El público del Real presencia un abrazo simbólico entre una artista rusa y un artista ucraniano
MADRID, 30 Abr. (EUROPA PRESS) –
El público del Teatro Real ha aplaudido con fervor el estreno de ‘El cuento del zar Saltán’, que reivindica la Rusia oriental y paneslava de las tradiciones atávicas, las sagas medievales, las leyendas populares, el folclore, el arraigo a la tierra y la servidumbre a las fuerzas de la naturaleza y los designios divinos.
La producción y su elenco, encabezado por el tenor ucraniano Bogdan Volkov y la soprano rusa Svetlana Aksenova, han recibido los aplausos y ovaciones de un público que en su mayoría se ha puesto de pie para elogiar el espectáculo interpretado en ruso. Los aplausos –que han durado siete minutos– han aumentado de intensidad cuando el ucraniano ha agradecido la asistencia. Antes de su ovación, tanto Volkov como Aksenova se han fundido en un abrazo simbólico entre Rusia y Ucrania.
La ópera, de Nikolái Rimski-Kórsakov, cuenta con la dirección escénica de Dmitri Tcherniakov y es la primera vez que se estrena en el Teatro Real. La representación se basa en uno de los poemas narrativos de Pushkin inspirados en cuentos tradicionales que forman parte del universo infantil ruso y con el que Rimski-Kórsakov quiso celebrar el centenario del gran escritor y héroe nacional en 1899.
La representación arranca con una madre, interpretada por Svetlana Aksenova, que se dirige al público para introducir su historia y la de su hijo autista, interpretado por Bogdan Volkov, mientras este juega en el escenario con algunas figuras. Tras ellos hay una gran pared dorada que sirve de pantalla y que muestra la traducción en español e inglés de lo que dice la intérprete rusa en su lengua natal.
La madre explica su desesperada situación vital, en la que el público identifica una analogía cada vez más evidente con ‘El cuento del zar Saltán’. La mujer ha sido abandonada por el padre su hijo autista, tras una maquinación fomentada por sus tías. Volkov ha tenido gestos y actitudes de una persona autista durante toda la representación y por ello el público le ha ovacionado al entender la dificultad de su papel.
El montaje esconde un cuento dentro de otro cuento: dos historias que se entremezclan. Por un lado, está el cuento que evoca a ‘La cenicienta’ en el que dos perversas hermanas mayores intentan destruir a la más pequeña, Militrisa, elegida por el zar como su esposa. En esta ocasión, el Teatro Real ha instalado dos pasarelas a ambos lados de la primera platea por donde los personajes acceden y salen del escenario ataviados con unos peculiares trajes.
Los personajes llevan vestidos folclóricos abigarrados que parecen surgidos del mundo de los títeres, porque toda la historia se va a mostrar a través de los ojos del niño. Los vestidos fantasiosos parecen pintados con rotuladores, y el espacio está dibujado a lápiz, y a veces con colores vivos.
Antes del intermedio, las hermanas de la zarina (Svetlana) urden un plan, con la complicidad de la malvada madrina Babarija, para hacer llegar al soberano la noticia de que la zarina dio a luz un ser deforme, provocando que ambos, la madre y su hijo, sean introducidos en un barril y lanzados al mar hasta llegar a la isla de Buyán. Allí, madre e hijo se hacen con el poder en Buyán y favorecen el buen gobierno, algo completamente contrario al régimen del zar en Rusia.
A partir de este momento, el poder de la imaginación y la ‘magia’ toman las riendas de la representación sobre el Teatro Real.
LA REALIDAD SE MEZCLA CON LA FICCIÓN
Este cuento sirve de excusa para una madre, que cría sola a su hijo autista sobreponiéndose al abandono y al desprecio de la familia. Esta decide representar con el niño la historia del zar Saltán, como en un pequeño teatro, como terapia para intentar que el niño salga de su angustia estructural y de su miedo al mundo.
La obra introduce al público dentro de la fábula, ya que los artistas interpretan sus partes tanto personajes verdaderos como imaginarios, en una escenografía que se colorea como una cartulina de una acuarela a mano, con la que se explica -reforzado con proyecciones- el viaje peligroso y poético de esa madre e hijo lanzados al mar en un barril, que llegan a una isla maravillosa y se encuentran con un cisne que se transformará en una muchacha que busca establecer contacto con el desafortunado joven.
Todo con personajes salidos del imaginario folclórico de un álbum ruso para niños: juegos de cartas, matrioshkas, ilustraciones como las de Iván Bilibin para el relato de Pushkin. La obra concluye asegurando que «los cuentos son mentiras», lo que provoca que el protagonista se niegue a aceptar esa realidad y se derrumba. Las últimas palabras del libreto son clara: «Ya está, aquí acaba el cuento: es todo lo que ustedes necesitan saber».
EL APAGÓN IMPIDIÓ EL ENSAYO GENERAL
El apagón eléctrico que sufrió España este pasado lunes afectó a esta obra que impidió que se celebrara el ensayo general. En todo caso, al no haber función y no tener que devolver entradas -el ensayo general se realiza con invitaciones- no ha habido mayores incidencias.
El ensayo estaba previsto a las 19.00 horas, como es habitual, y debido al apagón, no pudo tener lugar pero, a pesar de ello, un par de aficionados llegaron a acercarse al Teatro Real con la esperanza de que finalmente pudiese celebrarse.
El Teatro Real ofrecerá siete funciones de ‘El cuento del zar Saltán’, bajo la dirección de escena de Dmitri Tcheriakov, un montaje que llega a estas tablas 125 años más de su estreno absoluto, y que está basado en un poema de Aleksandr Pushkin