La sensación de que Vladímir Putin le ha tomado el pelo a todo el mundo con su propuesta de negociar con Ucrania para luego mandar a Turquía una delegación de bajo nivel que aceptó unas propuestas consideradas insuficientes por Europa se extendió rápidamente este viernes de Estambul a Tirana. Desde la capital de Albania, donde se celebró la sexta reunión de la Comunidad Política Europea, los principales líderes del continente involucrados en los esfuerzos de paz bajo impulso estadounidense reclamaron un endurecimiento de la presión sobre Moscú para forzar al presidente ruso a aceptar de una vez por todas un alto el fuego inmediato, tal como ya ha hecho Kiev.
Para ello, la Comisión Europea prepara ya un nuevo paquete de sanciones que buscarán “sentar a Putin en la mesa de negociaciones”, adelantó la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, también desde Tirana.
“Una vez más, Putin se niega a responder a una propuesta de alto el fuego incondicional presentada por los estadounidenses y apoyada por Ucrania y los europeos”, dijo el presidente francés, Emmanuel Macron, tras analizar los resultados de las conversaciones de Estambul junto al canciller alemán, Friedrich Merz, y los primeros ministros del Reino Unido, Keir Starmer, y de Polonia, Donald Tusk, durante la cumbre en la capital albanesa con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, al que los cuatro líderes europeos habían visitado en Kiev el pasado sábado. Vía telefónica, también participó en las deliberaciones el presidente estadounidense, Donald Trump.
“Al rechazar el alto el fuego y el diálogo con Ucrania, Rusia demuestra que no quiere la paz y que solo busca ganar tiempo para proseguir con la guerra”, criticó Macron. Merz, quien justo hace una semana dijo ver una “gran oportunidad” de cerrar rápidamente un alto el fuego de 30 días que permitiera negociar un acuerdo de paz, reconocía ahora que “los esfuerzos diplomáticos han fracasado por el momento, por la falta de voluntad de Rusia de dar los primeros pasos en la dirección correcta”. “Si Rusia no quiere sentarse a la mesa de negociaciones, Putin deberá pagar el precio”, advirtió Starmer.
Ya desde su llegada a Tirana, Zelenski exigió a la comunidad internacional una “reacción contundente”, con sanciones reforzadas en el sector financiero y energético, si las conversaciones de este viernes Estambul con una delegación rusa de bajo nivel no daban resultados tangibles, especialmente la “prioridad número uno” de Ucrania: lograr acordar “de inmediato” un alto el fuego “total, incondicional y honesto”.
Decimoctavo paquete
Entre los asistentes a la cumbre estaban el primer ministro eslovaco, Robert Fico, y el serbio Aleksandar Vucic, que justo hace una semana desafiaron las advertencias europeas y participaron en el desfile militar de Putin en Moscú el 9 de mayo. Pese a ello (o pese a ellos), la decisión de aumentar la presión mediante sanciones fue ampliamente apoyada por los principales líderes europeos reunidos en Tirana, que dedicaron buena parte de su tiempo a analizar la guerra rusa en Ucrania y la falta de voluntad real de Putin por acabarla. En ese contexto, Von der Leyen confirmó que se está trabajando ya en un nuevo y más duro paquete de los Veintisiete de sanciones, el decimoctavo, antes incluso que se apruebe formalmente, el próximo martes, el decimoséptimo.
Según adelantó, entre los principales elementos del 18 paquete, está una prohibición respecto al Nordstream 1 y 2. Se trata, reconoce la Comisión, de una medida por ahora más que nada preventiva, ya que a día de hoy ninguno de los dos gasoductos están operativos. La idea tras imponer pese a ello sanciones, dijo una portavoz comunitaria desde Bruselas, es que “nunca se sabe lo que puede pasar”, así que mejor es intentar desde ya “disuadir cualquier interés” en estos gasoductos, “especialmente de inversores, en realizar cualquier actividad futura con Nordstream”.
El único ducto aún en operación entre Rusia y la UE es el Turkstream, que parte desde Anapa, en el Cáucaso ruso, y cruza el mar Negro y parte de Turquía. Lejos de aminorar, el flujo de gas por esta vía cabalga en 2025 en máximos de un lustro.
La parte del león, con todo, es el gas natural licuado (GNL): lejos de caer, las llegadas de combustible ruso por barco han aumentado desde la crisis energética. Y aún no está claro cómo va a hacer la Comisión Europea para hacer posible su promesa de prescindir a finales de 2027 de todo el suministro procedente del país euroasiático, informa Ignacio Fariza.
En 2021, antes de la invasión rusa de Ucrania y la sacudida de precios, el 45% del gas que consumían los Veintisiete era de origen ruso. Este año, si se cumplen las proyecciones de Bruselas, debería cerrar en el entorno del 13%. Bruselas acaba de presentar un plan para cortar toda la compra de gas ruso de Europa en 2027. Un proyecto más importante si cabe, puesto que cada vez más países europeos apoyan una propuesta del senador estadounidense Lindsey Graham de imponer aranceles del 500% a bienes importados de cualquier país que compre petróleo, gas, uranio y otros bienes de Rusia si Moscú se niega a aceptar un acuerdo de paz o, si una vez aceptado, lo viola o vuelve a invadir Ucrania.
Desde Tirana, Von der Leyen también mencionó la intención de rebajar en el próximo paquete de sanciones el tope al precio del petróleo ruso aún más —el actual fijado por el G-7 es de 60 dólares por barril—, aumentar aún más el número de buques de la flota fantasma rusa que entrarán en la lista negra europea y “más sanciones al sector financiero” ruso. “Queremos la paz y es hora de que Putin se comprometa seriamente”, subrayó.