Washington (EFE).- América Latina y el Caribe crecerán apenas un 2,1 % en 2025, anunció hoy el Banco Mundial, que destaca la contención parcial de la inflación, pero advierte sobre el ciclo de bajo crecimiento, deuda elevada y escasa inversión en el que está inmersa, según el anticipo del reporte económico de la región dado a conocer este miércoles.
El organismo insta a repensar las estrategias económicas ante un entorno global volátil. «Se requieren reformas audaces que impulsen la productividad y la competitividad», declaró Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región. Persisten importantes brechas en infraestructura, educación, comercio y gobernanza.
«La inversión extranjera directa y el comercio siguen siendo claves para acelerar el crecimiento, incluso en contextos inciertos», sostuvo William Maloney, economista jefe del organismo.
El crecimiento proyectado para 2025 se explica en gran medida por la esperada recuperación de Argentina. No obstante, economías grandes como Brasil, México, Colombia, Perú y Chile presentan signos de estancamiento. La proyección para 2026 del Banco Mundial, del 2,4 %, reafirma la condición de América Latina y el Caribe como la región menos dinámica a nivel global.
La visión del Banco Mundial para América Latina y el Caribe
Brasil crecerá un 1,8 % en 2025 tras un 3,4 % en 2024. El país enfrenta presiones inflacionarias, en especial en alimentos y servicios, lo que llevó a su banco central a frenar la reducción de tasas. El elevado servicio de la deuda pública y la débil recuperación del consumo privado limitan su desempeño.
México no crecerá en 2025, tras una expansión del 1,5 % en 2024. La caída se debe al agotamiento de la inversión pública y la incertidumbre sobre el ‘nearshoring,’ afectado por los aranceles en Estados Unidos. La cautela empresarial crece, pese a nuevos acuerdos con la Unión Europea, ante un contexto global menos favorable a nuevas inversiones.
Colombia crecerá un 2,4 % en 2025, tras un 1,7 % en 2024. Ha avanzado en reducción de la pobreza, pero persisten la informalidad y la baja productividad. Perú y Chile crecerán por debajo del 3 %, enfrentando ajustes fiscales, inflación y debilitamiento de la demanda interna. En Chile, además, el alza del dólar y los costos energéticos elevan la inflación.
El Caribe muestra una recuperación sólida en turismo, con San Vicente y las Granadinas creciendo un 4,9 % y Dominica un 4,3 % en 2025. Sin embargo, la dependencia del sector turístico exige inversión en infraestructura y conectividad. En contraste, Haití continúa en crisis, con una contracción del -2,2 % prevista para 2025.
La deuda, inflación y los dilemas monetarios
La deuda pública regional alcanzará el 63,3 % del PIB en 2024, por encima del 59,4 % de 2019. El pago de intereses representa ya el 10,9 % del gasto público en las economías más grandes, limitando el margen para inversión social. La inflación, aunque ha disminuido desde 2022, se ralentiza debido a los salarios y precios internacionales de alimentos. Las tasas de interés reales siguen altas, y los bancos centrales enfrentan el dilema de bajarlas sin generar fugas de capital ni depreciaciones excesivas.
La baja inversión, combinada con la escasa productividad, frena el crecimiento de largo plazo. La productividad laboral regional representa entre el 20 % y 60 % de la de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Además, la adopción de tecnologías como la inteligencia artificial generativa (GenAI) es limitada. El informe sugiere políticas activas de capacitación e inclusión digital para aprovechar estas herramientas en sectores clave como salud y educación.
El retorno migratorio desde EE.UU. presiona los mercados laborales y los sistemas sociales. Paralelamente, la caída en la ayuda internacional afecta a países como Haití y programas ambientales como los del Amazonas. El Banco Mundial destaca que la desaceleración de China y la reducción de la asistencia exterior empeoran el entorno económico.
El inesperado rebote de Argentina
En medio de ello, el informe del Banco Mundial indica que Argentina encabezará el crecimiento económico de América Latina en 2025 con una expansión proyectada del 5,5 %, lo que marca un giro radical respecto a la contracción del 1,8 % en 2024.
El organismo atribuye este rebote a las recientes medidas de estabilización macroeconómica adoptadas por el Gobierno, que han comenzado a generar señales de recuperación tras años de desequilibrios fiscales, inflación galopante y estancamiento productivo.
Con esta cifra, Argentina no solo supera ampliamente el promedio regional proyectado del 2,1 %, sino que contrasta con el menor dinamismo de las otras grandes economías latinoamericanas, como Brasil (1,8 %), México (0,0 %), Colombia (2,4 %), Chile (2,1 %) y Perú (2,9 %).
El crecimiento previsto para Argentina se apoyará principalmente en el sector externo, dado que el consumo interno continúa rezagado por la pérdida del poder adquisitivo y la cautela del mercado laboral.
El ajuste de 2024 en Argentina
A lo largo de 2024, la economía argentina se vio arrastrada por un proceso de ajuste necesario para corregir los desequilibrios heredados, con impactos visibles en el gasto público, la actividad productiva y el bienestar social.
El Banco Mundial destaca que, pese al repunte previsto, el país continúa enfrentando importantes retos estructurales. Entre ellos figuran un déficit fiscal elevado, una deuda pública que ha aumentado de forma persistente desde la pandemia —con una carga de intereses que ya representa el 10,9 % del gasto público en las principales economías regionales— y una inflación crónica que, aunque ha comenzado a desacelerarse, se mantiene por encima de los estándares internacionales.
Los analistas del organismo señalan que la baja inversión pública y privada, combinada con una productividad estancada —la productividad laboral argentina representa solo una fracción de la de los países desarrollados—, limitan la capacidad del país para sostener un crecimiento de largo plazo.
En este contexto, recomiendan continuar con las reformas estructurales postergadas en materia fiscal, regulatoria y educativa para consolidar un modelo económico más resiliente y competitivo.
En términos de comercio, Argentina ha incrementado su integración con mercados como China y la Unión Europea, aunque sigue siendo vulnerable a los vaivenes del contexto internacional, en particular al endurecimiento de las condiciones financieras globales y a la creciente incertidumbre en la política comercial de socios estratégicos como Estados Unidos.
El empleo y la proyección para Argentina
Según el Banco Mundial, aproximadamente un 10 % del empleo total argentino depende directamente de industrias vinculadas a la exportación, lo que refuerza la importancia de una estrategia de inserción internacional sólida.
El informe también alerta sobre los impactos sociales de los ajustes macroeconómicos en curso. Si bien las políticas de consolidación han permitido mejoras en la cuenta corriente y en las expectativas de los mercados financieros, persisten los riesgos sociales derivados de la contracción del consumo privado y la lenta recuperación del empleo formal.
A futuro, el Banco Mundial proyecta un crecimiento del 4,5 % para 2026 y del 4,0 % para 2027, lo que mantendría a Argentina como una de las economías con mayor dinamismo de la región.
Sin embargo, esa proyección depende de la sostenibilidad de las reformas, de un entorno internacional más favorable y de avances concretos en la reducción de la inflación y la informalidad laboral.
«Argentina tiene una oportunidad única de salir de su prolongado ciclo de crisis si logra consolidar sus avances recientes con una agenda ambiciosa de reformas estructurales»