El Fondo Monetario Internacional (FMI) cree que el Banco Central Europeo (BCE) solo debe bajar un peldaño más en la relajación de la política monetaria. Con una precisión poco común, el organismo que dirigía hace unos años Christine Lagarde le marca el camino a la que ahora es presidenta del BCE. “La política monetaria debe seguir siendo ágil y centrada en alcanzar los objetivos de forma duradera. Recomendamos que el BCE reduzca el tipo de interés oficial al 2% este verano y lo mantenga en ese nivel, salvo que se produzcan perturbaciones importantes”, ha señalado este viernes en Washington Alfed Kammer, director del departamento del Fondo para Europa.
El BCE ha acometido siete rebajas de 0,25 puntos desde el 4% al que estaba el precio del dinero en junio del año pasado hasta el 2,25% actual. Lagarde dejó abierta la puerta a la posibilidad de un nuevo recorte en la reunión del próximo 5 de junio (la última reunión de la primavera, en realidad), aunque señaló que tomaría su decisión en función de los datos y los acontecimientos que se produzcan hasta entonces.
La guerra comercial declarada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y sus erráticos cambios de parecer han frenado el crecimiento mundial y alterado la hoja de ruta de los bancos centrales, que está por definir.
“Las tasas de inflación se encuentran ahora cerca de los objetivos. Tras el enorme éxito de los esfuerzos de desinflación del BCE, los bancos centrales deben seguir normalizando la política monetaria con cautela. Las tensiones mundiales podrían provocar un nuevo repunte de las expectativas de inflación, aunque una recesión económica más profunda en Europa ejercería presión a la baja”, ha indicado Kammer al presentar el informe del FMI sobre Europa.
Mientras que en Estados Unidos predomina la impresión de que la guerra comercial hará subir los precios y las expectativas de inflación se han disparado, la situación europea es diferente. “No está nada claro cuál será el impacto neto”, afirmó esta semana en Washington Lagarde en un evento celebrado en paralelo a las reuniones del FMI y el Banco Mundial. “En particular, si Europa no decide adoptar contramedidas, creo que la inflación neta es incierta en este momento, pero probablemente será más desinflacionaria que inflacionaria”, argumentó. “Es difícil de evaluar porque nos encontramos en un mundo de hipótesis, estamos en un periodo de transición en el que no sabemos exactamente qué va a salir de las discusiones que se están llevando a cabo en este momento, y también tenemos que ser cautelosos”, añadió.
En sus previsiones de primavera, el FMI ha rebajado su previsión de crecimiento de la economía de la zona euro desde el 1,0% al 0,8%. Según Kammer, la rebaja habría sido mayor de no ser por los factores compensatorios. El economista destaca el paquete de infraestructuras de 500.000 millones de euros de Alemania y el aumento del gasto en defensa en toda Europa. Cifra el impacto de este gasto adicional en el crecimiento de la zona euro entre 0,1 y 0,2 puntos porcentuales del PIB en 2025 y 2026.
En todo caso, advierte de que los riesgos para el crecimiento son a la baja, ya que las tensiones comerciales y la incertidumbre podrían agravarse aún más. Las condiciones financieras también podrían endurecerse. Una mayor relajación fiscal debido al aumento del gasto en defensa y la bajada de los precios de la energía, en cambio, podrían provocar un mayor crecimiento, especialmente más allá de 2025.
El FMI considera fundamental para Europa preservar la apertura comercial y seguir ampliando su red de acuerdos de libre comercio. Admite ayudas limitadas a las empresas viables para paliar el impacto de los aranceles, pero sin impedir el “inevitable cambio estructural”.
A la vez, pide vigilar el impacto de una posible desviación del comercio, con un aumento de las importaciones chinas al secarse el comercio del gigante asiático con Estados Unidos por los elevados aranceles. “Nuestras estimaciones preliminares apuntan a un aumento de las importaciones procedentes de China de alrededor del 0,25 % del PIB de la UE a corto plazo. La desviación del comercio probablemente también reduciría los costes de los insumos para las empresas europeas y los precios para los consumidores”, según Kammer.
En lo relativo a las cuentas públicas, Kammer indica que para la mayoría de los países, la reconstrucción de los colchones fiscales sigue siendo una prioridad. “Los que tienen déficits y deuda bajos pueden acomodar temporalmente el gasto prioritario en defensa, pero tendrán que volver a los objetivos de sostenibilidad de la deuda con el tiempo. Los países con altos niveles de deuda deben reasignar el gasto o aumentar los ingresos fiscales sin demora”, reitera el mensaje ya lanzado por el FMI esta semana.
Recetas para el crecimiento
El FMI anticipa la publicación de informes con recomendaciones a los países europeos para impulsar el crecimiento. Uno de ellos se centrará en los beneficios de una mayor integración y otro en las reformas internas. “El potencial de la integración es inmenso”, sostiene Kammer. Según el trabajo que publicará próximamente, una serie de reformas “seleccionadas y viables a nivel de la UE podrían aumentar el PIB de la UE en torno a un 3 % durante la próxima década”. Entre los ámbitos clave que deben mejorarse figuran la reducción de las barreras a la movilidad laboral, la mejora del funcionamiento de los mercados de capitales, la creación de un mercado eléctrico más integrado y la armonización de las leyes y reglamentos.
En cuanto a las “reformas nacionales integrales” que identifica en otro informe próximo, podrían aumentar los niveles del PIB real en torno a un 5% en la Europa avanzada. “Estas reformas eliminarían las ineficiencias internas y complementarían las reformas a escala de la UE. Las mayores ganancias provendrían de la mejora de las competencias de los trabajadores y del funcionamiento de los mercados laborales. En la mayoría de las economías europeas avanzadas, las reformas nacionales también deberían centrarse en impulsar la innovación”, según Kammer.