En su primer discurso, el papa León XIV se presentó al mundo, entre otras cosas, como agustino, “un hijo de San Agustín, que dijo: ‘Con ustedes soy cristiano y para ustedes, obispo”. Y apuntó: “En este sentido podemos caminar todos juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado”, resaltando el fuerte espíritu de comunidad que distingue a esta antigua orden religiosa de la Iglesia, que sigue las enseñanzas y los planteamientos de San Agustín, uno de los filósofos más renombrados para el cristianismo, que vivió en el norte de África y en Italia entre los siglos IV y V. Robert Francis Prevost, un fraile y sacerdote, con más de dos décadas de experiencia como misionero en Perú, es desde el jueves pasado el primer pontífice de la historia que procede de la orden de los agustinos.
Sus primeros gestos como pontífice, relacionados con la doctrina agustiniana, ofrecen pistas claras sobre su espiritualidad y dan a entender que el carácter agustino define su forma de actuar y de pensar y marcará sus pasos.
En su primera salida fuera del Vaticano como Papa, el sábado por la tarde, visitó el santuario agustiniano de la Madre del Buen Consejo, en la localidad de Genazzano, cerca de Roma. Su escudo y lema pontificio también giran en torno a la figura de San Agustín. El eslogan de su pontificado está tomado de un sermón de este santo: “In Illo uno unum”, que significa algo así como “En aquel Uno, seamos uno”, para explicar, en palabras del filósofo y santo, que “aunque los cristianos seamos muchos, en el único Cristo somos uno”. Una consigna que ahonda, además de en la idea de unión, en la noción de igualdad propia de los agustinos.
Por ejemplo, el lema elegido por Francisco fue “Miserando atque eligendo“, relacionado con la misericordia, que fue uno de los pilares de su pontificado.
La comunión y la unidad son primordiales para los agustinos, como explica fray Antonio Giuseppe Masi, el ecónomo provincial de los agustinos de Italia. Y este papa ya ha adelantado en sus primeros encuentros con los cardenales que trabajará para superar las divisiones y conseguir una Iglesia unida. “Pienso que la espiritualidad de San Agustín fundada sobre la unión y la comunión estará muy presente en su pontificado”, apunta Masi. Y explica que este ideal agustiniano se inspira “en la experiencia de la primera comunidad cristiana en Jerusalén”.
En su primer discurso, León XIV también mencionó que quería una Iglesia sinodal, un concepto impulsado por el papa Francisco, que define a la Iglesia como comunidad en peregrinación conjunta hacia el reino de Dios. La sinodalidad busca abrir la institución a todos los bautizados para hacerla más horizontal y universal, pero es una propuesta que resulta conflictiva para el sector más conservador.
Este planteamiento, que se basa en el diálogo y la escucha, también forma parte del ADN de los agustinos. “Los conceptos de sinodalidad y de corresponsabilidad están encarnados en nuestra orden. Hay priores a nivel general, provincial y local, pero la autoridad que marca el camino que hay que seguir es el Capítulo, es decir, un conjunto de hermanos, no solo el jefe. Él toma las decisiones con los hermanos. Qué hacer, cómo hacerlo y dónde hacerlo es algo que se establece en comunión, no se decide en solitario”, recalca Masi.
El ecónomo de la orden en Italia revela que los agustinos “se dedican al estudio de las cosas de Dios en general y de la sociedad, con atención al mundo en el que vivimos”. También relata que la mayoría de agustinos del mundo ha tenido la oportunidad de conocer personalmente a Prevost en su larga etapa como prior general de la orden. “En mis años como agustino he compartido momentos fraternos con él varias veces”, señala y explica que el ahora papa tuvo en todo momento “un trato atento, cariñoso y cercano hacia los hermanos”, a los que siempre dedicaba una sonrisa. Destaca su “sencillez” y lo describe como “un padre, no una autoridad”.
Prevost estudió en institutos agustinos y fue durante años misionero en Perú, donde también trabajó como profesor. Además, fue prior general de la orden de san Agustín de 2001 a 2013, lo que le llevó a viajar por todo el mundo visitando estas comunidades. De ahí que haya pasado en varias ocasiones por Ávila, León, Palencia, Málaga o Sevilla.
Simbolismo agustino
El escudo papal de León XIV también está cargado de simbolismo agustino. Mientras que la parte superior está dedicada a la devoción mariana, en la parte inferior aparece un libro cerrado sobre el que se apoya un corazón atravesado por una flecha. Una imagen que recuerda a la experiencia de la conversión de San Agustín.
La orden de San Agustín, con ocho siglos de historia, fundada en 1243, cuando el papa Inocencio IV invitó a varias comunidades de ermitaños de la zona del Lacio a unirse en una sola congregación, cuenta en la actualidad con cerca de 3.000 miembros repartidos en 50 países. Y se dedica sobre todo a actividades misioneras y de evangelización, educativas y hospitalarias. Además, es una orden mendicante, al igual que los dominicos o los franciscanos, lo que supone que sus integrantes no poseen rentas estables ni bienes propios, sino que viven de la caridad y realizan votos de pobreza, castidad y obediencia.
Siempre viven en comunidad y suelen dedicarse a predicar el Evangelio, a trabajar entre los pobres y marginados. Siguen lo que se conoce como la regla de san Agustín, una de las más antiguas del cristianismo en Occidente, que prescribía una vida más austera y solitaria que la regla benedictina, que era más extendida en la Alta Edad Media. Los agustinos nacieron como ermitaños, aunque en la actualidad no se les considera como tal, y su reglamento se basa en la vida en comunidad en concordia, la caridad, la pobreza, la oración, el ascetismo, y la igualdad de todos ante el Evangelio, que se recoge en su lema “Una sola alma y un solo corazón en camino hacia Dios (Anima una et cor unum in Deum)”. Las normas por las que se rigen establecen que los miembros de esta orden no pueden considerar nada como propio, sino que deben tenerlo todo en común.
Entre algunos de los miembros ilustres de los agustinos, que ha producido eruditos brillantes a lo largo de los años, se encuentra Martín Lutero, que fue abad y teólogo antes de iniciar la Reforma protestante que partió en dos la Iglesia occidental en 1517. Otro agustino famoso fue el abad Gregor Mendel, considerado el padre de la genética moderna.
Los agustinos experimentaron su mayor expansión a partir del siglo XVI, en pleno florecimiento del Humanismo, cuando abrieron numerosas misiones en América, Asia y África. La fundación de la primera comunidad en Lima (Perú), donde León XIV trabajó durante mucho tiempo, data de 1551. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la Orden vivió una etapa de renacimiento, con el apoyo del papa León XIII, en el que Prevost se ha inspirado para elegir su nombre, por su defensa de la justicia, la dignidad y el trabajo.