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Marta Ruíz-Cuevas (Publicis): “Me encanta la gastronomía y no sé ni freír un huevo”

Marta Ruiz-Cuevas, consejera delegada de Grupo Publicis para España y Portugal, nació en Oviedo en 1972; es madrugadora, disciplinada y “viciosa” de la Coca Cola: “Me tomo dos al día, pero porque me controlo”, admite. Es economista y desde que descubrió Leo Burnett no se bajó del conglomerado publicitario francés que hoy lidera en la Península. En España facturó 710 millones de euros en 2024 y su crecimiento del nuevo negocio se cifra en el 14,5%. Ahora, con tanta incertidumbre geopolítica, asegura que los anunciantes hablan de retraso en la inversión y teme que ese retraso pueda convertirse en cancelación.

Pregunta. ¿Cómo se definiría?

Respuesta. Soy muy apasionada, muy optimista y muy responsable. Me considero una persona afortunada porque me dedico a lo que me gusta. Empecé en ingeniería, aunque soy economista, en Houston; luego me mandaron a trabajar a Francia. Tardé en descubrir mi pasión gracias a las clases de marketing y publicidad de la carrera y el máster. Pero entonces dejé mi trabajo en Houston, me fui a Leo Burnett en Chicago y desde entonces sigo en Publicis. Mis hijos dicen que soy una motivada. Soy intensa. Y tengo una persona en mi grupo que me pregunta si tengo botón de apagado.

P. ¿En cuántos países ha vivido?

R. He vivido en cuatro. En Estados Unidos 16 años, en Francia año y medio, en México cinco y en España, donde tengo la asignatura pendiente de viajar más. Me adapto muy bien a los cambios.

P. ¿Qué le hace vibrar?

R. Mi familia. Ver a mis hijos crecer. Y mi trabajo.

P. ¿Qué le enfada?

R. La mediocridad, la falta de esfuerzo, la negatividad.

P. ¿Cuáles son sus principales aficiones?

R. Me encanta la gastronomía y no sé ni freír un huevo. Cocino fatal y no tengo interés ni paciencia para aprender. Tengo la suerte de que tengo un marido que es vasco y cocina de lujo, como un chef. También hace vino. Me encanta pasar tiempo con mi familia y mis amigos. Me gusta el golf, pero como mi familia no juega, lo he puesto en pausa. Voy al gimnasio a hacer fuerza y pilates con música para motivarme. Soy muy disfrutona. Me encanta pasar tiempo en la casa que tenemos en Asturias, sobre todo en invierno cuando hay poca gente.

P. ¿Qué restaurante recomendaría?

R. Aconsejaría en Asturias Güeyu Mar y La Huertona. Un descubrimiento que he hecho hace poco en Zamora es Lera, que me ha fascinado. Pero sigo pensando que el mejor plato es el que cocina mi marido: hace un rodaballo que alucinas y sabe hacer hasta esferificaciones de Bloody Mary.

P. ¿Cómo desconecta?

R. Desconectar para mí es no parar. Hacer más cosas. No recuerdo en la vida ir a la playa a tomar el sol simplemente. Me apunto a un bombardeo. He ido a varios retiros de yoga con una amiga, aunque no son para mí, los disfruto muchísimo. Soy muy habladora, pero necesito silencio; nadie puede hablar durante el desayuno en casa.

P. ¿Cuánto tiempo libre tiene?

R. Intento tener los viernes por la tarde libres y los fines de semana. Y cenar en casa a diario. Es la ambición. Y, si puedo, llevo a mi hija al colegio. Es verdad que trabajo muchas horas y que mi tiempo libre gira alrededor de la familia. Como mi marido cocina como un chef, invitamos en casa, somos un punto de encuentro en el txoko que se ha hecho en la terraza.

P. ¿Cuál es su sueño por cumplir?

R. Soy muy soñadora. Mi padre nos enseñó a soñar en grande. Pero ya no hago tantos planes. Disfruto mucho del presente y lo prefiero. Mi aspiración profesional es ser número uno en España porque soy competitiva.

P. ¿Usa la inteligencia artificial?

R. En el trabajo muchísimo porque no nos queda otra. Te ayuda a ser más eficiente y a mejorar los servicios. Nos reta. A nivel personal, le hago preguntas tontas, como ¿cómo colocarías una mesa para invitados?

P. ¿Cuál es su viaje preferido y el que tiene pendiente?

R. Me quedo con los viajes a nuestra casa en Asturias sin lugar a dudas. Hay países que me han sorprendido, como Nueva Zelanda. Y me quedan asignaturas pendientes como Islandia.

P. ¿Cómo maneja el estrés?

R. Bien. Lo relativizo mucho. Tengo gran capacidad de concentración y de desconexión mental. He aprendido con los años a ser más valiente y no tengo miedo a que me despidan. Lo único que me quita el sueño es despedir a gente buena.

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