ya se están construyendo en el sur y el centro del territorio, mostraron imágenes por satélite reveladas por la cadena BBC. Allí se entregará la comida en junio, según los cálculos del Gobierno israelí.

La decisión de Israel de permitir que entre ahora una pequeña cantidad de alimentos en la Franja se dirige también a ganar tiempo para terminar y abrir esas instalaciones mientras se reduce la presión internacional. Desde el inicio del bloqueo israelí en Gaza, al menos 57 niños han muerto por desnutrición, según la Organización Mundial de la Salud.

Para ello, Israel franqueará el paso al territorio a “docenas de camiones”, aseguró ante los periodistas Bar Tal. Sin precisar su número ni su contenido, sostuvo que serán “suficientes” para cubrir las necesidades de la población gazatí.

Las agencias de la ONU y las ONG internacionales ya han comunicado a Israel que no participarán en ese proyecto. Solo el paso previo que prevé, el desplazamiento masivo por orden del ejército de la población de Gaza al sur, podría constituir un crimen de guerra.

Los preparativos de este supuesto proyecto humanitario estadounidense e israelí discurren de forma paralela y, según algunas organizaciones humanitarias, sirven a los propósitos de la operación militar Carros de Gedeón, que Israel desató el pasado fin de semana. Por ejemplo, al prever que los desplazados se concentren en zonas aledañas a los puntos de distribución cuyo “perímetro” -confirmó el director del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí- estará vigilado por las tropas del país. En el interior de esas áreas, serán compañías de seguridad privadas estadounidenses; es decir, mercenarios, quienes “garantizarán la seguridad”, recalcó el funcionario israelí.

Eden Bar Tal eludió este lunes responder a las preguntas sobre cuáles serán esas empresas privadas. Tampoco quiso responder a cómo se financia la GHF. Para Bushra Khalidi, lo que se está poniendo en marcha no son sitios de distribución de ayuda, “sino zonas de control militar, donde los beneficiarios se convertirán en prisioneros”.

Mientras Netanyahu y su ultraderechista aliado Smotrich reconocían este lunes que han dado luz verde a la entrada de comida en Gaza para que sus aliados les permitan continuar con su guerra, el director del Ministerio de Exteriores recuperaba el discurso oficial de su país hasta este domingo: negar el hambre. Bar Tal aseguró que, gracias a los “25.000 camiones con ayuda” que, según Israel, entraron en Gaza en algo más de 40 días durante el alto el fuego, su población disfrutaba de un “superávit” de alimentos.