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Otro comercio internacional fue posible

La guerra comercial desatada por Trump y los graves perjuicios que está causando (deterioro de los derechos humanos, inestabilidad en los mercados y más pobreza en los países más frágiles) no son el resultado de unas relaciones forzosamente condenadas al fracaso. Las relaciones comerciales entre naciones han conocido otros momentos que han proporcionado prosperidad a países muy diferentes. La clave fue la cooperación.

El discurso agresivo del republicano es lo más opuesto a la política de acuerdos con otros países establecida por otro presidente estadounidense, Franklin D. Roosevelt. Es útil recordar los propósitos de la Conferencia de Bretton Woods (Estados Unidos) celebrada en 1944 con el fin de ordenar el comercio internacional y establecer la estabilidad financiera. En sus sesiones participaron 730 delgados de 44 países, entre los que figuraban la Unión Soviética, China y Brasil. A pesar de que las delegaciones estadounidense y británica eran las más numerosas e influyentes con 45 y 15 delegados respectivamente y sumaban el 48,4% de los votos, existió la voluntad de acordar las decisiones.

El espíritu de Bretton Woods quedó patente en el discurso de Henry Morgenthau, secretario del Tesoro estadounidense: “Hemos tomado conciencia de que la manera más prudente y eficaz de proteger los intereses nacionales es mediante la cooperación internacional: es decir, mediante un esfuerzo mancomunado para el logro de objetivos comunes”.

La conferencia creó el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) y estableció el dólar como moneda de referencia con la paridad de 35 dólares la onza de oro, que daba estabilidad y confianza. El sistema, impulsado por los sectores progresistas, funcionó hasta los años setenta del pasado siglo cuando el dólar ya no pudo mantener su equivalencia en oro. Hoy, sin embargo, FMI y BM son ampliamente consideradas con razón como los símbolos del neoliberalismo. El cambio se intensificó en los años ochenta con el auge de las ideas neoliberales y se formalizó en el llamado Consenso de Washington que propugnaba la reducción del gasto público y los impuestos, la desregulación laboral para facilitar despidos, y la privatización de empresas públicas.

La gran paradoja es que hoy la bandera de la cooperación internacional la enarbola China, cuya influencia crece entre numerosos países de Asia, África y América Latina y cuya organización más influyente es la que agrupa a los países de los BRICS, que desde enero de 2025, ya representa el 51% de la población mundial y el 40% del PIB global. La nueva correlación de las poblaciones y fuerzas económicas hace insostenible el actual reparto de votos en el FMI en donde UE junto al Reino Unido detentan el 29,6% de los votos; Estados Unidos el 16,5%, y países como China e India el 6,1% y 2,6%, respectivamente. EEUU tiene posibilidad de bloqueo porque determinadas votaciones exigen una mayoría del 85% de votos %.

En el mundo real la firmeza de China es la que ha obligado a Trump a rebajar sus desmanes. La vuelta a la cooperación es la única solución como lo fue en 1944. China y la Unión Europea tiene mucho que decir.